Qué extraño. Uno –que es de naturaleza irremediablemente melancólica y ya sufrió bastante durante el largo invierno– todavía no había encontrado la ocasión de celebrar la llegada de la estación primaveral. Es, pues, el momento adecuado para escuchar (y, por qué no, para bailar) este ardiente tema de
Sam Cooke.
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