El mundo de la cultura está consternado. Pero, como me acaba de decir Martínez Sarrión, debemos pensar en que el literato ovetense ha tenido una vida (literaria y personal) cuando menos intensa. En fin, la muerte es simbólica: por encima de ella permanecerán sus versos. Entre ellos, los que conforman el magnífico poema «
Para que yo me llame Ángel González».
Parece ser que yo también lo "conocía". Estuvo en mi instituto cuando yo estaba en primero de ESO... Él y un fulano que se llamaba (y llama) Gonzalo Moure, cuyo libro habíamos leído.
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