Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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jueves, 26 de agosto de 2010

En San Tirso separan el grano de la paja

La «Festa da malla» da toda una lección de cómo se trabajaba antaño durante las cosechas del trigo


La máquina trilladora, con un motor Diter diésel de los años 40.

San Tirso de Abres,
Héctor ACEBO

En la cultura agraria del Noroeste peninsular de mediados del siglo pasado, las tareas más sacrificadas guardaban un esplendor hoy esfumado, deviniendo, una vez terminada con éxito la jornada correspondiente, dilatadas comidas, tertulias y bailes. Ese carácter lúdico rompía, por un día, las estrictas reglas de la época, absolviendo a los niños de ir a la cama temprano. Algunos de los jóvenes de entonces se reunieron el fin de semana a la orilla del Eo, en la vasta era que hoy constituye el área recreativa de San Tirso de Abres, para rememorar hazañas o cortejos y para representar la VIII «Festa da malla», dedicada a la ancestral separación del grano de la paja en la cosecha del trigo, que se enmarcó en la XXII Semana cultural -ya concluida- del concejo, transmitiendo a diferentes generaciones la memoria de un pueblo.

Todo comenzó hace ocho años, cuando la asociación local «San Tirso del Eo» se propuso recuperar, a través de la reunión de una veintena de vecinos que hoy constituyen el homónimo Grupo de Portadores de la Tradicional Oral, los principales valores que entrañaba en aquella época una dura jornada de trabajo popular. «Nosotros valoramos especialmente el trabajo comunitario, el vínculo social y cultural, alejando la malla del aspecto estrictamente festivo», explica Ángel Prieto Souto, presidente del colectivo.

La representación de la malla santirseña constó, un año más, de dos realidades anacrónicas bien diferenciadas: el motor y los «malles» o mayales. Y es que hasta principios del siglo XX en todo el Noroeste peninsular se golpeaba el trigo en la era con el malle, un vetusto instrumento compuesto por dos palos (uno más corto, la «moca», y otro más largo, la «pértiga») unidos con un sistema de correas de cuero que les permitía, sin separarse, una total independencia de movimientos. Por aquel entonces, la tarea podía prolongarse durante varios días.

Con la llegada de la industrialización, las máquinas de mallar simplificaron enormemente el proceso al permitir recoger la paja y limpiar el grano simultáneamente.

La Nueva España, 25/8/2010

sábado, 21 de agosto de 2010

César Álvarez Cabo: "Fomento nos empujó a la huelga al entorpecer las negociaciones"

El pasado miércoles 18 de agosto se publicó en El Progreso de Lugo una entrevista que hice a César Cabo, el portavoz de los controladores aéreos, quien está convencido de que el Ministerio de Fomento "empujó a la huelga" a su colectivo "al entorpecer las negociaciones".

Pinchen en la imagen para leer la entrevista completa:

San Tirso de Abres celebra la 8.ª «Festa da malla do trigo» a orillas del Eo

Las Vegas (San Tirso de Abres),

Héctor ACEBO

Tras seis días repletos de actos enmarcados en la XXII Semana cultural, que organiza la asociación «San Tirso del Eo» en San Tirso de Abres, los vecinos y los veraneantes podrán desplazarse cien años atrás en el tiempo a través de la representación de la tradicional cosecha del trigo. Ayer le tocó el turno a la celebración del Día de la meda. El acto comenzó a los 8 de la tarde en el área recreativa del concejo. Se sirvieron chorizos y torreznos (a 5 euros la ración).

Y hoy llega el momento clave de las jornadas culturales: la VIII «Festa da malla do trigo», todo un referente en la comarca. A la vera del Eo, a partir de las 12 de la mañana, se hará una muestra de la separación del grano y la paja con motores y con unos antiguos instrumentos -formados por dos palos- que responden al nombre de «malles» (en gallego), «manales» o «mayales». En esta jornada, los amantes del buen comer también podrán disfrutar de un cocido tradicional a cambio de 12 euros. Todo sin salir de San Tirso de Abres.

La Nueva España, 21/8/2010

viernes, 20 de agosto de 2010

Mutis, de mar y tierra


Una muestra del realismo mágico de Álvaro Mutis:

La muchacha

La muchacha fue la víctima. Tenía diecisiete años y llegó una tarde a la mansión en bicicleta. El primero en verla y quien la recibió en la casa fue el guardián. Se llamaba Ángela.

Tenía el papel principal en un corto cinematográfico que se estaba filmando en un vasto hotel de veraneo, cuyos accionistas estaban interesados en promover la venta de lotes en una urbanización aledaña a los terrenos del establecimiento. El documental mostraba a una rubia adolescente, con el pelo suelto y un aire de Alicia en el País de las Maravillas que recorría en bicicleta todos los lugares de interés y paseaba por entre las avenidas que bordeaban los cafetales. Se bañaba pudorosamente en el río, a cuya orilla había bancas de parque pasadas de moda y quioscos para picnic.

La filmación había terminado y sólo permanecían en el hotel el fotógrafo de la película con sus dos hijos y algunos empleados de la producción. Ella se había quedado también y se dedicó a visitar en su bicicleta todos aquellos lugares que no estaban en el guión y que atraían su curiosidad. Uno de estos sitios era una gran casona de hacienda dedicada al cultivo de los cítricos y a la cría de faisanes y gansos. Era la mansión.

A primera vista parecía una belleza convencional del cine. Rubia, alta, bien formada, con largas piernas elásticas, talle estrecho y nalgas breves y atléticas. Los pechos firmes y el cuello largo, siempre inclinado a la izquierda con un gesto harto convencional, completaban la imagen de la muchacha que se ajustaba perfectamente a su papel en la película.

Sólo los ojos, la mirada, no se avenían al conjunto. Tenían una expresión de cansancio felino y siempre en guardia, algo levemente enfermizo y vagamente trágico flotaba en esos ojos de un verde desteñido que miraban fijos, haciendo sentir a los demás por completo ajenos e ignorados por el mundo que dejaban a veces adivinar tras su acuosa transparencia tranquila.

Su padre había sido un abogado famoso que se suicidó un día sin razón alguna aparente, aunque luego se supo que sufría de un cáncer en la garganta que había ocultado hasta cuando el dolor comenzó a traicionarlo. Su madre era una de esas bellezas de sociedad que, sin pertenecer a una familia renombrada, frecuentan el gran mundo merced a su hermosura y a cierta rutina de buenas maneras que oculta toda probable vulgaridad o aspereza de educación. Al quedar viuda, la breve fortuna que heredara se le escapó de entre las manos con esa ligereza que suele acompañar a las bellezas tradicionales. La muchacha comenzó a trabajar como modelo y empezaba ahora su carrera en el cine con papeles modestos en comedias musicales. Tenía un novio que estudiaba medicina y había sido iniciada en el sexo por uno de los electricistas de los estudios, por quien sentía esa pasión desordenada y sin amor que nos une siempre con quien nos ha develado el placer hasta entonces desconocido y lejano. Le gustaba hacer el amor, pero se sentía extraña y ajena a sí misma en el momento de gozar y, en ciertas ocasiones, llegaba a desdoblarse en forma tan completa que se observaba gimiendo en los estertores del placer y sentía por ese ser convulso una cansada y total indiferencia.

El guardián, curtido por su vida de mercenario y su familiaridad con la muerte y la violencia, se sintió, sin embargo, apresado de inmediato por los ojos de la visitante y la dejó entrar, olvidando las estrictas instrucciones que impartiera Don Graci respecto a los forasteros y la tácita norma que regía en la mansión en el sentido de que el grupo ya estaba completo y ningún extraño sería jamás recibido en él. El romper ese equilibrio fue tal vez la causa última y secreta de todas las desgracias que se precipitaron sobre la mansión en breve tiempo.

Sueño de la muchacha

Recorría en bicicleta los limonares a la orilla del río. Sabía que en la realidad era imposible hacerlo, pero en el sueño y en ese momento no encontraba dificultad alguna. La bicicleta rodaba suavemente pisando hojas secas y el húmedo suelo de las plantaciones. El aire le daba en la cara con una fuerza refrescante y tónica. Sentía todo su cuerpo invadido de una frescura que, a veces, llegaba a producirle una desagradable impresión de ultratumba. Entraba a una iglesia abandonada cuyas amplias y sonoras naves recorría velozmente en la bicicleta. Se detuvo frente a un altar con las luces encendidas. La figura del dueño, vestido con amplias ropas femeninas de virgen bizantina, estaba representada en una estatua de tamaño natural. La rodeaban multitud de lámparas veladoras que mecían suavemente sus llamitas al impulso de una breve sonrisa de otro mundo. «Es la virgen de la esperanza», le explicó un viejecito negro y enjuto, con el pelo blanco y crespo como el de los carneros. Era el abuelo del sirviente, que le hablaba con un tono de reconvención que la angustiaba y avergonzaba. «Ella te perdonará tus pecados. Y los de mi nieto. Enciéndele una veladora».

ÁLVARO MUTIS, Relatos de mar y tierra, DeBolsillo, Barcelona, 2008

miércoles, 18 de agosto de 2010

Bailes siberianos en San Tirso de Abres


Luciendo anchas y coloridas prendas, los treinta integrantes de «Zabaikalye» (grupo de baile tradicional de Siberia) amenizaron el domingo el pregón -que corrió a cargo de Enrique Rego, cofundador del complejo agro-turístico local Amaído- de la XXII Semana cultural de San Tirso de Abres, informa Héctor ACEBO. Los santirseños y los veraneantes congregados en la plaza del San Juan quedaron prendados de la agilidad de los bailarines de la friísima región rusa, en la foto.

La Nueva España, 18/8/2010

sábado, 14 de agosto de 2010

Un hada en la playa de Los Castros

Andan estos días preocupadas las bañistas de las playas de nuestra comarca, porque son incapaces de conseguir un bronceado uniforme. Han llegado a tal conclusión a través del Facebook: en el muro de mi amiga Laura (muchacha arrubiada de 18 años recién cumplidos, que luce una piel satinada y unos grandísimos ojos verdes), alguien copió el enlace a un reportaje de El País. (Las bellas bañistas no necesitan leer asiduamente los periódicos: viven en un mundo de olas y senos). El citado artículo se nutre de una investigación publicada originalmente por The Guardian, donde se asegura que no todas las partes del cuerpo se brocean por igual, al tiempo que explica los riesgos de la exposición al sol (y ahí se incluyen los cánceres de piel, como el conocido melanoma).

Ustedes, vecinos y visitantes de la comarca, me dirán que en las playas de La Mariña lucense y del occidente asturiano no está, todavía, de moda el nudismo. Y tienen razón: nuestra mentalidad (melancólica, fría) no está acostumbrada a los exotismos y a las carnalidades. Sin embargo, aunque algunas chicas –adolescentes o veinteañeras– no lo reconozcan, más de una se desnuda en su piscina o en su terracita para hacer el amor con el sol. Como ya anticipaba antes, el sueño de estas muchachas es conseguir un moreno uniforme: odian las marcas (que les impiden lucir los escotes palabra de honor) de la braguita y del sujetador.

Y mi amiga Laura no se explicaba por qué sus atléticas nalgas tardaban tanto en desprenderse de la blancura, mientras que su espalda ya estaba bastante bronceada. La muchacha ahora ha descubierto –para su daño– que las distintas partes del cuerpo se ponen morenas a diferentes velocidades, que es muy difícil tener un moreno igualado. El trasero, concretamente, requiere “un mayor tiempo de exposición solar que otras partes de a anatomía”, según dice la investigación que sacó a la luz The Guardian. Además, la parte alta de la espalda se pone, al parecer, morena antes que las piernas. Y la parte externa de los brazos –como resultaba obvio– oscurece antes que la interna. El País añade la opinión del doctor Eduardo López Bran (dermatólogo del Instituto Médico Estético de Madrid y Jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid), quien cree que los mecanismos de defensa de las distintas partes del cuerpo son diferentes. Acerca del trasero, el doctor opina lo siguiente: “Si te quemas esa zona supone una agresión, ya que las defensas están disminuidas. Evidentemente es la parte que se ha trabajado menos, y lo suyo sería usar una protección de 50+; es la máxima y es la más recomendable”.

A Laura, tras la lectura del reportaje, parece habérsele caído el mundo encima. Yo la animo, y le digo que ella, siendo mujer blanca y arrubiada, tan bella, no necesita quemarse para impactar al espectador. Le explico que en una época no muy lejana la gente de piel nívea era sinónimo de pureza, de elegancia, y que las personas demasiado morenas se asociaban con las clases más bajas (campesinos, criados...). Le leo un relato de Álvaro Cunqueiro que habla sobre un hada:

Felipe fue enseñado por su tía abuela de manera que si un día iba al monte y daba la casualidad que el hada estaba con su tienda de sol, y le preguntaba qué prefería, si la tienda o a ella, que a lo mejor, siendo como era muy hermosa, blanca y rubia, estaba disfrazada de fea y de morena.

Llegados a este punto, Laura sonríe con picardía. Sólo intento –le digo– que seas consciente de tus atributos. En efecto, hay muchísimas morenas preciosas (tantas como blancas), ardientes, pasionales, pero las más nacen con ese color de piel, sólo lo acentúan. Y, que yo sepa, ninguna de ellas querría volverse blanca de repente. ¿Por qué ese empeño de las blancas en maquillar, en camuflar, su nacarada piel? Una persona quemada por el sol (como se sabe, los blancos –especialmente aquellos que lucimos lunares o pecas– tendemos a quemarnos, si no utilizamos la protección adecuada) tiene bien poco de atractiva y mucho de excesiva: acaso eso era a lo que se refería Cunqueiro. Hay, en fin, más de un canon de belleza, pese a que la tele nos venda únicamente el prototipo de famoso de Hollywood bronceado, entregado al vicio, ajeno a lo que ocurre a su alrededor…

Mientras yo desgrano este improvisado discurso romántico –muy propio de alguien que desea lo que ha perdido, como diría Petronio–, Laura me mira con los ojos encendidos como faros. Parece creerme, pero reconoce tener miedo a no gustar lo suficiente a sus colegas, si no trata, “como todo el mundo”, de ponerse morena. Y, acto seguido, me comenta: “Claro que si los bikinis se hubieran inventado en la juventud de Cunqueiro, hasta las hadas querrían lucirlos, sin miedo a apagar su blancura…”.

Cae la tarde en la abrigada playa de Los Castros. Laura apoya su cabeza en mi regazo. Yo miro sus blancas (ahora no tan blancas) piernas: esplenden al sol. Las acaricio, y pienso: Ésta es la ocupación más alta que puede alcanzar un hombre.

Por HÉCTOR ACEBO. La Comarca del Eo (El Progreso), 14/8/2010

«San Tirso tiene estupendos recursos naturales, pero aún sin explotar»

«Es una pena que el río no esté en condiciones para hacer una zona de baños»

ENRIQUE REGO. Técnico agrícola y pregonero de la XXII Semana Cultural de San Tirso de Abres



San Tirso de Abres / Vegadeo, Héctor ACEBO

El técnico especialista agrícola Enrique Rego (Vegadeo, 1959) afronta el pregón (pronunciará mañana su discurso) de la XXII Semana cultural santirseña como «un reto y una asignatura más» en su vida. El complejo agro-turístico Amaído (que Rego fundó, junto a otros tres socios, a principios de los 90 en San Tirso) significó un aldabonazo de alerta ante las posibilidades turísticas del valle.

-El complejo es de 12 hectáreas. ¿No fue arriesgado fundar una empresa así en un concejo virgen en términos turísticos?

-Desde luego. San Tirso sólo sonaba en los ambientes del salmón, y en aquellos años la pesca era bajísima. Al turista, que no sabía localizar el concejo en el mapa, creyendo que pertenecía a Galicia, para orientarlo, había que decirle: «Estamos al lado de Taramundi». Los propios vecinos de San Tirso nos decían que era una salvajada invertir tantos millones de las antiguas pesetas, unos 20 en 1992, en el pueblo. Y es que, por aquel entonces, el Hostal Rey era el único negocio turístico santirseño.

-Pero el proyecto triunfó, y hoy es todo un referente en el sector de la comarca.

-Sí, gracias a nuestra tenacidad y a la colaboración de muchas gentes y organismos, como Pedro Rocha, de la gerencia Oscos-Eo, o el Ayuntamiento. En los primeros años, el Alcalde de San Tirso por aquel entonces, don Jesús Ferreiro, peleó por el proyecto como si fuera un integrante más de la sociedad. En 1993, cuando teníamos previsto abrir el negocio y ya habíamos firmado las letras para pagar a los proveedores, surgió un imprevisto de última hora con Electra del Viesgo. Esta empresa nos dijo que no había potencia suficiente para implantar la luz eléctrica en el camping. No pudimos abrir en 1993. Ferreiro propuso que yo impartiese un curso de jardinería y cultivo de bajo abrigo: gracias a eso y a lo que nosotros producíamos, pudimos ir pagando las letras y saliendo del paso.

-El Premio Principado de Asturias de Hostelería y Turismo, en 1998, supuso un punto de inflexión en la empresa.

-Sí, fue una inyección de moral. A partir de ahí, otras empresas se fijan en nosotros, así como los medios de comunicación. Pero lo fundamental es que el turista aumentaba. El boca a boca (potenciado por internet) funcionaba.

-Algunos vecinos se quejan de que los turistas sólo utilizan San Tirso como una ciudad dormitorio. ¿Qué falla?

-Eso es algo comprensible: el concejo tiene estupendos recursos naturales, pero muchos están aún sin explotar. En cuanto a las posibles ocupaciones diurnas, más allá de las rutas, la pena es que el río no presente unas óptimas condiciones medioambientales que garanticen la construcción de una zona de baños fluvial. También es una lástima que se hayan dejado de hacer, desde que Ferreiro abandonara la alcaldía, los campos de trabajo, que suponían un intercambio cultural durante el verano. La rehabilitación de los tres castros (Salcido, El Castro y Eilale) con los que cuenta San Tirso es una asignatura pendiente.

La Nueva España, 14/8/2010

jueves, 5 de agosto de 2010

25.- "Piel de pantera" (Javier Álvarez)



Esta canción de Javier Álvarez sonó mucho a mediados de los 90, es decir, en mi infancia. Muchos la recordaréis. Yo la cantaba cuando tenía 9 años, aunque no captase el significado de la letra. Eso sí, al escucharla me entristecía, al igual que ahora: la cadencia (¿o mi espíritu?) no cambia. "Muerdo por fuera, me como por dentro".

domingo, 1 de agosto de 2010

Verano


No quiero ponerme moreno. Es más: me gustar estar blanco, que es el color de mi piel. ¿Seré un bicho raro?