La Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética de la Universidad de Santiago, dirigida por el poeta y estudioso valentista Claudio Rodríguez Fer, acaba de publicar, en cuidada edición de este último, Valente vital (Ginebra, Saboya, París). Se
trata del resultado de una larga investigación en la vida y en la obra del
escritor ourensano, para la que se dispuso de la importante biblioteca y del
riquísimo archivo del autor estudiado, consistente en decenas de dosieres,
cientos de manuscritos y más de diez mil cartas, aparte de numerosas
entrevistas con parientes y amigos.
Valente vital
(Ginebra, Saboya, París), debido a Claudio Rodríguez Fer, Tera Blanco de Saracho y María Lopo,
aborda el período de madurez del poeta prosiguiendo el camino iniciado, también
con la dirección del primero, por Valente
vital (Galicia, Madrid, Oxford), elaborado por el propio Rodríguez Fer,
Marta Agudo y Manuel Fernández Rodríguez, que trataba de la infancia y juventud
del autor en cuestión. La nueva obra se compone de más de quinientas páginas
presididas por el logotipo cedido por Antoni Tàpies a la Cátedra Valente y por
un dibujo de Baruj Salinas, pintores ambos amigos y colaboradores del poeta.
Claudio Rodríguez Fer y Tera Blanco de Saracho (poetas,
ensayistas y profesores de Literatura Española) se ocuparon del más de un
cuarto de siglo pasado por Valente en Ginebra y en la Alta Saboya francesa
mientras ejerció como funcionario internacional de la OMS. Por su parte, María
Lopo (doctora en Literatura Francesa, además de profesora y ensayista)
investigó la época pasada por Valente en París, donde el poeta dirigió
servicios de traducción de la UNESCO.
Consecuentemente, en la parte dedicada a Ginebra se trata
de la participación de Valente en los organismos internacionales y en la vida
cultural y artística de Suiza, pero también de importantes relaciones
personales con decenas de escritores españoles e hispanoamericanos tan
significativos como Cortázar, Costafreda, Calvert Casey o Westphalen. Además de
dar detallada cuenta del magisterio ejercido sobre él por el exiliado Alberto
Jiménez Fraud (fundador de la Residencia de Estudiantes) y por la filósofa
también exiliada María Zambrano, cuya relación fue decisiva para ambos. Asimismo,
se tratan asuntos sociales y políticos de especial trascendencia, como su
relación con la oposición antifranquista, tanto a través de la memoria
histórica (maquis español, brigadismo internacional) como de la participación
directa (exilio y solidaridad política antifascista, colaboración con los emigrantes gallegos), contexto en el que se documenta
con material de primera mano el consejo de guerra al que fue sometido por la
dictadura franquista, único causado por un escrito literario.
En la parte dedicada a París se comienza por el intenso
impacto producido por la primera visita del poeta a dicha capital cultural
europea en su juventud, para luego relatarse los contactos que mantuvo en ella
durante décadas con el editor José Martínez y las Ediciones de Ruedo Ibérico y
con amigos escritores tan íntimos como Juan Goytisolo o José-Miguel Ullán. Especial
atención se dedica a la instalación y relaciones de Valente en París como
funcionario de la UNESCO, donde conoció al poeta argentino y permanente amigo
Juan Gelman. Y, por supuesto, se trata de la presencia de la cultura francesa
en su obra y viceversa, incluyendo sus traducciones del judío Edmond Jabès, sus
colaboraciones con Bernard Noël o las versiones al francés de su obra
realizadas por Jacques Ancet.
Valente vital
(Ginebra, Saboya, París) sucede a un nutrido conjunto de obras de referencia publicadas por la
Cátedra Valente, debidas a especialistas de Europa, América y África, algunos
muy amigos del poeta, como Antonio Gamoneda, Juan Goytisolo, Andrés Sánchez
Robayna o Claudio Rodríguez Fer.
José Ángel Valente y Claudio Rodríguez Fer.
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