Los macarras que normalizaron el uso del castellano en el entonces analfabeto rock and roll patrio (por género y por calidad), los románticos que chulearon a tu piba con versos cuando menos sugerentes («De rodillas, por detrás, / es como te gusta más»), los bandidos que sintonizaron a su queridísimo Eric Burdon en medio de un atraco (iluso de ti si creías aquello de «ya no ocurrirá jamás»), están de enhorabuena: la multinacional Warner Music acaba de reeditar «Dulces dieciséis» (qué atrevimiento), un disco acústico de grandes éxitos que la modesta Music Bus publicó hace un par de años. Confieso que no me esperaba semejante acto de misericordia en un país que odia lo auténtico, donde escribir es, como hubiera dicho Panero, «beber la rabia del que no se resigna / a morir en las esquinas».
Tras este autocomplaciente prefacio, el avispado «fotologger» se preguntará: «¿De quién coño está hablando este tío?». Vale, ya sé, debo desvelar, por mucho que me duela, algún dato biográfico: viven en el madrileño barrio de La Elipa, visten de negro y se hacen llamar, qué feliz contraste, «Burning». Con un poco de suerte, Johnny Cifuentes (el líder de la banda) se presentó este sábado en Piedras Blancas así: «Tú no sabes quién soy, / pero has oído mi nombre, / que suena en todas partes / como un huracán». Y es que «Jim Dinamita» (no se podía llamar de otra forma el alter ego de Johnny) no canta, sino que desnuda, chulea y arrastra las palabras. Como el «bardeo» y la «recortá».
En ese sentido, el último trabajo de «Burning» demuestra que un «stripped» no tiene por qué envidiar la energía del enchufe (recordemos, por ejemplo la dylaniana «All along the watchtower», que, con un solo estridente de armónica y una guitarra acústica de fondo, tiene más fuerza que la mayoría de canciones heavys). Además, los punteos acústicos y los pianillos de terciopelo desnudan más, si cabe, el lado romántico del grupo madrileño («Una noche sin ti», «Como un huracán»...). No obstante, haciendo gala de esta rockera sinceridad, debo reconocer, entre las «Dulces dieciséis», la existencia de canciones que, por su descaro, son inevitablemente eléctricas («Esto es un atraco», con la acertada colaboración de Quique González, pero sin los necesarios solos de saxo, es el ejemplo más notorio).
A finales de los setenta, Pepe Risi (el popular guitarrista de «Burning», fallecido hace diez años) se extrañaba al ver a aquella «mujer fatal» frecuentando el «Drugstore». Hoy, paradojas de la vida, alguna de esas chicas que sueñan con Morfeo (y dan, por ende, bastante «Pereza») tal vez se atreva a tararear ante los abuelos de La Elipa aquella canción que los hizo famosos. Pero un grupo salvaje, por muchas muertes que arrastre, nunca se rinde si tiene historias que contar. Y es que, como espetaba Billy the Kid a Patt Garrett en el bello filme de Peckinpah, «Los tiempos habrán cambiado, pero yo no». La canción, pues, pertenece a Toño, a Risi, a Johnny y a tantos otros que nos resistimos a cantar en play-back.HÉCTOR ACEBO - La Nueva España, 31/12/07
Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo
lunes, 31 de diciembre de 2007
Qué hace una chica como tú ...
domingo, 30 de diciembre de 2007
100 canciones para la eternidad: 26.- «Man in black» (Johnny Cash)
100 canciones para la eternidad: 25.- «Mr. Tambourine Man» (Bob Dylan)
Echamos en falta, en esta versión, los punteos de la guitarra eléctrica. Pero nos seguimos rindiendo, qué duda cabe, ante el profeta.
sábado, 29 de diciembre de 2007
100 canciones para la eternidad: 24.- «The partisan» (Leonard Cohen)
viernes, 28 de diciembre de 2007
100 canciones para la eternidad: 23.- «Under my thumb» (Rolling Stones)
100 canciones para la eternidad: 22.- «Men in helicopters» (Adrian Belew)
jueves, 27 de diciembre de 2007
100 canciones para la eternidad: 21.- «Helpless» (Neil Young & The Band)
martes, 25 de diciembre de 2007
«Maribel» no quiere viajar a Soria
Que Jaime Urrutia es un artista personal nadie lo discute. Desde el principio de su carrera, con «Ejecutivos Agresivos», nadaba al margen de las corrientes británicas (lo suyo siempre ha sido la cultura castiza, no en vano su padre era un crítico taurino) que algunos quisieron adoptar como propias. En tiempos de la movida madrileña, nació precisamente el grupo que le hizo famoso, «Gabinete Caligari». Ya en su primer concierto hicieron gala de una personalidad cuando menos alternativa («Somos Gabinete Caligari y somos fascistas», llegó a afirmar Jaime con atrevimiento) que les ayudó, para bien o para mal, a hacerse conocidos.
En efecto, la personalidad que desgrana Urrutia en su música es equiparable al conocido incidente. Quiero decir que, a partir de la primera escucha de «Enjoy» (su actual trabajo), el adolescente que comienza a conocer a este hombre (recordemos que Dani, de «El Canto del Loco», o «Pereza», entre otros, se suman, para variar, a semejante acontecimiento) se dará cuenta de que la voz del autor de «Patente de corso» (2002) resulta, cuando menos, empalagosa. De ahí que Jorge Drexler coja las riendas de «Pitusa» para reinventar, de algún modo, la cansina interpretación del «rockero torero», como han denominado algunos a Urrutia.
Pero no nos engañemos. Canciones como «Camino Soria» (es vibrante la interpretación de Eva Amaral -por fin la música adolescente aporta algo significativo más allá de los «Fotologs»-), tanto por su originalidad -no se habla del «Penta», sino de Bécquer y de Machado- como por su cadencia (¿es una melodía o un viaje?), forma parte del mejor pop-rock patrio. Lástima que «Maribel» y «Mari Pili» piensen lo contrario...
HÉCTOR ACEBO - La Nueva España, 27/12/07
lunes, 24 de diciembre de 2007
domingo, 23 de diciembre de 2007
sábado, 22 de diciembre de 2007
100 canciones para la eternidad: 16.- «Cantares» (Joan Manuel Serrat)
«Al andar se hace camino, / y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar....». Con estos versos machadianos en voz de Serrat, terminaba el capítulo de este jueves de Cuéntame cómo pasó. En fin, como decía el Carlitos adulto (Carlos Hipólito): «Conocimos a un poeta en vez de despedirnos de un dictador».
viernes, 21 de diciembre de 2007
jueves, 20 de diciembre de 2007
miércoles, 19 de diciembre de 2007
martes, 18 de diciembre de 2007
lunes, 17 de diciembre de 2007
La brújula es de latón, no de oro
La feroz pelea entre dos enormes osos polares podría servir como metáfora del film de Chris Weitz: los artificios intentan ocultar una pésima adaptación de La materia oscura de Phillip Pullman. En efecto, resulta cuanto menos paradójico que una obra pensada por y para los niños se sitúe en un lugar del tiempo indeterminado por donde desfilan, en muy pocos minutos, cantidad de nombres y conceptos (aleliómetro, tribu de los Giptianos, “dimons”…) con los que se extravía hasta el adulto más navideño. Tanto en el Polo Norte como en el dichoso Magisterio.
Por otra parte, la banda sonora resulta empalagosa y, en consonancia con las imágenes (que revelan unas poses retocadas con Photoshop), da la impresión de que todo ya está inventando. Hasta ahí todo bien (o no del todo mal)... Pero en La brújula dorada, por qué no decirlo, todo ha empeorado. Se echa en falta, pues, la frescura de otros inventos consumistas recientes (pienso en Las crónicas de Narnia) que, aunque puedan parecer inútiles estuches dorados, resultan dignos para ver (y soñar) con nuestros hijos.
Llegados a este punto, da la impresión de que se han querido condensar muchas páginas en poco metraje. De ahí ese oportunista final anticlimax que intenta mantener abierta la tensión (por llamarla de algún modo) de una historia cuyo envoltorio está recubierto de latón, no de oro. Dudo mucho que los niños atormentados (entre los que me incluyo) estén dispuestos a continuar la saga…
domingo, 16 de diciembre de 2007
Es necesario
Para que surja un artista es necesario
que concurran algunas circunstancias como éstas:
que su familia esté bien avenida
que la madre no cuente sus desastres
que el padre deje de comportarse como un bestia
que el tirano de turno ame los libros
que los periodistas sean misericordiosos
que nadie defraude las esperanzas
que no se hable de derechos humanos
que cierren los colegios y las cárceles
que todo el mundo pueda pisar el césped
que ningún hombre quiera salvar a los demás.
Y en fin para que surja un artista se precisa
que nazca un niño y luego no muera del disgusto.(JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO: Sobre las circunstancias, ed. Lumen, 1983)
sábado, 15 de diciembre de 2007
viernes, 14 de diciembre de 2007
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Depositarios de la cultura tradicional
martes, 11 de diciembre de 2007
Escenas memorables de Peckinpah (II)
PATT GARRET: Es como si los tiempos hubiesen cambiado...
BILLY: Los tiempos quizás, pero yo no.
En Patt Garrett and Billy The Kid (Sam Peckinpah,), Dylan ejerce de trovador, lo cual da a la película un aire romántico: a pesar de que la sociedad nos intente convertir en máquinas, los valores más arcaicos perviven dentro de nosotros. Eso lo sabía Billy, e incluso Patt Garrett, que intenta romper su propio reflejo (memorable la escena del final) porque sabe que la muerte de Billy será también su muerte: el fin de una época en la que él no tiene cabida.
Escenas memorables de Peckinpah (I)
-Eso sí que se me hace difícil de creer.
-No tan difícil. Todos soñamos con volver a ser niños, incluso los peores de nosotros. Tal vez los peores más que nadie.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Así parece
Acusado por los críticos literarios de realista,
mis parientes en cambio me atribuyen
el defecto contrario;
afirman que no tengo
sentido alguno de la realidad.
Soy para ellos, sin duda, un funesto espectáculo:
analistas de textos, parientes de provincias,
he defraudado a todos, por lo visto;
¡qué le vamos a hacer!
Citaré algunos casos:
Ciertas tías devotas no pueden contenerse,
y lloran al mirarme.
Otras mucho más tímidas me hacen arroz con leche,
como cuando era niño,
y sonríen contritas, y me dicen:
qué alto,
si te viese tu padre...,
y se quedan suspensas, sin saber qué añadir.
Sin embargo, no ignoro
que sus ambiguos gestos
disimulan
una sincera compasión irremediable
que brilla húmedamente en sus miradas
y en sus piadosos dientes postizos de conejo.
Y no sólo son ellas.
En las noches,
mi anciana tía Clotilde regresa de la tumba
para agitar mi rostro sus manos sarmentosas
y repetir con tono admonitorio:
¡Con la belleza no se come! ¿Qué piensas que es la vida?
Por su parte,
mi madre ya difunta, con voz delgada y triste,
augura un lamentable final de mi existencia:
manicomios, asilos, calvicie, blenorragia.
Yo no sé qué decirles, y ellas
vuelven a su silencio.
Lo mismo, igual que entonces.
Como cuando era niño.
Parece
que no ha pasado la muerte por nosotros.
(ÁNGEL GONZÁLEZ: Poemas)________
- Texto: ÁNGEL GONZÁLEZ
- Imagen: E. MUNCH, Calle en Aasgaardstrand
viernes, 7 de diciembre de 2007
San Tirso del Eo premia con el «Terra Viva» a Eugenio García y a María Bouza
El matrimonio recibe el galardón por contribuir a conservar la música tradicional
O Piñeiro (San Tirso de Abres),
Héctor ACEBO BELLO
La asociación cultural San Tirso del Eo, de San Tirso de Abres, entrega hoy el galardón «Terra Viva 2007» a un matrimonio del concejo, el formado por Eugenio García Freije y María Bouza Acevedo, por su «contribución a la no extinción de la música tradicional y de la literatura oral». Así lo explicó Ángel Prieto, presidente del colectivo. El acto, que comenzará a las seis de la tarde, se celebra con motivo de la III Esfolla do maíz, que organiza la asociación San Tirso del Eo a fin de recuperar la tradición cultural de la comarca.
Eugenio García Freije y María Bouza Acevedo, vecinos de O Piñeiro (San Tirso de Abres), ya forman parte del legado cultural del noreste peninsular como intérpretes de cantares, romances, canciones y coplas. De ahí la entrega del galardón «Terra Viva», que desde hace tres años otorga el colectivo santirseño «a una persona o institución con una trayectoria relevante en la preservación y exaltación de la cultura tradicional propia de la comarca Eo-Navia», en palabras de Ángel Prieto. Una de las últimas actuaciones de Bouza tuvo lugar hace apenas unas semanas, con motivo de un programa especial que una cadena de televisión dedicó al cancionero popular asturiano.
Esfolla
Por otra parte, la asociación cultural San Tirso del Eo celebra esta tarde en O Chao, capital del concejo santirseño, la III Esfolla do maíz a fin de recuperar la tradición ancestral de la cosecha. A las seis de la tarde se procederá a la entrega del galardón «Terra Viva» a Eugenio García Freije y a María Bouza Acevedo. Siguiendo con el programa previsto, a las nueve y media de la noche los amantes del buen comer podrán disfrutar, a cambio de 9 euros, de un menú compuesto por zorza (picadillo de cerdo), fillogas y bebida. El conjunto «Folgazais», de Vegadeo, y el Coro «San Tirso del Eo», de San Tirso de Abres, amenizarán el evento. Según cuenta Ángel Prieto, presidente de la asociación San Tirso del Eo, también habrá interpretaciones musicales de un colectivo de ancianos de la residencia de Vegadeo.
martes, 4 de diciembre de 2007
A propósito de Mi hermano es hijo único (D. Luchetti, 2007)
Dejando a un lado crónicas amarillentas, lo realmente llamativo reside, sin duda, en la intensidad con la que dotan Petraglia y Rulli (guionistas, también, de otro film de Luchetti, La voz de su amo) a los hermanos. ¿Cómo lo consiguen? Mezclando la comedia con los sentimientos. Luchetti, por su parte, espía cualquier movimiento del callejón. Y, como un alumno aventajado de la escuela neorrealista, no se posiciona políticamente, sino que deja que las imágenes que capta su ojo hablen con voz propia.
¿Cuál es el error que comete el director? Creer, en ciertos momentos, que está rodando una serie televisiva (la influencia de Cuéntame como pasó –voz en off incluida– es enorme) en lugar de un largometraje de tal calibre. Y no me refiero solamente a las manidas escenas de violencia callejera, sino también a unas charlas costumbristas que se alargan, como las ideas de la época, más de lo previsto. ¿Qué se echa en falta para compensar el supuesto vacío? Profundizar, por ejemplo, en problemas sociales tan básicos como el terrorismo.
De todas formas, el emotivo final compensa las carencias de la adaptación de la novela (El fasciocomunista) de Pennachi. Me refiero, claro está, a la pasión que estalla cuando Azzio se cuela en la mente de su hermano, a fin de otorgar al proletariado las llaves de una vivienda digna que el corrupto gobierno les había prometido años atrás. “Nunca había tenido un balcón: metía las macetas en las bañeras”, dice, emocionada, al abandonar su choza, la madre de los hermanos.
Manrico ya está muerto. La revolución, también. Pero, más allá de la confusión política, hay un hijo único que es capaz de poner voz a las peleas (que se tornan en abrazos) de dos hermanos.