Ráfagas de amor y despecho. Silencios. Aplausos. Músicas. Musas. Dedicatorias. Evocaciones. Ensoñaciones. Melancolías. Abrazos. Miradas. Lágrimas. Gracias al medio centenar de personas (la cifra es aproximada) que me acompañaron ayer en la presentación de Camas de hierba (mi ópera prima) en Vegadeo. Me sentí como en casa. Viajé al territorio mítico, lúdico y lírico de mi niñez. Y regresé con más fuerza que nunca.
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