Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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martes, 21 de enero de 2025

EL MUNDO MISTERIOSO DE DAVID LYNCH

El cineasta estadounidense David Lynch, que falleció el pasado jueves a los 78 años, era inclasificable. Críptico y a la vez emocional, transformó todo lo que tocó, de la misma forma que él se sentía transformado por la meditación trascendental, un ejercicio que practicaba a diario desde 1973 y que describía como "sacar la basura y dejar entrar el oro".


Esa dimensión espiritual se aprecia especialmente en la serie 'Twin Peaks' (1990), que David Lynch creó junto al guionista Mark Frost y que emitió, con un gran éxito de audiencia, el canal estadounidense ABC. La obra supuso un punto de inflexión en la narrativa televisiva por varios motivos: los finales de los capítulos quedaban abiertos y los ambientes oníricos se integraban en un formato a priori tan solemne como el thriller policíaco. Sorprendentemente, esa síntesis dialéctica no provocaba caídas de ritmo en la narración. Dale Cooper, el agente especial del FBI al que encarnaba Kyle MacLachlan, utilizaba los sueños como una herramienta para encontrar pistas con las que resolver el asesinato de Laura Palmer (Sheryl Lee), la muchacha más deseada del ficticio pueblo de Twin Peaks, en el estado de Washington. En esos sueños, Cooper se comunicaba con seres enigmáticos, como el Enano Bailarín (Michael J. Anderson) o el Gigante (Carel Struycken).

Pero, ¿quién mató a Laura Palmer? El misterio de la serie no se resolvió del todo… o al menos no se resolvió mediante la lógica racional. Leiland (Ray Wise), el padre de Laura, fue —digamos— el autor físico del homicidio, pero estaba poseído por un espíritu maligno llamado Bob (Frank Silva), a cuyas víctimas les solía decir: "¿Quieres jugar con fuego, chico? ¿Quieres jugar con Bob?". Cuando Lynch y sus colaboradores mostraban con cámara lenta esa disociación, rompían las costuras del desenlace y nos volaban la cabeza. Sin duda, al maestro de Montana le interesaban mucho más las preguntas abiertas que las soluciones. Él decía que la vida está llena de abstracciones, las cuales nos dan la posibilidad de desarrollar la imaginación y la intuición. 'Twin Peaks' profundiza en el envés de la vida, revelando los tormentos que se esconden bajo el caparazón de una localidad aparentemente idílica. Como sentenciaría Lady Leño, otro personaje de la icónica serie, "Las lechuzas no son lo que parecen".

Todo ese mundo misterioso ya estaba prefigurado en los primeros cortometrajes de Lynch —'El alfabeto' (1968) o 'La abuela' (1969)—, y alcanzaría su culmen en el largometraje 'Terciopelo azul' (1986), donde el imprevisto descubrimiento de una oreja humana en el pasto desencadenaría una compleja relación romántica. Es esa la misma película en que el rudo mafioso Frank Booth (Denis Hopper) se emociona al escuchar 'In Dreams', la balada sesentera de Roy Orbison. Para obtener placer sexual a partir de la violencia y del asesinato, ese villano inhalaba un extraño gas (¿nitrito de amilo?) de un bote de aerosol. Por cierto, en 'Terciopelo azul' aparece por vez primera uno de los sellos distintivos del universo lynchiano: las cortinas rojas.

Desde su casa de Los Ángeles, Lynch grababa breves informes meteorológicos que difundía a través de su cuenta de YouTube. El presentador de tupé plateado también dinamitaba los códigos de ese formato, estimulando la imaginación de la audiencia. Con motivo del 76 aniversario del desembarco de Normandía, relataría una pesadilla suya ambientada en ese contexto. Lynch encarnaba a un soldado alemán de 16 años que sería cosido a balazos por un militar estadounidense.

"Dejé caer mi rifle, me toqué las tripas y pude sentir cómo salía la cálida sangre. Lo siguiente que supe fue que mi cuerpo estaba muy, muy caliente. Después, que estaba de rodillas. Y después de eso, oscuridad total", contaba el director. Una sutileza pictórica: al describir el cielo nublado, Lynch trazaba un paralelismo entre el sueño y la realidad del presente. Así de libres eran sus informes meteorológicos. Igual que sus películas.

David Lynch obtuvo el Oscar de honor, recibió tres nominaciones como mejor director por la Academia ('El hombre elefante', 'Terciopelo azul' y 'Mulholland Drive') y ganó la palma de Oro de Cannes ('Corazón salvaje'). Pero el valor de un artista se mide, sobre todo, por la influencia de su lenguaje, y Lynch nos ha brindado un espacio para soñar. Casi nada.

(Publicado en El Progreso de Lugo, 20/01/2025).

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