Algún día tal vez escriba un guión cinematográfico sobre las andanzas de una joven pareja. Creo que en determinados momentos (quizás por influencia de Bergman, de Godard o de Lynch) rompería la narración en beneficio de la lúdica: verbigracia, me encantaría que los protagonistas bailasen este sensual «cha-cha-chá» del legendario Sam Cooke:
Si el hipotético director rodase dicha secuencia musical, me sentiría verdaderamente afortunado. Cuántas veces he imaginado el tiempo detenido en esa voz galante («To me you are so beautiful, / Beautiful as a song»), en esas miradas traviesas, en esas piernas elásticas, en esa cintura femenina a la que uno querría enzarzarse...
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