Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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sábado, 29 de noviembre de 2008

La asociación San Tirso del Eo otorga el premio «Terra viva» a Pepe el Ferreiro

San Tirso de Abres, Héctor ACEBO
(La Nueva España, 29-11-08)

La asociación cultural San Tirso del Eo, de San Tirso de Abres, ha premiado con el galardón «Terra viva» a José Naveiras, «Pepe el Ferreiro», creador y director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime.

Ángel Prieto Souto, presidente del colectivo santirseño, destaca que Pepe el Ferreiro «lleva más de cuarenta años luchando por (y para) la preservación de la cultura tradicional», y añade que «fue el primero en recuperar trastos viejos (al menos así se consideraban entonces) para ponerlos en valor y exponerlos en el que ahora es el Museo Etnográfico más importante de la cordillera cantábrica».

El premio «Terra viva» se concede desde hace cuatro años y se entrega coincidiendo con la celebración de la esfoya de maíz, el 7 de diciembre, en la capital santirseña, evento que este año alcanza su quinta edición.

martes, 25 de noviembre de 2008

¡Homérico!



Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 25/11/08)
La gama de su voz, poderosamente dramática (y… ¡uf!, tengo que pensar el segundo calificativo: si lo encuentro, os lo digo al final) en la interpretación, pasa del rugido al susurro, del gemido al rezo, del mutis al llanto perturbador, con pasmosa naturalidad… Cualquiera de los mortales que en alguna ocasión haya escrito algo sobre la música de Van Morrison (Belfast, Irlanda, 1943) no tiene perdón. Desorientamos al lector (yo el primero, así que no me voy a extender demasiado), porque, extasiados, siempre se nos escapa alguna palabra en nuestro intento de ordenar una expresión que regurgita infinitud de sentimientos y sensaciones.

En efecto, la belleza de su ópera prima, Astral weeks –que acaba de cumplir cuarenta años (quién lo diría, pues no ha envejecido, sino que parece rejuvenecerse), motivo por el cual el León de Belfast ofreció los días 7 y 8 de este mes en Los Ángeles dos conciertos conmemorativos, que incluirá en un álbum recordatorio– es totalmente inclasificable. Muchos críticos han escrito al respecto algo así como: Las ensoñaciones folk de Morrison son interpretadas soberanamente por un quinteto de jazz. Vamos a ver, los créditos de Astral weeks confirman esa afirmación, pero, ¿qué pasa con la bravura soul de su maestro Ray Charles, con la poesía romántica (me da lástima que este adjetivo haya degenerado tanto con el paso del tiempo) de Yeats o con el singular travestismo de “Madame George”? Y es que la prodigiosa garganta de Van, the Man es capaz de aglutinar a la humanidad entera en menos de 50 minutos.

Harto de tantos manuales que aplastan, a menudo, el sentimiento (hoy sabemos que Astral weeks se grabó en apenas 24 horas y que el León de Belfast nunca dijo a sus músicos, según cuenta Richard Davis –el superdotado bajista del quinteto–, qué quería que hicieran: de ahí que optasen por derramar, en la línea del cantante, sus sentimientos a borbotones), el curso pasado di a conocer a una de mis (poquísimas) compañeras melómanas –o curiosas en cualquier sentido vital, más allá del Tuenti, el botellón y Los 40 Principales: ya no pido tanto– la época grandiosa de Van Morrison. Hablo de Them (el grupo salvaje de ryhthm and blues que lideró el irlandés a mediados de los 60), de la celebración de la vida que es Moondance (1970), del homenaje a los soulmen del otro lado del charco (Saint Dominic’s Preview, 1972), del estallido incontrolable de It’s too late to stop now (uno de los mejores álbumes en directo de la música contemporánea, admirable fusión –y confusión– de géneros, 1974) y, por supuesto, de Astral weeks (1968). “Tiene una voz un tanto aguda, aunque su registro es sobrenatural, como si la rabia y el amor se diesen la mano…”, musitó mi compañera. Se diría que estaba aventurándose “en el torbellino (…) para nacer otra vez”. Esa es la clave que nos da “Astral weeks”, la canción que abre el disco homónimo de un veinteañero, más que enamorado, místico. ¿Se le puede pedir algo más al arte?

Perdonad, en fin, esta pérdida de tiempo. O condenadme, qué más da: el intentar comprender a personajes homéricos como Van Morrison, que hacen de lo complicado algo sencillo cuando expresan –lejos de cualquier frontera cultural– nuestros sentimientos más profundos, nos salva (a veces) de caer en la desidia de este país tan aficionado a los estereotipos.

(…sexy: que tomen nota las demás chicas. Yo, una vez más, he vuelto a nacer).

martes, 18 de noviembre de 2008

Falsedad

Abro la última página del diario en el que colaboro, La Nueva España, y hallo una columna de Millás que ilustra (o metaforiza, como él dice) la eterna falsedad de tantos medios de izquierdas, de centro y de derechas (y de todo lo que se os ocurra, ya que están tan de moda los estigmas). Está bien eso de criticar algo de lo que vives, ¿verdad? Benditas sean todas las putas del Cielo y del Infierno por aguantar la doble moral de esos personajes de tebeo. Bueno, mejor voy a lo que voy, y no me enredo:

Viva la doble moral
Por JUAN JOSÉ MILLÁS (La Nueva España, 18/11/08)
Frente a las presiones morales para que dejen de poner anuncios de putas en sus páginas, algunos periódicos han esgrimido que no podrían sobrevivir sin esos reclamos, que son muy rentables. De hecho, en España, y hasta nueva orden, sólo dos diarios han renunciado a la pasta que proporciona el comercio del sexo. Curiosamente, ninguno de ellos es religioso o de derechas. El reconocimiento de que liquidar las zonas dedicadas a la prostitución implicaría clausurar el periódico es como decir que no se puede vivir sin ser un poco puta. Ya están los editoriales de delante para condenar lo que practicamos en los anuncios de detrás. En esta curiosa y modesta contradicción se metaforiza nuestra vida entera. Quien todavía tenga dudas sobre la existencia del inconsciente, que tome uno de estos diarios que satanizan a las putas en una sección y cobran de ellas en otra. La pregunta sería cuál de las dos secciones es la consciente.

Los periódicos religiosos y de derechas, que no hacen ascos a los ingresos de la prostitución, suelen criticar a Freud (cuando lo sacan, que lo sacan poco, porque no produce tantos beneficios como las chicas de vida alegre, con perdón) por atribuir al sexo una importancia desmesurada en la vida de los hombres. Ahí tienen la importancia del sexo: ustedes no podrían sobrevivir sin los beneficios que su tráfico produce. Ustedes no podrían condenar la prostitución si la prostitución no les facilitara el dinero necesario para hacerlo. Visto así, las putas son enormemente generosas. ¿Quién está dispuesto a financiar a un medio que un día sí y otro también lo pone a parir? Pues nadie, excepto estas pobres chicas, para qué nos vamos a engañar.

De modo que muchos periódicos biempensantes no podrían sobrevivir sin los anuncios de la prostitución... Excelente enseñanza que evoca el arriba y abajo del llamado «monstruo de Astetten». En el salón (o editorial) somos personas decentes, rígidas, poco dadas a perdonar las debilidades ajenas. Pero en el sótano (o en las páginas de anuncios por palabras) nos entregamos a una orgía sin límites. Lo mismo anunciamos viudas calientes que chinas jóvenes recién importadas. Viva la doble moral.

jueves, 13 de noviembre de 2008

No veas la entrevista de Julián Muñoz...



...No financies a un ladrón, querido lector. Desde aquí me uno a la propuesta de mi admirado compañero de La Nueva España Antonio Rico. Hoy he leído en El País un artículo sobre el tema. Y me alegro, porque, tras tantas mentiras (que si yo nunca veo esos programas, que si no entiendo cómo tienen tanta audiencia...), ahora tenemos la palabra. No es que sea utópico, pero así, si me falláis, podré decir que estabáis avisados de antemano. Que es lo que queréis y lo que merecéis. Y estáis en vuestro derecho.
En fin, no quiero entretenerme: Le doy la palabra a Antonio Rico:

Lo decíamos hace cuatro días por probar suerte: la telebasura ha terminado (si nosotros queremos). Y parece que queremos. La iniciativa de boicotear la anunciada entrevista a Julián Muñoz en Telecinco está teniendo cierta repercusión en la Red (meneame.net/populares), se ha creado una página web de apoyo (www.noveaslaentrevista.com), e incluso los chicos de “Sé lo que hicisteis” se hicieron eco de ella ayer mientras emitían sus últimos vídeos pirateados de su cadena “amiga”. ¿Te apetece NO ver la entrevista y darle un portazo en las narices a los vividores y a quienes les pagan? Esta es la manera:

1. Comenta esta iniciativa a las personas de su círculo para que sean conscientes del poder de su mando a distancia.

2. Cuando comience la entrevista, enciende la tele (no ver la tele no sale en los índices de audiencia, así que no ver la tele no boicotea la telebasura).

3. Sintoniza cualquier canal, menos aquél en el que estén pagando una pasta a un convicto por conceder una entrevista (no sólo disminuirá la audiencia de Telecinco, sino que subirá la audiencia de la competencia).

4. Cuando tu canal emita anuncios, no hagas zapping para ver la entrevista (la tele lo contabiliza todo).

5. Mira los programas que más se parecen a la tele que tú deseas (los canales analizarán esos datos y los tendrán en cuenta).

6. Espera a que Telecinco reciba los datos de audiencia (para mantener su puesto de cadena más vista necesita no sólo que la vean muchos, sino también de que no haya muchos que vean las demás cadenas, justo lo que usted habrá hecho ese día).

Disfrútalo y recuerda: la telebasura ha terminado (si tú quieres).
(ANTONIO RICO, "Si tú quieres", La Nueva España, 12/11/08
)

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El profesor Rellán


Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 12/11/08)

No hace falta que revisemos Sangre de mayo (el actual –e irregular– filme de Garci, basado en La Corte de Carlos IV y El 19 de marzo y el dos de mayo, segundo y tercero de los Episodios nacionales escritos por Pérez Galdós) para descubrir a un actor de reparto que impulsa la elevación de la obra a través de una finísima declamación que roza el esperpento sin perder credibilidad alguna. Me refiero, claro está, a Miguel Rellán (Tetuán, 1943), un artista que ejemplifica a la perfección las tres premisas básicas que, según Ángel Fernández-Santos (el mejor crítico de cine que parió este país), poseen los auténticos actores, esos que se curtieron en el teatro: 1) “el pleno dominio en las tomas largas”; 2) “la precisión y velocidad de sus réplicas, lo mismo cuando les toca decirlas –ya que por oficio son expertos en crear ritmos dentro de sus verbalizaciones– que cuando se callan y es el turno de hablar del o de la colega que tienen enfrente”; y 3) “la posesión del gesto total, de manera que en el cine se adueñan sin discusión de los planos generales, esos que les permiten expresarse con todo el cuerpo.” De ahí el conocido dicho: “Llevan serrín en las venas.”

Actor (o, mejor dicho, autor, pues todas sus apariciones poseen una luz propia) de fuste, enamorado de su oficio, que hace grandes a los personajes principales que acompaña, Rellán nunca ha pretendido saltar al estrellato (ni maldita falta que le hace), labrándose así una carrera limpia (y contradictoria, en el mejor sentido de la palabra) de la que debe sentirse orgulloso.

Me explico. Podría parecer, a primera vista, que el físico austero, concentrado y demasiado común del tetuaní frena la simpatía del espectador. Sin embargo, yo estoy convencido de que una de las claves de su singular personalidad gravita precisamente en esa tristísima mirada. He aquí una de las contradicciones que me encantan: En lugar de encarnar a personajes blandengues que no necesitan registro alguno, Rellán ha sabido imprimir un humor inteligente (en la línea de Rafael Azcona, padre de guionistas y otras criaturas con miradas encendidas) al benévolo fantasma de El bosque animado (J. L. Cuerda, 1987), al ratero reciclado en ayudante del detective Alfredo Landa en El crack (J. L. Garci, 1981) o al despiadado comerciante de Sangre de mayo (J. L. Garci, 2008). Tampoco me olvido, amiguitos, de Félix Torán o, lo que es lo mismo, del Profesor Bacterio. A propósito: ¿Por qué no imparte Rellán clases de dicción a esos novísimos actores que sólo imprimen escotes, abdominales y tics excesivos en sus personajes? Que vuelvan los “Compañeros” (una serie que me gustaba, porque, más allá del inevitable componente comercial, abordaba temas de interés social sin caer en el morbo; ahora, en cambio, es difícil ver en la parrilla nocturna algo que no esté relacionado con el sexo sin protección) si es preciso: No puede romperse la más hermosa tradición de un oficio coral que odiamos (sé de muchos que se resignan a ver su papel representado encima del escenario) y amamos (gracias a la singular finura de gente como Rellán) a partes iguales.