Sorprendida, quizás, por los diferentes nombres propios que iluminan mi poesía, una jovencísima y delicada lectora me pregunta: "¿Qué condiciones ha de reunir una chica para que tú la eleves a la categoría de
musa?". Creo que nunca nadie me había hecho una pregunta así... Adoro esa mezcla de inocencia y curiosidad. ¡Esa voracidad tiernísima!
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