Me imagino a la dinámica y abstraída
Anna Karina bailando, en alguno de los primeros filmes de Godard, esta deliciosa canción de
Sam Cooke. ¡Qué regocijo! A veces, una de mis musas (la muchacha de la mirada entre desvaída y penetrante, sobre quien escribí últimamente
un artículo) suspende sus quehaceres cotidianos entregándose a la delicada y arañante voz de Cooke. ¡Rituales de purificación!
No hay comentarios:
Publicar un comentario