A través de la palabra reveladora —escribe Ricardo Gullón— "conocemos al hombre y en él su mejor condición: la viril ternura, la pasión de crear en el recuerdo lo pasado y lo presente; de revivir cada hora en la memoria, para que sucesos y seres cobren el relieve necesario y el amor o la amistad tengan nombre y fisonomía, concretándose en una voz, una mirada, un ademán plásticamente convocados en el poema."
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