Me dice, vía Twitter, una sensitiva lectora: "Para mí, el erotismo, en la poesía, no radica en decir pubis o sexo, sino en que sin hablar de ello se despierte la fibra más íntima de la sensualidad". Yo diría que, para avivar la pasión amorosa o el deseo sensual, no es necesario, desde luego, que el poeta aluda explícitamente al pubis o al sexo. Siempre he creído que el erotismo ennoblece el cuerpo, sí, pero también el magín. Lo expresó estupendamente Octavio Paz en su ensayo La llama doble (1993):
El erotismo es la dimensión humana de la sexualidad, aquello que la imaginación añade a la naturaleza. Un ejemplo: la copulación frente a frente, en la que los dos participantes se miran a los ojos, es una invención humana y no es practicada por ninguno de los otros mamíferos.
Al contrario que la pornografía (una mera muestra, a menudo vulgar), el erotismo sugiere, insinúa, crea una simbología (combinable, desde luego, con un léxico directo) y nos invita a soñar... Y es así, gracias a la voluntad de la mirada, cómo el creador erótico trasciende lo efímero. En uno de mis últimos poemas, escribí:
(...) para mí
eres esa niña
vocación de mirar,
esa caricia niña
como el sol del claustro.
Yo cantaba a una hermosa muchacha, pero la protagonista de esos versos bien podría ser la propia poesía...
2 comentarios:
Siempre en palabras de Octavio Paz:
"...el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal". (La llama doble).
“El agente que mueve lo mismo al acto erótico que al poético es la imaginación. Es la potencia que transfigura al sexo en ceremonia y rito, al lenguaje en ritmo y metáfora”. (ob.cit.)
¡Magníficas citas! Gracias por habérmelas recordado. Ese ensayo de Paz lo cito en el prólogo de mi poemario.
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