Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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lunes, 15 de junio de 2020

UN ACTO DE FE

Según Álex Beard, experto en educación, los profesores deberían no sólo dominar su materia, sino también la ciencia del proceso cognitivo, donde la psicología de la motivación ocupa un lugar determinante. Y es que un alumno estimulado no se queda en la superficie; observa todos los matices de un problema, reflexiona e interviene.
Existen muchas dinámicas para motivar a los estudiantes. En mis clases de Expresión Oral y Corporal (materia de la licenciatura de Comunicación y Medios Digitales, que oferta Univalle), suelo proyectar varias secuencias del filme Spiderman: un nuevo universo. Un ejemplo sería aquel momento en que un timorato Miles Morales, mientras explora sus superpoderes, le pregunta a Peter Parker: “¿Cómo sabré cuando estoy listo?”. Y éste último le responde: “No lo sabrás; es un acto de fe”. Pues bien, si llevamos el agua a nuestro molino, interpretaremos ese diálogo de la siguiente manera: todo es posible si sabemos decirlo o hacerlo… y, en el ámbito de la comunicación, ‘decir’ equivale a ‘hacer’.
El pasado año, mediante esas clases motivacionales, muchos de mis alumnos fueron ganando confianza a la hora de hablar en público. Y el miedo escénico fue vencido definitivamente por bastantes muchachos cuando pusieron en práctica determinadas técnicas, como hacer que sus exposiciones giren en torno a tres o cuatro ideas principales y se concentren en ellas.
Otra técnica decisiva sería relativizar la acción; como afirma David Fischman, si observamos una mosca desde un microscopio puede parecernos un monstruo, pero si la vemos en su tamaño natural, la consideraremos un bicho insignificante. Mediante esa justa analogía, el conferencista peruano nos mentaliza de que a una exposición debemos darle sólo la relevancia que merece, ni más ni menos; ¿para qué tomarse tan a pecho 15 minutos de toda una vida?
Tras haber conseguido que los estudiantes adquiriesen templanza en la oratoria, comencé a canalizar el potencial que vi en ellos. Les hice reparar en la importancia del manejo corporal como complemento de la voz, para que, de ese modo, pudiesen expresar sin barreras las ideas y los sentimientos… y, obviamente, para que combatiesen la monotonía y persuadiesen al público.
Beard subraya que, en la psicología de la motivación, es primordial la práctica de la creación de comunidades, “porque el sentimiento de pertenencia es fundamental en el desarrollo emocional”. En ese sentido, para mí fue muy reconfortante direccionar tantos talentos durante los ensayos de un evento sociomusical, El rock: rebeldía y diversión, que se estrenó hace unos meses en Univalle. Bajo la atenta mirada de más de un centenar de asistentes, mis estudiantes desempeñaron con solvencia diferentes roles: cantante, bailarín, presentador, sonidista, trascendiendo el aula en la carrera del conocimiento. Algunas vocalistas entraron incluso en estado de catarsis.
Mis discípulos valoraron la contribución del rock a la ruptura de estereotipos sexuales; recordemos que, en los 60, las chicas aficionadas a este movimiento contracultural comenzaron a lucir habitualmente pantalones (sobre todo, jeans), una prenda que era de dominio masculino.
Realmente, el tratamiento natural de las emociones (y, en consecuencia, la tolerancia a la diversidad) es un elemento indispensable para que los alumnos se liberen de prejuicios o se sientan integrados; y así, la motivación en grupo resulta mucho más factible. Por eso en mi materia también leemos poesía –homo y heterosexual– en voz alta.
[Artículo publicado en Los Tiempos, 11/02/2020]

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