Hace 25 años, el cuerpo de Enrique Urquijo era encontrado sin vida en un portal del madrileño barrio de Malasaña. El cantautor tenía solamente 39 años y había salido antes de tiempo de una clínica de desintoxicación. Le habían devuelto una parte del dinero por no haber terminado el tratamiento. Esas circunstancias, un tanto sórdidas, fueron carnaza para muchos medios de comunicación, que si no lo fabricaron contribuyeron a expandir el bulo de que el líder de Los Secretos había muerto debido a una sobredosis de heroína.
Enrique Urquijo tenía tendencia a la depresión y, aunque en los últimos años no estaba enganchado, recurría a las drogas para aliviar sus síntomas emocionales y psicológicos. Pero el cantautor madrileño no había consumido heroína la noche de su muerte.
Así lo revela el informe forense que el hermano pequeño del fallecido, el también músico Álvaro, dio a conocer en 2021, con motivo de la publicación de sus memorias, 'Siempre hay un precio'. "Fue una combinación de barbitúricos —legales— y de coca base la que le causó una parada cardiorrespiratoria", resume Álvaro Urquijo. Agrega el actual líder de Los Secretos que después del subidón provocado por la coca, Enrique, como otras veces, "debió de tomar unas nueve o diez pastillas, para volver a bajar y quedarse dormido". Fue una muerte involuntaria, en fin, y sin jeringuillas de por medio. Una sobredosis de calmantes, no de heroína.
Muchos de los comunicadores de entonces, más pendientes del morbo que de la reflexión, pasaron por alto el quid de la cuestión: la depresión crónica de Enrique Urquijo, que, según Álvaro, modelaba su carácter. El autor de 'Déjame' era un tipo cariñoso, atento y con un fino sentido del humor. Pero también era temeroso y melancólico. Y en sus bajadas al infierno de la depresión, cuando las drogas lo dominaban, se comportaba de manera muy cínica con su círculo íntimo.
Warner acaba de reeditar el primer disco de Enrique Urquijo y Los Problemas (1993). Al álbum original —nuevamente mezclado y masterizado— se le han añadido algunas grabaciones inéditas, como la versión de 'Se fuerza la máquina', el clásico de Gato Pérez.
Entre ese material brilla con fuerza 'Amor se escribe con llanto', un tema del colombiano Álvaro Dalmar que María Dolores Pradera ya había popularizado en España, en clave de ranchera, a finales de los 60, y que el propio Enrique Urquijo volvería a grabar para su segundo y último disco junto a Los Problemas, 'Desde que no nos vemos' (1998). No olvidemos que nuestro protagonista fue uno de los primeros rockeros españoles que se acercó sin complejos al fecundo género de la ranchera. Con 'La calle del olvido' (1989), al frente de Los Secretos, abrió una senda que luego recorrerían Joaquín Sabina, Los Rodríguez, Danza Invisible, Revólver o La Quinta Estación. A mediados de los 90, en una entrevista para el añorado Canal +, Enrique Urquijo le confesaba a Fernando Schwartz: "Siempre me han gustado las rancheras. Ya las escuchaba en casa siendo niño. Son temas muy bonitos que, sin embargo, solo se encuentran en versiones antiguas, con muchos mariachis. Me gusta sacarlas de ese contexto y grabarlas en un estilo más actual".
Cuando era un muchacho de 12 o 13 años, me encantaba charlar con María, una entrañable vecina de mis abuelos. Sabedor de sus gustos musicales, le grabé un casete con las incursiones de Enrique Urquijo en el folclore mexicano. A la anciana señora le fascinó "el chico de la voz triste y profunda", como yo suelo llamar al maestro. Y a eso quería llegar. Tanto es el brillo del autor ('Quiero beber hasta perder el control', 'No me imagino', 'Ojos de gata', 'Cambio de planes') que la crítica suele dejar en la penumbra la expresividad del intérprete. Es injusto. Enrique Urquijo no tenía una técnica virtuosa, pero traspasaba como pocos el alma del oyente. Siempre será ese artista intergeneracional con la sensibilidad a flor de piel.
(Publicado en El Progreso de Lugo, 16/11/2024).
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