Es lamentable constatar que cada vez más
personas con estudios escriben y hablan de manera atropellada. No estructuran
sus oraciones de acuerdo a la sintaxis, porque sus ideas carecen de lógica.
Asimismo, les es indiferente emplear el término justo, la metáfora más
clarificadora… Cómo no pensar en el “hombre-masa” sobre el que escribió, con
tanto acierto, Ortega y Gasset. El filósofo madrileño incluía en esa categoría
social a todas las personas que no tienen afán de superación y que, carentes de
criterio propio, se sienten orgullosas de saberse idénticas a los demás:
mediocridad al cuadrado.
La gramática es mucho más que un envoltorio; no
se puede reducir a una cuestión superficial. Escribir correctamente significa que
eres detallista, exigente, “ubicado” (como dicen aquí, en Bolivia, cuando
alguien tiene buen juicio) y respetuoso con el lector, que, a fin de cuentas, te
entrega su tiempo.
Si encontramos la expresión precisa, no nos engañamos
a nosotros mismos. Y si no nos engañamos a nosotros mismos, existe menos riesgo
de que engañemos a los demás. El poeta francés Paul Valéry sostenía que la
sintaxis “es una facultad del alma”; yo también aplicaría esa magnífica frase a
la retórica, el arte de escribir y hablar con elocuencia.
(Publicado en El Progreso de Lugo, 13/04/2022)
No hay comentarios:
Publicar un comentario