El más ambicioso de mis proyectos profesionales es, sin
duda, ‘Alma desnuda’, una serie sociojuvenil que denuncia la violencia de
género y que emitió la red televisiva nacional ‘ATB’ durante las últimas
semanas. Armar una obra de 75 minutos requiere esfuerzo y pasión a partes
iguales; pero tuve la fortuna de rodearme de un estupendo equipo, Univalle
Films, y todo salió adelante. El grueso de Univalle Films lo componen estudiantes
y recién titulados de Comunicación
y Medios Digitales; y Comunicación y Periodismo, carreras pertenecientes a la Universidad Privada del Valle. Me siento orgulloso del
talento y el compromiso de mis discípulos veinteañeros; durante los rodajes,
fue hermoso comprobar que todos navegábamos en la misma dirección, buscando un
equilibrio entre la denuncia social y la belleza estética inherente al cine.
‘Alma desnuda’ es una serie dramática, no documental, que,
sin embargo, está muy documentada. En el cochabambino colegio
San Rafael, Sergio Céspedes (mi compañero en las labores de guionización y
dirección) trabajó con dos grupos focales en aula —40
alumnos—, mediante un modelo de estructura participativa. El análisis de
datos reflejó lo arraigada que está la discriminación de género en la juventud
boliviana. La violencia sexual muestra a la mujer como víctima, pues los
varones adolescentes (70%) tienden a exigir tener relaciones sexuales como
prueba de amor con sus novias; y si estas no aceptan, ellos se enojan (80%).
Este trabajo investigativo nos sirvió de base para elaborar el guion de la
serie.
Contaré una anécdota ligada al proceso creativo de ‘Alma
desnuda’. Una tarde Céspedes y yo estábamos trabajando en mi oficina.
Convencidos de que nuestra serie debía trascender el lenguaje denotativo, nos
propusimos buscar un objeto que simbolizase la posesión de Roberto hacia Alma. Yo
traje a colación un símbolo que siempre me ha parecido muy expresivo: la camisa
que el filósofo José Ortega y Gasset le regaló, en 1949, al actor Gary Cooper.
Ambos se admiraban, y, en una carta, el autor de ‘La rebelión de las masas’ le explicaba
al protagonista de ‘Bola de fuego’: “Mi vida ha sido muy dura, pero a despecho
de eso he sido capaz de convivir con lo que podríamos llamar una felicidad
permanente. Que esa camisa sea como un amuleto que le quite la melancolía si
alguna vez ésta se apodera de usted”. Después de haberle leído esas líneas al
codirector, ambos comenzamos a reparar en nuestras vestimentas. Aquella tarde
hacía frío y yo llevaba puesta una chalina; nos concentramos en ella y nos
preguntamos qué podría simbolizar en el contexto de la serie; entonces, imaginamos
al chico maltratador (Roberto, interpretado por Jhoseph Elías) poniéndole esa
prenda a su novia (Alma, encarnada por Luana Arce): fue ahí cuando encontramos
el ansiado símbolo de la opresión, eje vertebrador de la serie. Inmediatamente,
nacieron estas líneas de diálogo: “Quiero que esta
chalina sea tu amuleto, que te quite el miedo a volar cuando viajes a Buenos
Aires, y que, cuando la pongas, te acuerdes de mí”. En efecto, la anécdota de Ortega y Cooper nos inspiró
harto. Paradójicamente, aquella camisa expresaba un significado positivo —la felicidad—, mientras que nuestra
chalina presenta connotaciones negativas, pero necesitábamos un referente
simbólico de gran alcance.
De ese modo, utilizando los recursos expresivos del cine
y alejándonos del tono panfletario,
pretendimos conectar de un modo más ameno con la juventud.
(Gracias, Raize, por el título de este artículo).
[Publicado en Opinión, 22/12/2021].
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