Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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jueves, 29 de marzo de 2007

El mayor castigo

¿Hasta dónde está
dispuesto a llegar Rajoy?

EL PAÍS (Editorial) – 25/3/07

Es difícil hallar un propósito racional en la escalada de despropósitos en que se están metiendo los actuales dirigentes del PP. No tendría mayor importancia si sólo estuviera en juego su futuro político, que también lo está. Lo grave de la deriva que está tomando el que debiera ser el gran partido conservador español es que está afectando a las instituciones y al clima general, precisamente en un momento excepcional por los niveles de prosperidad, de bienestar y de madurez de la sociedad española. Se supone que el objetivo de esta política abrasiva, que está haciendo estragos en todos los sectores e instituciones, terminará después de las elecciones generales y con lo que sus estrategas calculan como un resultado adecuado a sus objetivos. Pero incluso este propósito es equivocado, además de irresponsable.

El PP ha elegido como terreno de enfrentamiento con el Gobierno el de la política antiterrorista, a veces cruzado con el de la cuestión territorial, como en Navarra, temas siempre propensos al desbordamiento emocional. Sin pararse ante las consecuencias que de ello pudieran derivarse para el sistema en su conjunto, la dirección del PP ha querido trasladar la división política suscitada por esos asuntos a todos los ámbitos, de la judicatura a los medios de comunicación, y la ha alentado y calentado desde la movilización callejera: es un comportamiento que suscita la preocupación de muchas personas.

No hay razón objetiva que permita comprender un despliegue semejante, con una situación económica muy favorable, que se manifiesta en la creación de empleo y avances sociales que hace poco eran impensables. ¿Basta la ruptura de la tregua por parte de ETA para explicar tanto catastrofismo? Desde luego, sería injusto minimizar la persistencia de la coacción terrorista y la desigualdad de condiciones en que sitúa a los vascos no nacionalistas: un problema de falta de libertad que interpela al conjunto de los demócratas españoles. Pero la situación en relación al terrorismo es incomparablemente menos dramática y más esperanzadora que casi cualquier otra en las últimas décadas; muy diferente, por ejemplo, de la que siguió a la ruptura de la anterior tregua, con ETA asesinando a una persona cada dos semanas y una media de 33 actos de violencia callejera al mes (en 2001).

Pese a ello, las referencias a ETA y a la política antiterrorista del Gobierno nunca habían estado tan cargadas de alarmismo. Barajas acabó con el alto el fuego anunciado hace un año, pero la prueba de que ETA y su brazo político carecen de alternativa es que Batasuna pidió enseguida la restauración de la tregua. Actitud cínica, sin duda, pero que habría sido inimaginable después de Argel o de Lizarra. Al elegir el tema del terrorismo como eje de su oposición al Gobierno, y llevar las divergencias a la calle, el PP sabe que dificulta las posibilidades de aprovechar la debilidad de ETA para propiciar su retirada pactada. Pero no retrocede ante ello. Rajoy sabe perfectamente que con ese tipo de oposición crea un cordón de desconfianza en la población que recorta el margen de Zapatero respecto a Batasuna y ETA.

Y hay una diferencia con otras actitudes críticas. Decisiones como la retirada por la fiscalía de la acusación contra Otegi son polémicas, y es lógico que susciten preocupación, como la expresada en el manifiesto que el viernes leyó Fernando Savater en un acto público. La discrepancia con decisiones del Gobierno durante los meses de alto el fuego, y la exigencia de firmeza en el futuro, especialmente respecto a las condiciones para la legalización de Batasuna, forman parte de la crítica necesaria. Son argumentos que, por ser racionales, permiten la discusión: para coincidir o para discrepar.

El desvarío a que ha llegado el presidente del PP y jefe de la oposición, Mariano Rajoy, en cambio, no puede ser más preocupante. ¿Rechaza el derecho a la crítica que ampara a cualquier ciudadano y, por supuesto, también a un empresario, aunque sea de medios de comunicación? ¿Se siente tan "enormemente ofendido" por el juicio que merece su actuación y le parece lo más normal repetir el mismo día que el Gobierno de España se dedica a actuar contra la ley? ¿Desconoce el nivel de bajeza y de insulto al que han llegado los medios de comunicación afines, y también cargos políticos de su partido, contra quienes disienten de sus criterios? ¿No se da cuenta de que mantener su amenaza le descalifica para siempre como candidato a formar Gobierno, en caso de que ganara las elecciones, pues forzosamente cabrá esperar peores actuaciones, ya con el Boletín Oficial en la mano, contra quienes disientan y le critiquen?

El habitual griterío de los parlamentarios del PP, impidiéndose a sí mismos escuchar las respuestas de Zapatero a sus preguntas en las sesiones de control, es todo un símbolo del estilo marrullero de oposición de ese partido. Es más fácil adjetivar (es decir, descalificar) que argumentar. Y boicotear a los medios de comunicación cuesta menos esfuerzo que refutar sus razones. España merece otra oposición. Los votantes y militantes del Partido Popular merecen otros dirigentes.
* * *


"El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan" (Arnold J. Toynbee)

Un poema de Neruda


Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

(PABLO NERUDA, "Walking around", de Residencia en la tierra, 1933)

miércoles, 28 de marzo de 2007

Una tarde cualquiera




De nuevo vuelvo a compartir las representaciones del "amor más puro", la poesía y el teatro, a través de los interesantes debates -sólo hacemos acto de presencia unos pocos aprendices de la palabra, pero eso no importa- que mantenemos, con el profesor Félix Rebollo, los alumnos de 2º de Periodismo en el foro de la asignatura de Movimientos Literarios. A raíz del debate de una obra de Antonio Gala, Inés desabrochada, ha surgido la importancia de la figura del escritor, ese ser que representa nuestros sentimientos; yo acabo de escribir lo siguiente en el foro:


"El escritor reinventa unas significaciones que nos son comunes", dijo José
Batlló. Esto quiere decir que no creamos a partir de la nada, sino que, para
representar los sentimientos que desprende la humanidad, nos basamos en nuestra
historia: en la vida urbana y en la propia literatura (la representación más
pura de nuestra vida), lo cual exige que estemos constantemente reinterpretando,
reescribiendo unos códigos que son comunes. No debemos tener miedo a citar a los
grandes hacedores o a los mejores amigos: todo lo que hemos absorbido, como dijo
Félix Rebollo, nos pertenece. Sólo queda bucear e intentar encontrar lo oculto,
es decir, impregnarnos de palabras y más palabras, tratando, eso sí, de ser
nosotros mismos. Porque la poesía, como dijo Leopoldo María Panero parafraseando
a Ezra Pound, no tiene más fuente que la lectura y la imaginación del lector.



También estos días mi querida Conchi y yo hemos estado hablando de la poca importancia que se da a la palabra, a los sentimientos, a la esperanza... en esta sociedad tan proclive a las apariencias, al culto de la imagen. Conchi se hacía la siguiente pregunta: dónde quedan aquellos corazones que, emocionados, recitaban las palabras de José Hierro: "Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar"... Yo respondía a Conchi con el siguiente texto:




Gracias por habernos recordado esos versos maravillosos, Conchi. Ojalá todos
recitásemos los sentimientos de Pepe Hierro, uno de los grandes hacedores de
palabras de nuestra lengua. Yo os copiaré uno de mis -digo "mis", claro está,
porque ya lo he absorbido, forma parte de mi pensamiento- poemas favoritos del
mismo autor, "Una tarde cualquiera", incluido en Quinta del 42. En este poema
José Hierro deja clara la oposición yo-tú (como veremos, el poeta juega con su
"yo", esa identidad que, luego, cuando nos cuente o finja su experiencia se
diluirá, la haremos nuestra) para proporcionarnos una identidad, como
receptores, del mensaje comunicativo. Aquí veremos claramente la duplicidad
enunciativa, que debe ser el objetivo que trabajaremos, como hacedores, a lo
largo de nuestra vida:
Yo, José Hierro, un hombre
como hay muchos, tendido
esta tarde en mi cama,
volví a soñar.
(Los niños,
en la calle, corrían.)
Mi madre me dio el hilo
y la aguja, diciéndome:
«Enhébramela, hijo;
veo poco».
Tenía
fiebre. Pensé: —Si un grito
me ensordeciera, un rayo
me cegara... (Los niños
cantaban.) Lentamente
me fue invadiendo un frío
sentimiento, una súbita
desgana de estar vivo.
Yo, José Hierro, un hombre
que se da por vencido
sin luchar. (A la espalda
llevaba un cesto, henchido
de los más prodigiosos
secretos. Y cumplido,
el futuro, aguardándome
como a la hoz el trigo.)
Mudo, esta tarde, oyendo
caer la lluvia, he visto
desvanecerse todo,
quedar todo vacío.
Una desgana súbita
de vivir. («Toma, hijo,
enhébrame la aguja»,
dice mi madre.)
Amigos:
yo estaba muerto. Estaba
en mi cama, tendido.
Se está muerto aunque lata
el corazón, amigos.
Y se abre la ventana
y yo, sin cuerpo (vivo
y sin cuerpo, o difunto
y con vida), hundido
en el azul. (O acaso
sea el azul, hundido
en mi carne, en mi muerte
llena de vida, amigos:
materia universal,
carne y azul sonando
con un mismo sonido.)
Y en todo hay oro, y nada
duele ni pesa, amigos.
A hombros me llevan. Quién:
la primavera, el filo
del agua, el tiemblo verde
de un álamo, el suspiro
de alguien a quien yo nunca
había visto.
Y yo voy arrojando
ceniza, sombra, olvido.
Palabras polvorientas
que entristecen lo limpio:
Funcionario,
tintero,
30 días vista,
diferencial,
racionamiento,
factura,
contribución,
garantías...
Subo más alto. Aquí
todo es perfecto y rítmico.
Las escalas de plata
llevan de los sentidos
al silencio. El silencio
nos torna a los sentidos.
Ahora son las palabras
de diamante purísimo:
Roca,
águila,
playa,
palmera,
manzana,
caminante,
verano,
hoguera,
cántico...
... cántico. Yo, tendido
en mi cama. Yo, un hombre
como hay muchos, vencido
esta tarde (¿esta tarde
solamente?), he vivido
mis sueños (esta tarde
solamente), tendido
en mi cama, despierto,
con los ojos hundidos
aún en las ascuas últimas,
en las espumas últimas
del sueño concluido.


JOSÉ HIERRO, “Una tarde cualquiera”, de Quinta del 42 (1953)



Conclusión: "La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita", dice el cartero de Neruda en el libro de Skármeta. En efecto, la obra literaria ya nos pertenece después de haber interpretado el pensamiento que moldea el autor ("fingidor", en expresión de Pessoa). En el papel, su pluma representa los sentimientos que desprende la especie humana. No debemos tener miedo a opinar, a compartir sentimientos, a equivocarnos, a comprender la locura, a reír, a llorar, a soñar o a criticar: la literatura debe conducirnos a la disidencia porque cada lector sueña mundos distintos. Ya lo dijo Borges: "el arte debe ser como ese espejo / que nos revela nuestra propia cara".

martes, 27 de marzo de 2007

Teresa


La semana pasada fui a ver la última película de Ray Loriga, Teresa: el cuerpo de Cristo, un homenaje a esa mujer tan adelantada a su tiempo que fue Santa Teresa de Jesús, sobre todo a la hora de escribir versos tan profundos como éstos:
Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

Cuando repasas la vida y la obra de artistas que vivieron hace varios siglos, te das cuenta de lo poco que ha evolucionado nuestra sociedad a la hora de acoger en su seno a los otros.
Éste es uno de sus poemas más estremecedores:

Sea mi gozo en el llanto,
sobresalto mi reposo,
mi sosiego
doloroso,
y mi bonanza el quebranto.

Entre borrascas mi amor,
y mi regalo en la herida,
esté en la
muerte mi vida,
y en
desprecios mi favor.

Mis tesoros en pobreza,
y mi triunfo en pelear,
mi descanso en
trabajar,
y mi contento en tristeza.

En la
oscuridad mi luz,
mi grandeza en puesto bajo.
De mi camino
el atajo
y mi gloria sea la cruz.

Mi honra el abatimiento,
y mi palma
padecer,
en las menguas mi
crecer,
y en menoscabo mi aumento.

En el hambre mi hartura,
mi esperanza en el temor,
mis regalos
en
pavor,
mis gustos en amargura.

En olvido mi memoria,
mi
alteza en humillación,
en bajeza mi
opinión,
en afrenta mi victoria.

Mi lauro esté en el desprecio,
en las penas mi afición,
mi
dignidad sea el rincón,
y la soledad mi aprecio.

En Cristo mi
confianza,
y de Él sólo mi asimiento,
en sus
cansancios mi aliento,
y en su imitación mi holganza.

Aquí estriba mi firmeza,
aquí mi
seguridad,
la prueba de mi verdad,
la muestra de mi firmeza.

(SANTA TERESA)

Que el pensamiento de Teresa nos alumbre.

lunes, 26 de marzo de 2007

Hacedores de imágenes

A menudo solemos decir que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿es necesario el sensacionalismo a la hora de informar? Carter ganó el prestigioso premio Pulitzer en el '94 -si mal no recuerdo- después de haber realizado, en algún lugar de un pobre país llamado Sudán, una escalofriante instántanea, que reproduciré a continuación.


A la hora de considerar ético (a nivel humano) o necesario (a nivel periodístico) lo que hizo Carter, entraríamos en un complicado debate a la hora de separar sus dos "yos": por una parte, el artista y, por otra, la persona. Baudelaire decía: “El artista sólo es artista a condición de ser doble y de no ignorar ningún fenómeno de la doble naturaleza", pero es difícil mantener la compostura siendo un fotógrafo de guerra... Seguramente Carter, cuando fotografió la escalofriante instantánea, estaría tan alienado que no pensaría en la ética, detrás de la cámara saldría a relucir el gusto por hacer la mejor imagen: así pues, pensaría el "yo" del fotógrafo y no el "yo" humano. Es un tema bastante complicado...

En segundo lugar, otra cuestión importante a tratar sería la siguiente: ¿Son necesarias las imágenes impactantes a la hora de complementar una determinada noticia? Antonio Machado mantiene que “lo importante es crear hondos estados de conciencia, no imágenes por imágenes”: es decir, la imagen debe estar impregnada de pensamiento, sino no sirve de nada. ¿Hay pensamiento detrás de la cámara de Carter o sólo actúa, sin pensar, el fotógrafo? Bajo mi punto de vista, un artista es político en cuanto hombre, pero en cuanto creador, su función es la de despertar la conciencia social del ciudadano. Por eso creo que la imagen debe estar impregnada de pensamiento. Lo expresó mejor César Vallejo: "Hacedores de imágenes, devolved las palabras a los hombres".

martes, 20 de marzo de 2007

Homenaje a Quevedo y a las revistas literarias


"Seamos fieles a la época. No nos dejemos devorar por el dragón de la eternidad y exclamemos con Quevedo: solamente lo fugitivo permanece y dura." (Guillermo de Torre). Esta cita, que descubrí gracias a la lectura de unos apuntes -Prensa literaria y escrita (1995-2005)- escritos por mi profesor de Literatura, Félix Rebollo, me hizo recordar un bello soneto de don Francisco de Quevedo, que reproduzco a continuación:


Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas,
y tumba de sí propio el Aventino.

Yace, donde reinaba el Palatino;
y limadas del tiempo las medallas,
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades, que blasón latino.

Sólo el Tíber quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

(FRANCISCO DE QUEVEDO)


Después de haber recordado estos versos, escribí en el foro de la asignatura unas líneas en homenaje a las revistas literarias, que os transcribo a continuación:


El profesor F. Rebollo, a través de una cita de Guillermo de Torre, nos recuerda dos versos de uno de los sonetos más logrados de Quevedo: “huyó lo que era firme, y solamente / lo fugitivo permanece y dura.” Esto quiere decir que gracias a la existencia de las revistas literarias, conocemos las diversas generaciones –de hecho, la mayor parte comienzan a gestarse en las páginas deestas revistas–, y, por ende, el conocimiento de la época permanece bautizado, sin temor a que las ráfagas del poder apaguen la llama de la voz y la palabra. (“Los libros arden mal”, escribió Manuel Rivas). Teniendo en cuenta que la mayoría de textos, aunque sean actuales, remiten a otros, si leemos las revistas literarias, estaremos a disposición de imitar a los maestros: así pues, la generación de los Novísimos –encabezada por P. Gimferrer–nos obliga a conocer, por exigencias del guión, a Ezra Pound, a T. S. Eliot, a Charles Baudelaire o a S. Mallarmé. No creo que sea preciso poner más ejemplos… Rafael Osuna lo expresó mejor: “la historia de nuestras revistases la historia de nuestra sociedad”. La revista literaria ha sido, es y será un tratamiento inmediato del
pensamiento –ya no sólo literario, hablamos de todas las esferas culturales– que
impere en un determinado momento: esto es algo actual, por eso hablamos
de “fugacidad”. Para que lo fugitivo permanezca, y se cumplan así los versos quevedescos, necesitaremos esa respuesta inmediata por parte de las revistas. De esta manera, tendremos a nuestra disposición –cuando digo “nuestra”, incluyo, claro está, a todas las generaciones venideras– una guía precisa que nos sirva para desglosar las ideas más importantes del momento. Demos gracias, en expresión de César Vallejo, a los “hacedores de palabras”: mientras existan las revistas literarias*
no morirá el pensamiento.
_______
* Incluyo aquí, aunque se trate de suplementos de diarios, a Babelia ya ABCD Las letras, por su
rigor informativo-.

HÉCTOR ACEBO BELLO

martes, 13 de marzo de 2007

Palabras de Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo.

«Para los violentos, para los fascistas, para los cortos de ideas, para los largos de lengua, para los de bigote, para los de las guerras, para los de las torturas en Guantánamo, para los que no encontraron las armas de destrucción masiva, para los que no sabían ni que existían, para los que nos mintieron entonces, para los que nos mienten ahora [...]

»Para los amigos del ex presidente del Gobierno, para los amigos del ex ministro del Interior, para los amigos de Bush, para los que si pierden unas elecciones se enfadan, para los que se enfadan aunque no pierdan las elecciones, para los que bendicen los bombardeos, para los que ladran cuando hablan, para los que hablan cuando rebuznan [...]

»Para los que se tambalean cuando no están en el poder, para los que necesitan estar en el poder para no tambalearse, para todos los que justifican todo con el terrorismo, para todos los que ahora todo lo justifica el terrorismo, para los que me insultan, para los que me injurian, para los que me calumnian, para los que amenazan, para todos ellos, y en mi nombre, mi desprecio más despreciable».

EL PAÍS, 10 de marzo de 2007.

domingo, 11 de marzo de 2007

Acerca de la manifestación en Madrid. 10/3/07.

Humillante. Esta manifestación se ha hecho para desgastar al gobierno socialista, que no nos vendan solidaridad. Cierto sector de los medios de comunicación y, por supuesto, los representantes del PP nos han hecho creer que esta manifestación es ¿solidaria? No nos engañemos, si el PP estuviera gobernando, habría hecho lo mismo, respecto al caso De Juana, que Zapatero. Nos han hecho que creer que el gobierno tiene la culpa de haber puesto en libertad a un terrorista cuando este tipo ya cumplió su condena. Nos han hecho creer que el poder del Gobierno puede cambiar a su antojo las leyes. De acuerdo: posiblemente no sea justo que un tipo que se carga a 25 personas esté libre, pero esto ha pasado siempre desde que vivimos en democracia, no es algo nuevo por mucho que así ahora nos lo hagan creer. Es lamentable esta situación: ver cómo padres e hijos se manifiestan en contra de... ¿qué? Vivimos en una sociedad tan confusa que no sabemos cuáles son las funciones del Presidente del Gobierno y cuáles son las del juez. He aquí las consecuencias de la manipulación. Vivimos en democracia, pero nos estamos dando cuenta de qué no sabemos cómo funciona nuestra sociedad. Me atrevo a decir que el gran culpable de todo esto es la educación: ¿de qué nos sirve empollar definiciones si luego no sabemos caminar? Al final nos acabamos lamentando: embarazos no deseados, familias que se manifiestan sin saber el motivo que les impulsa a... ¿A qué?
SOS.
Aviso a los hombres civilizados.