Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 28 de diciembre de 2018

El poder de la oratoria

SIEMPRE ESTAREMOS aprendiendo de la Antigua Grecia, toda vez que su cultura se asienta en el amor a la ciencia, en la apuesta por la creatividad y en los necesarios valores de la tolerancia y la diversidad. Por ejemplo, en aquella sociedad politeísta —cuna del mundo occidental— existía mucha libertad para escoger la opción sexual, y ello era, en gran medida, debido a la ausencia de la idea de pecado que luego instalaron las religiones monoteístas, como el cristianismo o el islamismo. “Tanto como deseéis...”, escribió —en tono lésbico— Safo, voz cimera de la cultura clásica.

Recientemente dicté una conferencia titulada ‘El valor de la oratoria para el futuro profesional’. Surgida en Sicilia y desarrollada en la Antigua Grecia, la oratoria es un arte absolutamente vigente, porque consiste en saber hablar con elocuencia, cualidad indispensable para poder resolver asuntos prácticos y, por extensión, descollar en cualquier trabajo. Este saber transversal incentiva nuestra capacidad expresiva (con la integración plena de voz y cuerpo), impulsa nuestra agilidad mental en la argumentación y las respuestas, expande nuestro temperamento crítico y, por supuesto, multiplica nuestra confianza. Así de potente es la suasoria (‘suasorius’), el ingrediente con el que el buen orador logra persuadir a su auditorio, ganando adeptos para una causa intelectual, social, política, jurídica...

Es justo que el dominio de la oratoria desencadene, en parte, el prestigio que todos anhelamos en nuestras profesiones. Pero este ‘arte del bien decir’ es necesario incluso fuera del trabajo: el ser humano evoluciona permanentemente gracias a su afán de progreso, y todas las conquistas sociales y civiles (divorcio, aborto, abolición de la esclavitud, sanidad pública…) se consiguen a base de defender nuestras ideas de forma convincente. Si el primer paso del camino cognitivo es el lenguaje —en tanto que éste enciende la chispa del pensamiento—, ¿no resulta preocupante la paradoja de que las mallas curriculares de muchas licenciaturas pertenecientes al ámbito de la comunicación carezcan de una asignatura llamada ‘Oratoria’ o ‘Expresión Oral y Corporal’? Intuyo el motivo de fondo: el miedo de muchos poderosos a que miles de jóvenes comunicadores abandonen la sumisión y analicen con criterio la injusta realidad, reparando en esos países tan pobres que deben hacer frente a deudas externas altísimas, en las comunidades que permanecen excluidas de los avances tecnológicos, o en los recursos naturales, que se consumen a un ritmo mucho más elevado del que se producen. Parece comprensible el temor de los políticos más tóxicos y mediocres, puesto que el primer peldaño en la transformación de la realidad es la concienciación de las masas, y un comunicador puede conseguir tal fin, siempre y cuando ese público posea una educación sólida, lo cual no es moco de pavo. ¿Y cómo puede un comunicador llevar a cabo dicha concienciación? Mediante eficaces y audaces formas de razonamiento (paradoja, antítesis, paralelismo, analogía…) que permiten demostrar que algo es probable, verdadero o justo. En plena era digital, la viralización de contenidos haría el resto.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Paula só vía o mar

SABIAMOS QUE a xornalista ribeirá Paula Abraldes loitaba contra o maldito cancro, pero recibimos a morte da moza (tiña só 31 anos) coma quen pretende saír dun pesadelo. Erguemos a cabeza e só vimos as ruínas dun castelo. Ruínas.
Paula Abraldes foi a miña mellor amiga nos tempos da carreira, vividos en Madrid. Podo vela dende diversos ángulos, sen sacrificar as súas esencias: a negra cabeleira indomable, o contaxioso sorriso, a humildade, a desenvolta conciencia, o afán de superación… Paula, no metro, orgullosa do seu seseo e da súa gheada. Paula, maga do humor negro, enfeitizada nos concertos de Andrés Calamaro, Quique González, Nacho Vegas, Andrés Suárez e outros cantautores. Paula, conquistando a paz interior na Ría de Arousa, que case cingue a súa casa familiar. Paula, de tertulia cos meus pais, como se os coñecese de toda a vida. Paula, actriz de formación e dramaturga intuitiva, esperando a Godot. Paula, contra os caducos métodos dalgúns dos nosos profesores, aqueles que non ratifican as definicións a través da práctica. Paula, explicándonos, cun realismo abraiante, ós seus amigos complutenses: «Yo me juego mucho. Si no apruebo todo en junio, dejaré la carrera y volveré a Ribeira; allí me pondré a trabajar recogiendo marisco». Paula, contratada pola Xunta de Galicia —antes de rematar a licenciatura— para traballar no gabinete de prensa da Consellería de Medio Rural. Paula, presentando —chea de vida— o programa musical ‘Tolemias’, na TVG. Paula, combatindo a quimioterapia coa arma do humor, aproveitando cada día como se fose o último e, inspirando, en consecuencia, ó seu admirado columnista Xosé Carlos Caneiro.

Dóeme que Paula Abraldes e mais eu case perdéramos o contacto nos últimos cinco ou seis anos, pero para min sempre foi (e será) especial. Penso nela: e, de súpeto, escoito o eco dunha canción de Lucio Dalla, onde o protagonista «…só vía o mar / e unha casa branca no medio do azul». Igual que Pauliña. Gloria haxa quen tanto me fixo rir e me entendeu na primeira xuventude.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Las inflexiones del alma

DESCREO DE aquellos docentes que no conciben poner ejemplos pertenecientes a áreas ajenas, que no se apartan del guión ni tan siquiera cuando los estudiantes les plantean dudas vitales… Yo sufrí, en el instituto y en la carrera, a profesores de tan bajo perfil: dogmáticos, mediocres, enemigos de la creatividad. Aunque seamos especialistas en un ámbito, el conocimiento sólo puede entenderse desde una perspectiva integral; todas las disciplinas están conectadas de algún modo, lo mismo que la vegetación y la luz. De acuerdo con Borges, el maestro no enseña cosas, sino «una manera de tratar con las cosas». No debería extrañarnos, verbigracia, que los docentes de Física más solventes recomienden a sus alumnos leer poesía, pues este género favorece enormemente la capacidad de asociar ideas o conceptos, toda vez que en él abundan las metáforas de tipología ‘creativa’ y ‘cotidiana’.


El semestre pasado, en mis clases de Expresión Oral y Corporal que dicté en la boliviana Universidad Privada del Valle, dentro de la licenciatura de Comunicación y Medios Digitales, sazoné la teoría y la práctica con múltiples ejemplos musicales. Les mostré incluso vídeos de los pájaros más melodiosos. Escuchando al mirlo o al petirrojo, entendieron mejor en qué consiste una inflexión —la elevación o atenuación que se hace con la voz, quebrándola o pasando de un tono a otro— y, lo más importante, disfrutaron aprendiendo, con los ojos llenos de asombro. A los chicos de Univalle les quedó claro que las inflexiones son tan naturales como el mirar; se emplean más allá de la oratoria, la interpretación o la comunicación radiofónica y televisiva, siempre según el estado de ánimo o intención del sujeto. Me produjo mucha ternura esta frase que una sensitiva muchacha escribió en el examen final: «Cuando canta, el ave mirlo utiliza inflexiones». Sólo le faltó añadir: «…y renace de sus cenizas».

Sam Cooke, Curtis Mayfield, Aretha Franklin, James Brown… También el ‘soul’ (género musical nacido del alma de la comunidad afroamericana) resultó decisivo en la formación de mis estudiantes, y no sólo para apreciar el poder de las inflexiones. Cuando les descubrí este estilo plagado de palmas, chasquidos, movimientos espontáneos, celebraciones amorosas y reivindicaciones civiles (‘A Change Is Gonna Come’, ‘Respect’, ‘Move On Up’), los muchachos dieron valor al cuerpo como mecanismo para subrayar las palabras y hacer más inteligibles, por ende, los mensajes. También se convencieron de que ciertas dosis de improvisación otorgan frescura expresiva a un discurso ensayado concienzudamente, sea del tipo que sea. Y, en fin, a más de uno le agradó saber que sus artistas más admirados —Michael Jackson, Michael Bublé— llevan ‘soul’ en las venas. Me olvidé de comentarles que hasta ‘(You Drive Me) Crazy’, uno de los éxitos de Britney Spears, presenta armonías y ritmos de raíz afroamericana.
Publicado en El Progreso de Lugo / Diario de Pontevedra / Galiciaé, 18/10/2018