Sabedor de mi espíritu romántico y de mi condición de poeta, un amigo se interesa por el prototipo femenino que uno tiene en el magín. Empleo no pocos calificativos para tratar de retratar a esa supuesta mujer: soñadora, sensitiva, refinada, sutil, dulce, ágil, tierna, sinuosa, expresiva, aniñada... Todo se reduce —creo— a tres palabras: Una muchacha isleña.
Fotograma de "Masculino femenino" (Jean-Luc Godard, 1966).
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