Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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sábado, 30 de octubre de 2010

Hernández: a través de tu cuerpo


Recién venido del homenaje que tributamos al gran poeta Miguel Hernández en el día de su centenario.

Son míos, ¡ay!, son míos
los bellos cuerpos muertos,
los bellos cuerpos vivos,
los cuerpos venideros.

Son míos, ¡ay!, son míos
a través de tu cuerpo.

(MIGUEL HERNÁNDEZ, Cancionero y romancero de ausencias)


La ternura y la sensualidad, la canción y la memoria, luchando contra tanto horror. Contra tanta ignorancia franquista.

jueves, 28 de octubre de 2010

Este sábado homenajearemos a Miguel Hernández en La Casa del Libro de Alcalá, 96


Este sábado (30 de octubre) participaré como poeta en un homenaje a Miguel Hernández (Orihuela, 1910 – Alicante, 1942) en el día de su centenario. El acto está organizado por Ediciones Vitruvio y La Casa del Libro de Alcalá, 96 (Madrid).

Los poetas participantes leeremos varios textos de Hernández. Además, los asistentes también tendrán la oportunidad de escuchar la voz del malogrado poeta de Orihuela.

Os espero a las 19,30 horas en La Casa del Libro de Alcalá, 96, a fin de homenajear a Hernández, a quien Dámaso Alonso definió como “el genial epígono” de la generación del 27.

Ésta es una muestra de su poesía:

Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.

Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.

Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.

M. HERNÁNDEZ, Cancionero y romancero de ausencias




Si pincháis aquí, podéis leer la nota sobre el homenaje a Hernández que se ha publicado hoy en La Huella Digital.

sábado, 23 de octubre de 2010

La lectura del cine


‎Las películas deben verse con paciencia, algo que el espectador está perdiendo a pasos agigantados. Claro: las nuevas generaciones no leen. Como no leen, no saben seguir una historia. Como no saben seguirla, se impacientan y se aburren.
(MIGUEL MARÍAS, crítico de cine)

jueves, 21 de octubre de 2010

Un bochornoso ejemplo

Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir.


Indecentes las palabras de León de la Riva (alcalde de Valladolid) sobre la ministra Leire Pajín. Está claro que todavía queda mucho por mejorar, pasadas tres décadas, en esta democracia. Meterse con el físico de alguien dice muy poco a favor de una persona que rige una CIUDAD. ¡Qué bochornoso ejemplo! Habla León de la Riva, jocosamente, de la alta preparación de Pajín. Pero se le olvida subrayar que la educación no se aprueba en la Facultad.

31.- "M" (Los Piratas)



La música es "un pasatiempo más", según algunos individuos, pero a mí esta combinación de ritmo, melodía y armonía me vuelve fuerte y a la vez vulnerable, me excita, me devuelve a no pocos seres queridos y me incita a soñar o a escribir de un modo u otro, dependiendo de los sentimientos (o de los vaivenes) que me produzca tal canción.

domingo, 17 de octubre de 2010

Cummings y el cine



Recostada en la cama, la actriz Barbara Hershey recitó dulcemente, en el filme Hannah y sus hermanas (Woody Allen, 1986), dos estrofas de un poema de e.e. cummings. Mucho me acuerdo de aquella dulce mañana en que el también poeta Martínez Sarrión y yo tratábamos de recordar, mientras paseábamos por El Retiro, la citada composición del escritor estadounidense. Sorprendentemente, tanto Sarrión como servidor recitamos al unísono el mismo verso. El cual siempre suena delicioso al oído, pese a que nuestras voces –tan graves– están desprovistas de la dulzura de Hershey:

nadie,ni siquiera la lluvia,tiene unas manos tan pequeñas


Dicho lo cual, podría el lector suponer que la poesía de cummings es cinematográfica. Desde luego que lo es, pero no tanto por la temática:

de repente-las Luces se!encienden,a la hora justa


como por la manera en que brota –nerviosa y lúdicamente– todo su imaginario:

tío Frank no ha hecho nada durante muchos
años salvo volar cometas y
cuando la
cuerda se rompe(o algo)mi tío Frank rompe a
llorar. mi tío Tom

hace punto y es una kewpie¹ por encima de las orejas(pero

mi tío Ed
que está muerto de cuello

para arriba es conducido a lo largo de toda
Battle Street por un perrillo castrado


Los versos de cummings parecen encuadrados y montados, más que escritos: acotan una escena o una imagen a través de la mirada. Se diría que la realidad palpable –al igual que el lenguaje representativo– es insuficiente. De ahí que la oscilación entre la jerga callejera, el refinamiento de la propia poesía y el ritmo de una canción rock provoque jadeos métricos, intencionados y fortísimos quiebros sintácticos que abrazan la agramaticalidad. Como el cineasta que parpadea al encadenar una escena con otra.

Del inconformismo tipográfico de e.e. cummings no se salva, en efecto, ni su propio nombre, que él escribía en minúsculas y sin el debido espacio entre sus dos iniciales. "Era tan libre que su curiosidad parecía indecente", dijo el filólogo y poeta Antonio M. Figueras (ABC, 21/10/2006), uno de los responsables de la selección y edición de Buffalo Bill ha muerto (1996), la estupenda antología que Hiperión dedicó al poeta estadounidense. Y tiene razón Figueras: el atrevimiento de cummings es propio del curioso niño que está aprendiendo a escribir.



Ya dije en otro lugar que uno empezó a desconfiar del lenguaje estándar (estupendamente reflejado en los manuales de instrucciones y en el discurso de algunos docentes) a partir de los cuatro años: el colegio fue el principal culpable de que comenzase a desarrollar paralelamente mi faceta poética, primero componiendo canciones satíricas y luego –ya en la adolescencia– poemas líricos. Quería soñar, huir de un artefacto aséptico y fútil, ofrecer una respuesta alternativa, explorar (sin saber muy bien cómo hacerlo) expresivos caminos que me permitieran contemplar las piedras y pensar, al tiempo, en las estrellas... A cummings probablemente le ocurriese algo parecido, y por eso siempre he creído que le iría como anillo al dedo aquella frase atribuida –creo– a Picasso: "Tardé cuatro años en pintar como un maestro y toda una vida para pintar como un niño".

El atrevimiento de e.e. cummings está justificado, de la misma manera que está justificada la propia poesía, que es, a fin de cuentas, una rotura lingüística (ahí están las metáforas, las metonimias, el ritmo, las hipérboles, la rima y otros recursos más cercanos al habla que al lenguaje académico). La justificación, decía, es sencilla: cummings atiende al contenido de las palabras, no al continente:

como el sentimiento es lo primero
quien presta atención
a la sintaxis de las cosas
nunca te besará completamente;




Y ya se ha dicho que la fuerza del autor de Buffalo Bill ha muerto sobrepasa a veces el lenguaje. Sus poemas, no cabe duda, nacieron para ser leídos en voz alta: cantan el gozo de una piel como pradera libre. Así, a través de la declamación, las medidas dosis de cinismo, de ironía, de ingenuo lirismo y de romanticismo forman un cóctel explosivo: y el contenido emocional del poema cobra vida. Del mismo modo, no exagero al decir que algunas de sus oraciones –escritas sin respeto a los renglones, entrecortadas por puntos y comas...– no parecen tener sentido hasta que son leídas en voz alta:

(...) mientras tanto yo

mismo etcétera estaba tranquilamente tumbado
en el profundo barro et

cétera
(soñando,
et
cétera,con
Tu sonrisa
ojos rodillas y con tu Etcétera)


Para terminar, he de confesar que me encanta el dibujo de la portada de la antología de Hiperión: el público de una sala cinematográfica contemplando, en un primer plano, un hermoso y clásico rostro femenino. Es esa una buena forma de reflejar la concepción visual de su obra. No obstante, creo que la mejor imagen correlativa para ilustrar la poesía de cummings sería una muchacha jugando –indiferente y magnífica– en el río, a la caída de una tarde de verano. El bañador rosa –un tanto cursi, más bien propio de una niña– apretaría casi violentamente su cintura joven (a la que uno querría enzarzarse), su trasero de cera virgen, sus agudos pezones... En su teléfono móvil de última generación, la nerviosa y elástica voz de Lindsey Buckingham (líder del grupo Fleetwood Mac en la segunda mitad de los 70) cantaría "What Makes You Think You're The One?" (¿Qué te hace pensar que eres tú?) o "Never Going Back Again" (Nunca volveré). No busquen razones: la coherencia de la poesía está hecha de ritmos, como diría Octavio Paz. Ritmos y emociones.



¹“Pequeña muñeca de grandes mofletes y con un moño en la cabeza”.

Por H. ACEBO (La Noche Americana, 17/10/2010)

jueves, 14 de octubre de 2010

Política

Es preciso tomarse la política relativamente en serio, si no queremos que ella nos tome, a la gente del común, absolutamente en broma.


La atinada frase es del vate Martínez Sarrión. ¡Y luego dicen que los poetas no bajamos de la nube...!

jueves, 7 de octubre de 2010

Arroz amargo



¡Qué goce ver a una jovencísima Silvana Mangano –tenía 19 añitos– en Arroz amargo (Giuseppe de Santis, 1949)! Esta mujer –ya se dijo– tenía los pies en el agua y los senos en el horizonte.

Mondoñedo


Anteayer pasé una tarde fabulosa, en compañía de dos seres queridos, en la ciudad episcopal de Mondoñedo (Lugo). En la imagen pueden ver uno de los símbolos del concejo: la Fonte Vella, construida en 1548 y situada frente al Palacio Episcopal. "Si viniera a las San Lucas un perfumista de París, yo le llevaría a la Fuente Vieja, para que aspirase lentamente el aroma a heno de hierba recién cortada, y partiendo de él inventase un perfume de otoño...", escribió el gran escritor mindoniense Álvaro Cunqueiro.

lunes, 4 de octubre de 2010

El carro delante de las mulas

El estupendo poeta estadounidense e.e. cummings decía que la "económica seguridad" es "una curiosa excusa (en uso entre jóvenes ambiciosos) para poner el carro delante de las mulas".

sábado, 2 de octubre de 2010

La abuela Remedios


Mi bisabuela Remedios de Rochiña, fallecida hace casi siete años en el concejo vecino de Vegadeo, se cuela últimamente en mis sueños (y en los de mi madre). Muy saludadora, de mirada limpia, cabello centelleante y piel ligeramente dorada, era la abuela Remedios –como le decíamos la mayoría de familiares– toda una señora. Sí, una señora, esa es la palabra adecuada. Pues, aunque no tenía estudios y había nacido en una humilde casa de labriegos –en Pacios, parroquia de Sante (Trabada)–, destacaba por su educación, por su elegancia innata y por su verbo fluido, pudiendo charlar de un modo natural con las gentes más cultas y estudiadas. Incluso, se dio el caso, con políticos regionales.

Es recordada, entre los familiares de mi San Tirso natal, la réplica que dio la abuela Remedios a un doctor del Principado de Andorra (donde viven, todavía hoy, dos de sus cinco hijos). En su consulta, el médico, asombrado por la estupenda salud física y mental de la octogenaria señora, quiso advertir a ésta de los males de la senectud:

–De todas formas, vaya con cuidado, que tampoco tiene edad para hacer ciertas cosas…

Y mi bisabuela rápidamente, con mucha propiedad, sentenció la conversación:

–Doctor, usted también llegará, quiera Dios, a mis años. Y se dará cuenta de cómo funciona el cuerpo: no va a hacer falta que nadie, ni siquiera ninguno de sus compañeros de profesión, se lo recuerde.

El médico, sonrojado, esbozó una sonrisa forzada y se quedó sin saber qué decir ante la lúcida contestación de la abuela Remedios, quien modulaba la voz en los momentos de euforia o dolor, enfatizando las frases más significativas y guardando los silencios. En sus sosegadas caminatas santirseñas, nunca necesitó levantar el bastón o pararse en seco, que yo recuerde, para dramatizar una conversación: siempre resultaba cadenciosa. ¿Dónde aprendió esta señora a declamar de un modo tan efectivo y elegante? Nunca lo he sabido: ella –repito– no pudo estudiar una carrera, y su hogar no era precisamente una mansión, estando en la mocedad a punto de fallecer a causa del tifus, según me contó en más de una ocasión. ¡Pero ya podían seguir su ejemplo muchos locutores televisivos, licenciados y con maestrías, de voz campanuda y atropellada dicción, que confunden el énfasis con el exceso, el ritmo con la retahíla, la sentencia con el panfleto…!

Porque conocía bien a mi bisabuela, pude (re)crearla en un fastuoso sueño. La abuela Remedios, a sus 80 años, convertida en una tardía pero carismática actriz de teatro, regresaba a su hogar de Robaín (San Tirso), una vez concluida la gira de su tercera obra.

Vénche cargada coma unha abella, meu fillo: ben sei que ven pra quedarse! (¡Viene cargada como una abeja, hijo mío: seguro que viene para quedarse!) –me decía la reidora abuela Aida, es decir, su hija.

Y lo cierto es que la señora Remedios traía varias maletas repletas de vestimentas (en la realidad, era muy coqueta) y de libros (Lorca, Machado, Valle-Inclán, Cunqueiro…). Tanto es así que mi abuela Aida contó con la ayuda de la prima Edelmira (de O Castro de Abaixo, el pueblo más cercano al caserío de Robaín) para subir el equipaje al desván.

Sé que a la abuela Remedios le hubiera gustado saber de aquel sueño, donde todo concordaba. Su espíritu aventurero. El don de gentes. Su camisón blanco impoluto. Su profundo sentido –absolutamente lorquiano– de la muerte, de las fuerzas de la vida y de la naturaleza. El intenso suspiro a altas horas de la madrugada, anunciando el fin de un sueño. Su admirable poder de síntesis y su facultad natural para captar una gran suma de anécdotas, noticias, canciones, historias con resonancias mitológicas y poéticas… La naturalidad de quien desconoce sus dones. ¡Todo concordaba en aquel sueño! Incluso su voz casi grave, que creaba silencios a su alrededor, al decir:

–Que un hijo vea morir al padre es ley de vida: hay que aceptarlo. Pero un padre jamás debería ver morir a su hijo.

Ya que no pudo representar ninguna obra teatral en vida, a la abuela Remedios habría que recordarla, en fin, de ese modo: siendo la protagonista de un maravilloso sueño cuyos diálogos eran –como toda la trama– verdaderos, pues estaban previamente interiorizados por este soñador. Su vida, como la de tantas otras personas que sufrieron gran parte de los horrores del siglo pasado (ella nació en 1911), estaba incompleta y desordenada. Algo de esto queda plasmado en un poema escrito por ella misma, que concluye de esta forma:

Se a min me quitaran anos
ou eu volvera a nacer,
xúroche polo meu nome
que a Galicia había volver.


(Si a mí me quitaran años
o yo volviera a nacer,
te juro por mi nombre
que a Galicia iba a volver.)


La vida de Remedios –decía– estaba desordenada e incompleta. Y mi magín, en el sueño, se limitó a ordenar el riquísimo legado de la señora, salpicando las conversaciones de gracejos, puliendo incluso el humor –a veces demasiado recalcitrante– de sus paisanos gallegos. Como ella misma hacía al renovar (a la manera de un literato moderno) la tradición oral de un pueblo, reasumiendo –sin esfuerzo aparente– muchos tópicos, trayéndolos de nuevo, combinándolos, adaptándolos a las circunstancias de la charla, con lo que, sin perder su añejo sabor, los refranes, las moralejas, los romances…, se volvían nuevos al oído.

¡Que la literatura escrita esté a la altura: y certifique, ahora, la verdad del expresivo gesto de la abuela Remedios en aquellas dulces tardes de septiembre, cuando paseábamos juntos, en compañía del can de palleiro, por las veredas sentirseñas! ¡Que el Señor tenga su alma!

Por HÉCTOR ACEBO (La Comarca del Eo, 2/10/2010)

viernes, 1 de octubre de 2010

30.- "Andar" (Cecilia)



Cecilia posee "el atractivo de la mujer a la que nunca se le ha pasado por la cabeza la idea de estar diciendo la última palabra", escribió el periodista cultural Eduardo Chamorro en la revista Triunfo (20/01/1973).

Don Siegel



El crítico Tino Pertierra me ha hecho recordar el espléndido final de la película The killers o Código del hampa (así se tituló en español), de Don Siegel. Este Siegel era tan sobrio y tan conciso como las balas de sus protagonistas. El autor de La invasión de los ladrones de cuerpos y Harry, el sucio fue el eslabón perfecto entre el cine clásico y el cine moderno, entre la cuidada puesta en escena y los diálogos llanos, urbanos, punzantes...