"¿Qué es lo que me proporciona, qué me ha dado siempre Cézanne? Una intensidad emocional singular que pocos de sus coetáneos me ofrecen, ni tan siquiera Van Gogh o Lautrec. Tiene que ver ese impacto con su esencialidad, su despojamiento, su antisentimentalismo, su rigor constructivo, su rectitud moral frente al lienzo, su gusto seguro y callado, sin exhibicionismos ni desbordamientos. Su ausencia, en fin, de cinismo y autocompasión" (Antonio Martínez Sarrión, Escaramuzas).
Mont Sainte-Victoire (1895), de Paul Cézanne. |
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