Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
-Correo: acebobello@gmail.com
-Instagram: @hectoracebo
-Twitter: @HectorAcebo

domingo, 25 de febrero de 2007

Viajes a ninguna parte

Después de haber degustado Cabeza borradora -increíble visión surrealista sobre la paternidad no deseada- y Terciopelo azul, este fin de semana he podido ver Carretera perdida, quizás la película más enrevesada -todavía no he visto Mulholland Drive- del gran David Lynch... Seguramente muchos no acabarían de ver Carretera perdida, estamos acostumbrados a que el cine tenga una estructura lineal, que nos cuente algo que todos podamos entender, etcétera... Pero todas las obras de arte, a mi juicio, deben traspasar ese umbral que separa la realidad de la ficción. Lynch juega con el espectador, destruye, en una aparente película de suspense, todas las pistas que podamos tener, nos maneja a su antojo e intenta que busquemos una inútil solución a todo lo que está ocurriendo en la gran pantalla... No voy a comentar nada en concreto sobre esta película, os recomiendo que la veáis... Nos perderemos en la carretera lynchiana, pero merecerá la pena: visitaremos paraísos a los que, difícilmente, tendríamos acceso en la vida real.

________

Imagen: Patricia Arquette en Carretera perdida (1997)

viernes, 16 de febrero de 2007

Un poema de Eugénio de Andrade

Blanco en lo blanco

Haz una llave, aunque sea pequeña,
entra en la casa.
Consiente en la dulzura, ten piedad de
la materia de los sueños y de las aves.

Invoca el fuego, la claridad, la música
de los flancos.
No digas piedra, di ventana.
No seas como la sombra.

Di hombre, di niño, di estrella.
Repite las sílabas
donde la luz es feliz y se demora,
vuelve a decir: hombre, mujer, niño.

Donde la belleza es más nueva.

lunes, 12 de febrero de 2007

Un artículo de Manuel Rivas

La noria

En la Oda triunfal, el señor Pessoa, por boca de Álvaro de Campos, viene a decir: "En la noria del fondo de mi quinta, el burro da vueltas y vueltas. Y el misterio del mundo tiene el mismo tamaño". Esa es la clave. La noria. También en el fondo de esta era de España hay una noria. El burro da vueltas y vueltas. El círculo que traza no es muy grande, ajeno al espacio de realidad donde vive la gente, pero desprende la hipnótica impresión de que todo lo abarca. Así, al señor Pérez Tremps no lo han recusado sus colegas conservadores del Tribunal Constitucional. No se trata de un asunto a dilucidar por el intelecto, como demuestra el hecho de que esos mismos magistrados habían rechazado con anterioridad la recusación. Además, Pérez Tremps no escribió su trabajo para la reforma del Estatuto catalán sino antes de que se pusiera en marcha ese proceso. ¿Qué sucedió entonces? La noria. La inercia imperativa de la noria tiene ese efecto de modificar voluntades, curva a curva, haciendo creer que uno piensa lo mismo que cuando pensaba lo contrario. Hay tiempos históricos en que suceden cosas que luego resultan inexplicables, incluso para los que tomaron las decisiones causales. ¿Por qué se montó el caso Dreyfus o se desbocó el maccartysmo? Por la noria. ¿Por qué se ha vuelto a "expulsar" a Unamuno y ratificar al tirano como "alcalde honorífico a perpetuidad" de Salamanca? ¡La noria, señoras y señores! El movimiento tenaz, abductor, de la noria. La noria te descentra totalmente, aunque estés convencido de que no te mueves. Crees estar leyendo, pero lo que hacen tus ojos es vigilar. Ya lo decía Bufalino de los autores contemporáneos en El malpensante: "El escritor no lee a sus colegas: los vigila". Todos somos víctimas de la noria. Aznar se apuntó a un disparate bélico que en su día nos colocó de diana y que ha transtornado el mundo y su futuro. Ahora lo escucho conmovido. Me recuerda al valeroso soldado Schwejk, pero en superior. Fíjense. Después de todo lo que ha pasado, después de apoyar semejante guerra por un falso señuelo, él mantiene una envidiable sonrisa. La culpa es de la noria. El burro da vueltas y vueltas. Y en el fondo del pozo ríe la nada.

(El País - 10/02/2007 )

domingo, 11 de febrero de 2007

El creacionismo de Huidobro


El señor Vicente Huidobro fue el inventor del creacionismo, un movimiento que abandonaba toda pretensión de imitación de la naturaleza, con el objetivo de forjar imágenes nuevas y autónomas que no tuviesen que ver con la realidad, rompiendo el propio discurso poético: "Hemos cantado a la Naturaleza (cosa que a ella bien poco le importa). Nunca hemos creado realidades propias, como ella lo hace o lo hizo en tiempos pasados, cuando era joven y llena de impulsos creadores", escribe Huidobro. Un ejemplo claro de esta filosofía es su obra Altazor, en donde el poeta quiere ser Adán: con su canto va creando el mundo.
El poema que he escogido, "Arte poética", nos enseña, entre otras cosas, a cuidar la palabra, el bien más supremo que poseemos los humanos para expresar, universalmente, nuestros sentimientos. Mimemos el verbo, sigamos los consejos del "pequeño Dios" -así denomina Huidobro al poeta-: construyamos mundos, pero pensemos bien las cosas antes de realizar, de poner en práctica el lenguaje... Un par de versos pueden hacernos soñar; un par de insultos pueden destruir el corazón. No olvidemos, como "hacedores" -César Vallejo dixit- nuestra finalidad: la creación.



Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.
Una hoja cae;
algo pasa volando;
cuanto miren los ojos, creado sea,
y el alma del
oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el
adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el cielo de los versos.
El
músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos
menos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.
¿Por qué
cantáis la rosa, oh, poetas?
¡Hacedla florecer en el poema!

Sólo
para vosotros
viven todas las cosas bajo el sol.
El poeta es un pequeño
Dios.


(VICENTE HUIDOBRO)

miércoles, 7 de febrero de 2007

Dones de la ebriedad


CLAUDIO RODRÍGUEZ
Ahí mismo
Te he conocido por la luz de ahora,
tan silenciosa y limpia,
al entrar en tu cuerpo, en su secreto,
en la caverna que es altar y arcilla,
y erosión.
Me modela la niebla redentora, el humo ciego
ahí, donde nada oscurece.
Qué transparencia ahí dentro,
luz de abril,
en este cáliz que es cal y granito,
mármol, sílice y agua. Ahí, en el sexo,
donde la arena niña, tan desnuda,
donde las grietas, donde los estratos,
el relieve calcáreo,
los labios crudos, tan arrasadores
como el cierzo, que antes era brisa,
ahí, en el pulso seco, en la celda del sueño,
en la hoja trémula
iluminada y traspasada a fondo
por la pureza de la amanecida.
Donde se besa a oscuras,
a ciegas, como besan los niños,
bajo la honda ternura de esta bóveda,
de esta caverna abierta al resplandor
donde te doy mi vida.
Ahí mismo: en la oscura
inocencia.

viernes, 2 de febrero de 2007

Yo nací un día que Dios estuvo enfermo


CÉSAR VALLEJO
Espergesia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.