Esta Noelia (mundialmente conocida por haber protagonizado un vídeo pornográfico casero) podrá ser sexual o carnal, pero dudo mucho que desprenda algún tipo de sensualidad, que sugiera, que explore las fronteras de su cuerpo… Todo lo contrario: hablando o posando (el verbo sustituye aquí al gesto, y viceversa) siempre muestra. En el erotismo, se necesitan, en efecto, no pocas gotas de elegancia, imaginación, juego, seducción y misterio, a fin de alcanzar la voluptuosidad. ¿Un ejemplo literario? “Lúbrica polinesia de lunares / en la pulida mar de tu cadera.” (Ángel González). En la pornografía, por el contrario, vale lo chabacano, lo insulso, lo exagerado… Y ahí es donde se mueve Noelia, quien tal vez sea disléxica (es evidente la paronomasia que brota entre los vocablos sensual y sexual), inculta… o simplemente tenga mal gusto.
A propósito, el maestro Valle-Inclán prefería la incultura al mal gusto. En las páginas de la revista La Esfera (1905), el autor de Luces de bohemia se justificaba de la siguiente manera: “Un público inculto tiene la posibilidad de educarse y ésa es la misión del artista. Pero un público corrompido (…) es cosa perdida”. Tan cierto como terrible.
La Noche Americana, 28/02/2011


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