—No. ¿Cuándo me viste llorar? Cuando me abandonó mi familia en el barco, ¿me viste llorar? ¿Lloré en el conventillo cuando no teníamos comida? Cuando se murió tu familia, no lloré; ni con la tuya, ni con la mía... Si cada vez que te dije, hubiese llorado, estaría más seca que este maní. Yo no lloro nunca; yo sigo avanti. Avanti antes y avanti siempre.
(Vientos de agua, J. J. Campanella)
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