Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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jueves, 17 de diciembre de 2009

Esquirlas de emoción


Siempre he creído que los amantes más impetuosos se conjugan en la voz de Sam Cooke, Ray Charles o Jackie Wilson. Morrocotudos soulmen que emplean la práctica totalidad de sus cuerpos en los fraseos. Que otorgan a cada espacio del dormitorio –el lugar cotidiano más exótico– una sílaba (y pienso en “el-ám-bar-gris-de-un-ca-cha-lo-te” que cantaba Cristina Lliso, voz de Esclarecidos, en “Arponera”), distinguiéndola de las demás por un tono más alto o más grave. Además, tras tantos vaivenes excitantes, estos elásticos cantantes frecuentemente consiguen reposar la frase al final de cada estrofa, equilibrando lo más delicado y lo más ardiente.

Divisando el mediocre panorama musical patrio de la última década, estas obviedades se antojan absolutamente anacrónicas. Porque, si de algo carecen las voces académicas de “Operación Triunfo” y demás sucedáneos, es de la capacidad de interacción o seducción (y no hablo del físico). Decía José Agustín Goytisolo que el poeta (y el cantante, añadiría yo) no es aquel que se emociona, sino aquel que logra emocionar a los demás. Exactamente. Tanta frialdad, tantos gorgoritos, tanta perfección autómata, intenta esconder las carencias anteriormente citadas. ¿Por qué no ha de escucharse el gorjeo, el gemido, el suspiro, el grito –tan bien controlado por Charles–, cualquier suerte de impulso o imperfección humana (perdón por la redundancia) que demande la cadencia? ¿Por qué ignorar el sudor, los lunares, la piel arañada? ¿Por qué revestir el gozo, la dolencia, el miedo, la ira?

Tales sentimientos exigen, eso sí, un pulso fornido, a fin de no caer en el desbordamiento –como les ocurre de vez en cuando en nuestro país a cantantes dotados como Bunbury– y en la cursilería. Lo mismo sucede con cualquier otro género artístico que se resuelva en las distancias cortas. Que exija soltar esquirlas (sí, eso es) de emoción.









Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 17/12/09)

lunes, 14 de diciembre de 2009

Unas "Esquirlas" de Martínez Sarrión


Glorieta de Atocha. Madrid. Una del mediodía. Un tipo enjuto y moreno, con bigotillo y gastada chupa de cuero cuyo negocio (o uno de ellos) debe de consistir en la miserable y escasa venta, sobre un trapo extendido en la acera, de cuatro revistas porno y media docena de libros deplorables, da fin al diálogo con un colega o amigo: “Sí, lo que tú quieras, pero en este momento el problema gordo que hay que resolver es cómo acabar con estos hijoputas de moros”. Sé que no es culpa suya, que esa mentalidad es inducida y alentada, que está en el aire, pero no puedo dejar de sentir un desprecio sin límites, que se expresa al pararme, volver la cabeza y mirarle con algo que se me antoja ahora severidad y que él, sin duda, ni ha detectado. Un ejemplar del célebre “populacho” del cual escribía más arriba. Y de pronto, otra vez la vieja convicción de que, sin salvar un punto a los que lo mantienen (o mantenemos) en tal grado subzoológico, no hay cosa más desconsoladora que un pobre de derechas. Cualquier apelación y en cualquier tiempo a candor, inocencia, cualquier juego que se haga con la “decadencia del analfabetismo”, que no es sino permanencia en la sumisión, es pura y simple cochinada. Hoy menos que nunca, el “pueblo sano”, en la ciudad o en el campo, es una noción esgrimida sólo por los cínicos.

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Es preciso tomarse la política relativamente en serio, si no queremos que ella nos tome, a la gente del común, absolutamente en broma.

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La autoridad sorprende a una pareja desnuda o semivestida –hace buen tiempo– copulando en el extremo de la madrileña estación de Atocha, vía muerta, la cual se pondría, quizás, al borde mismo de la resurrección sin que hubiera llegado el Juicio Final. Los fornicadores son conminados a vestirse y largarse de inmediato. Vuelven los agentes y comprueban que prosigue el dúo amoroso al máximo nivel. Ante sus aspavientos los amantes, que siempre según el poeta “saltan el tiempo y son invulnerables”, les responden de esta soberana forma: “Tenemos todo el derecho a hacerlo, porque esto es un espacio público”.

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“Lo que no mata engorda.” Y algo bastante más preocupante: insensibiliza.

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Absoluta conjunción astral, epifanía al cubo, oceánico goce el de esos momentos en que “se nos va el santo al cielo”. La permanencia en ese trance resultaría tediosa si se prolongara, si fuera posible la dilatación. ¡Pero esa pura permanencia en el aire, la sensación de llegar, de haber rozado con el ser entero algo que linda con la beatitud! ¡Qué silencioso y suave trance! Porque el estado de ensoñación, la rêverie, de la que tanto y tan bien nos ilustrara Bachelard, constituye ya otra cosa. No ese transporte, ese cuasi orgasmo suavísimo, anulador del espacio y, sobre todo, de la conciencia del tiempo, nuestra maldición mayor.

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La civilización se vino abajo en el mismo momento en que las criadas dejaron de cantar cuplés a voz en grito por los patios interiores de las casas.


MARTÍNEZ SARRIÓN, Antonio (2000), Esquirlas, Alfaguara, Madrid.

domingo, 13 de diciembre de 2009

AIESEC elegirá a su futuro Presidente Nacional


La vasta red global de jóvenes universitarios y recién graduados organizará el próximo 20 de diciembre una cena de gala de sus alumnos.

AIESEC (la red global de jóvenes universitarios y recién graduados más grande del mundo) organizará entre los días 18 y 20 de este mes el congreso “National Presidents Meeting”, al cual asistirán los actuales presidentes, vicepresidentes y comités ejecutivos de sus oficinas locales en España. El fin no es otro que elegir, un año más, al futuro Presidente Nacional de dicha red global.

En palabras de Roxana Fratila (Responsable de Relaciones Externas de AIESEC Madrid), “National Presidents Meeting 2009″ constituye no sólo un evento de coordinación de las actividades a nivel local, sino también “todo un ritual electoral de gran importancia para AIESEC en España, puesto que se juntan alrededor de cincuenta jóvenes líderes que podrán votar a nuestro futuro Presidente Nacional”.

Por otra parte, el mentado congreso generará, según Roxana Fratila, la oportunidad de que esos jóvenes “puedan crear una sólida red de contactos para su futuro profesional y personal”. La ocasión –añade Fratila– es también evidente “para esas empresas que quieren promocionarse y/o posicionarse entre los jóvenes”. Unas empresas que actúan como sponsors del congreso.

Este año, además, el “Nacional Presidents Meeting” organizará el 20 de diciembre un evento especial: la cena de gala de los alumnos, que reunirá a algunos de los más importantes antiguos miembros de AIESEC en España, hoy en día empresarios de gran reconocimiento en el panorama económico y social. La gala será, según Fratila, "una ocasión más en donde los jóvenes delegados tendrán la oportunidad de conocer tanto a esos grandes empresarios como a los sponsors".

Desarrollar a la juventud
AIESEC, hoy convertida en la mayor asociación de estudiantes del mundo (cuenta con más de 40000 miembros en 107 países), se creó en 1948, tras la Segunda Guerra Mundial, con el fin de desarrollar a la juventud “de hoy” hasta convertirla en los grandes líderes “del mañana”, según cuenta María Palla Valiente (Responsable de Comunicación de la asociación). AIESEC pretende que los estudiantes consigan su objetivo “a partir de una formación internacional y polifacética, complementaria a la estrictamente académica”, añade Palla Valiente.

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 13/12/09)

lunes, 7 de diciembre de 2009

El estado insensible

Según la RAE, el estado, en su primera acepción, hace alusión a la “situación en que se encuentra alguien o algo, y en especial cada uno de sus sucesivos modos de ser o estar”. En el otro terreno, el de las nuevas tecnologías (Messenger; Facebook, Tuenti y demás redes sociales), el estado conserva su auténtico significado. Y se representa con un casilla o un espacio (el relleno es voluntario) al lado del nick (alias), pseudónimo o nombre del contacto correspondiente.

En los últimos tiempos, he recopilado (¿para qué ocultar el tedio?) algunos de los estados más groseros de contactos varios. Tras haber adecentado la ortografía, me permito el lujo de reproducirles una muestra que no tiene precio:

Si tuviera polla, vendrías a chupármela.
Vais a comerme todos el pollo.
Los ritmos son como las mujeres: o las pillas rápido y les das caña… o corres el riesgo de ser su amigo.
Hoy es noche de sexo: voy a devorarte, nena linda.

Dando por hecho que estas frases (sean elaboradas, plagiadas o citadas: poco me importa) representan el pensamiento o los “sucesivos modos de ser o estar” de sus individuos, a uno se le cae el mundo encima. Y más teniendo en cuenta que las tres primeras expresiones, terriblemente machistas, están escritas por sendas féminas. Si la igualdad consiste actualmente en dar la vuelta a la tortilla hasta caer –como los machos ibéricos– en la vulgarización más abyecta, yo me he quedado anclado en una época aparte.

Y, acaso por culpa de ese anclaje, a una gran parte de mis coetáneos les rechinan (o no entienden, ni hacen ningún esfuerzo por entender) los musculosos versos ajenos que utilizo en las redes sociales para embellecer el ancestral don del lenguaje, para huir del terrorismo cotidiano que preconizan la prensa rosa y esa pugna –nótese que no digo comunión– entre penes y vaginas llamada perreo o reggaeton:

Estamos en derrota, nunca en doma (Claudio Rodríguez).
Como el sentimiento es lo primero / quien preste atención / a la sintaxis de las cosas / nunca te besará completamente (e.e. cummings).
Contemplé tanto la belleza, / que mi visión le pertenece (Kavafis).
Tiempo en profundidad: está en jardines (Jorge Guillén).
Tengo una gran distracción animada (Pessoa).

Si me permiten la osadía, un trabajo voluntario como el mío debería merecer al menos una caricia de muchacha trigueña. Desgraciadamente, la realidad me dice que cada vez está más en desuso ese término (caricia: qué dulce suena al oído) entre el paupérrimo vocabulario de las nuevas generaciones…





Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 7/12/09)