“Madre mía, no llores: víveme siempre en sueño.
Vive, víveme siempre ausente de tus años, del sucio mundo hostil, de mi egoísmo de hombre, de [mis palabras duras.
Duerme ligeramente en ese
bosque prodigioso de tu inocencia,
en ese bosque que crearon al par tu inocencia y mi llanto.
Oye, oye allí siempre cómo te silba las tonadas nuevas tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el [sueño.”
(Del poema de Dámaso Alonso “La madre”)
en ese bosque que crearon al par tu inocencia y mi llanto.
Oye, oye allí siempre cómo te silba las tonadas nuevas tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el [sueño.”
(Del poema de Dámaso Alonso “La madre”)
Servidor con sus padres. Santiso, julio de 1993.
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