Que no nos adormezcan con cantos de sirena: ningún triunfo deportivo traerá consigo la salvación de un país regido por incompetentes políticos que arrinconan la educación y la cultura. Valoremos el fútbol como lo que es: un deporte. Sólo eso. Dicho lo cual, nos alegramos de la hazaña de Iniesta (¡qué clase, qué delicadeza!) y compañía.
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