Qué extraordinario actor era este
Agustín González. Siempre resultaba creíble, incluso cuando componía personajes excéntricos o irrisorios. ¡Cuánto tienen que aprender de él los intérpretes de mi generación! Todo el oficio: así de claro.
La escena del vídeo está extraída de
Las bicicletas son para el verano (1984), la obra de
Fernán-Gómez que
Jaime Chávarri llevó, con acierto, al celuloide.
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