Éstos son los míos. Una abuela cuya calma
amansa a los lobos. Un abuelo que apenas ha leído un libro y que, sin embargo,
conoce todos los misterios del bosque. Una tía cuyo arrugado rostro era el mapa de
la emoción... Éstos son los míos. Y yo, en el momento de la fotografía*, no
podía hacer otra cosa que admirarlos. Me sentía protegido al lado de ellos. Exactamente igual que ahora.
*La imagen fue tomada en Robaín (Santiso), en septiembre de 2000.
2 comentarios:
Ese breve comentario que escribes sobre la foto familiar me confirma lo que intuí hace unos días: ¡eres una gran persona!
Muchísimas gracias, de verdad. Por la lectura y por el reconfortante elogio. Ojalá sea verdad lo que dices...
Un abrazo poético,
Héctor.
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