Releyendo una carta que escribí, con 18 años, a una muchacha, me topo con esta frase: “Tan rico estoy metafóricamente como pobre sentimentalmente”. ¡Cuánto desencanto desprendían aquellas palabras adolescentes! ¡Cuánta frustración! ¡Pero, también, cuánta sed de belleza, de vida...! ¿Acaso ser idealista no es sentirse a disgusto con la zafia realidad?
Una bella imagen de Hamilton.
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