Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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miércoles, 29 de febrero de 2012

La seducción



Minuto 49:10 de La caza (Carlos Saura, 1965): El joven Emilio Gutiérrez Caba baila un twist con una adolescente. Revisando esta hermosa escena, constato que la seducción, en una atmósfera belicosa, es es el acto más subversivo.

martes, 28 de febrero de 2012

En la muerte de Cunqueiro

Hoy se cumplen 31 años del fallecimiento de don Álvaro Cunqueiro, el literato de la visión poliédrica y la sonrisa sardónica. Hace unos meses dediqué al maestro un artículo que pueden leer pinchando aquí. Decía uno en ese texto:
"Sólo alguien que se regodea en el lenguaje, que se vale del realismo como contrapunto para sostener la fantasía, que utiliza dos miradas en un mismo argumento, es capaz de narrar con tanta entonación hímnica, aun no estando presente en el momento de los hechos evocados. Así obraba Cunqueiro, el soñador que pasó toda la infancia 'a la escucha', el venerable mago que encontró una fórmula intermedia entre los diversos niveles lingüísticos, deleitándose tanto en los cultismos como en el rápido —pero a menudo gracioso— decir rural…".

lunes, 27 de febrero de 2012

"La cabeza de Bouso", un relato de Cunqueiro

LA CABEZA DE BOUSO

En el Times de Nueva York leí que a un hombre de Chicago, por más señas hijo de italianos, lo operaron en la cabeza, y le encontraron un hueso raro y suplementario. Esto ya le pasara en mi provincia de Mondoñedo a un tal Bouso de Prado. El hueso del de Chicago era una especie de haba, fijada entre el frontal y un parietal. El de Bouso no se sabía de dónde procedía, porque lo expulsó por la nariz. Pero hay que contar la historia desde el principio. Voici des détails exacis. Bouso estaba en Villalba, en la feria, comiendo pulpo, y no tuvo más remedio que entrar en discusión con un vecino de mesa, que no era del país, alto, flaco, moreno. Después se supo que era un valenciano que había viajado a Galicia para comprar unas mulas, que ya tuviera otras del país y le salieran muy pacificas. Discutieron Bouso y el forastero la calidad del pulpo, y el valenciano, irritándose, dijo que los gallegos comían mierda, dispensando, y tiró su plato al suelo, y escupió en el de Bouso. Éste se levantó y requirió su cachaba, pero el valenciano, rápido, le echó las manos al pescuezo y le sacudió violentamente la cabeza. Bouso sintió que dentro se le soltaban todos los huesos, que al desprenderse cantaron como cucharillas que hicieran fiesta dentro de un vaso de cristal. A Bouso se le nubló la vista y cayó en tierra. Tardó un cuarto de hora en volver en sí, y logró llegar hasta su casa. Pero tenía los huesos sueltos dentro de la cabeza. Los oía. Sacudía la cabeza, y también los oían los vecinos. La mujer lo llevó a que lo viese un curandero llamado Primo de Baltar. Tuvo que ir la mujer con él, porque a veces alguno de los huesos sueltos se le bajaba hasta un ojo y le estorbaba la visión. Bastaba, eso sí, con que le sacudieran la cabeza para que el hueso cambiase de lugar, pero se corría el riesgo de que otros huesos se echasen hacia delante, y lo dejaban ciego, hasta que la mujer lograba una sacudida propicia.
Primo de Baltar, que como componedor de huesos era muy estimado, le dijo a Bouso que lo primero era sacudirle la cabeza de manera que los huesos se fueran hacia atrás, donde estarían más cómodos. Seguidamente, y durante dos días seguidos, estando ambos sin comer, el científico y el enfermo, y sin beber, y descalzos, Primo le puso en la parte trasera de la cabeza parches de cera caliente, con lo cual, pasando el espíritu de la cera al interior, pegaba los huesos unos contra otros, y todos a lo que Primo llamaba “la bóveda de la campana”, que la hay en algunas cabezas, y Bouso era de estos singulares. Los que soñando dormidos escuchan correr el viento, la tienen. Terminado el pegamento, Bouso y Primo comieron un cabrito y bebieron media cántara de vino. Primo cobró ciento veintisiete pesetas por la operación: las veintisiete pesetas eran de la cera virgen gastada. Bouso puso el cabrito, el vino, un queso, el pan, los cafés y el coñac. También le regaló a Primo una corbata con el retrato de Machado, que se la mandara un sobrino que vivía en La Habana.
Bouso quedó bien. La mujer, todos los sábados de Dios, le ponía un parche de cera en la cabeza, para asegurarle más los huesos. Pero, con todo, uno se soltó. No hacía falta verlo, que no se veía en las profundidades de la cabeza, para saber que era como un cigarrillo alargado y redondo. Bastaba con escuchar cómo se desplazaba. Bouso estaba podando distraído, y sentía venir el hueso desde atrás a golpearle en la frente. ¡Tac! Tuvo que volver a Baltar a que lo estudiase de nuevo Primo.
—¡Ese hueso te sobra! —afirmó el componedor.
—¿Cómo va a sobrarme un hueso? —se admiraba Bouso.
—Será el hueso del azogue, Bousiño. ¡Ese hueso les sobra a todos los que lo tienen!
Y Primo, en un cedazo pequeño, cernió tabaco de picadura mezclado con el de los pitillos que llamaban mataquintos, y le hizo sorber el rapé a Bouso. Le vinieron a éste unos estornudos fuertes, muy de arriba, y al tercero salió el hueso; parecía de ala de pollo, muy limpio, blanquito.
—¡Parece que no es un hueso de hombre! —comentó Bouso.
—¡Por eso te sobra!
Primo dijo que lo mejor era enterrar el hueso, no fuese a haber epidemia, que los huesos del azogue, en ciertas épocas, son contagiosos. Bouso quedó curado. Le pesa la cabeza, atrás. Pero es natural, que tiene allí pegados los huesos todos.

Álvaro Cunqueiro, Xente de aquí e de acolá (traducido al castellano como La otra gente)

domingo, 26 de febrero de 2012

Un sueño musical

En uno de mis últimos sueños, cierta muchacha interpretó, con un ukelele, "Blue Letter", la desenfadada canción de Lindsey Buckingham (Fleetwood Mac). Sin aliento, desperté, y, en el intento de recrear aquellos tres minutos luminosos, apoyé la mejilla contra la almohada. No fue una mañana perdida: fue una tentativa de salvación, una manera de trascender los límites impuestos por el espacio y el tiempo, nuestra gran maldición.


La versión original de "Blue Letter", de Fleetwood Mac.


Una versión casera, con ukelele, de "Blue Letter".

sábado, 25 de febrero de 2012

'Público': una triste despedida

Ayer se publicó el último ejemplar del diario Público en su edición de papel. Es una triste noticia para el periodismo, para la memoria histórica, para la pluralidad de pensamiento que necesita cualquier democracia...

Todo mi apoyo y reconocimiento para los compañeros del periódico, especialmente para Marco Schwartz y Vicente Clavero.

viernes, 24 de febrero de 2012

Javier Marías y la derecha

En su último artículo publicado en El País Semanal, Javier Marías habla, con finura, sobre la hipocresía y las contradicciones de la derecha. Reproducimos aquí el siguiente párrafo, muy ilustrativo:
"Esa derecha que aboga por el 'Sálvese quien pueda, y el que no púdra­se'; que se opone a la intervención del Estado para ayudar a la gente en apuros; que detesta la sanidad pública y la educación universales; que considera meros parásitos a quienes no se pueden valer por sí mismos o ya han nacido casi abocados a la margina­ción y la indigencia; que culpa a quienes enferman o se ven arruinados por el motivo que sea; esa derecha, digo, se reclama 'cristiana' invariablemente. Y, o yo he olvidado mi catecismo, o el cristianismo predica con énfasis lo que sus supuestos representantes hoy repudian: la compasión, la piedad, la caridad y la misericordia."

martes, 21 de febrero de 2012

martes, 14 de febrero de 2012

Antonio Lucas entrevista a Martínez Sarrión

El pasado 5 de febrero, en El Mundo, Antonio Lucas entrevistó a mi querido Martínez Sarrión, que acaba de publicar dos libros: el poemario Farol de Saturno (Tusquets) y el dietario Escaramuzas (Alfaguara). Reproducimos a continuación la lúcida entrevista:

«ASOMBRA CUÁNTA LITERATURA DECORATIVA SE GENERA»

Llamas al timbre y alguien que no ves abre la puerta mientras Antonio Martínez Sarrión aparece de frente con la mano tendida y la voz de caverna dispuesta a la parla. Hay algo de falsa magia elemental en este gesto de las puertas que se abren sin presencia exacta. Una prestidigitación inesperada que deriva en aceptar lo sobrenatural como parte primera de toda entrevista. Al fondo, un saloncito trepado de libros y el ventanal orientado al Retiro (como una Meca laica y arborescente), donde Martínez Sarrión ofrece asiento y se atusa el pelo hacia delante. Examinado a ojo, se trata de un pelo difícil, cortado a línea sobre el frontón carnoso de la testa, de ligero rumor patricio. El anfitrión gasta pupilas azules. Órbitas casi fuera del rostro, donde se acumulan arrugas barrocas que le dan a la cabeza un rumor de lírica destruida. Cuando mira con fijeza tiene algo de saxofonista negro en pleno trance o de muchacho malo y tierno.

Es un poeta de la vieja escudería novísima que decidió después jugar a solas en el proceloso camino de las letras. Ensayó tres volúmenes de memorias que están entre los más sugerentes de aquella generación. Tradujo a Baudelaire y esa lectura se considera hoy una de las mejores en lengua española. También a Rimbaud. Acaba de publicar en Hiperión una versión de Poemas saturnianos y Fiestas galantes de Verlaine. Y anda enredado con nuevas interpretaciones de Mallarmé. En su dietario combina la pólvora y la lucidez de quien ya no tiene edad para callarse. El último volumen, Escaramuza, es un recuento de vida vivida intensamente y lecturas leídas con pasión feroz, daños y olvidos, recuerdos y citas.

Es probable que Martínez Sarrión, de pronto, se ponga a reír. O lance una soflama directa a la aorta del capitalismo. O a esos ricos color sobrasada que ha dado de sí el abuso indiscriminado del dinero. Uno nunca sabe.

Ha cumplido 73 años y la voz se le ha vuelto aún más de oso. Es una mezcla de escritor moderno, estepario, desafiante, clásico, mordaz, lúdico... Un náufrago de la Mancha del boniato, la sardina de bota y el piojo verde. Se acercó a París cuando el 68 y cambió a Marifé de Triana por John Coltrane. Lo parieron en casa. En aquel Albacete de 1937.

-Los de mi infancia manchega fueron años duros, de tibetización de la oscura provincia. Hasta los 15 o 16 años no me di cuenta de que no tenía mucho que ver con el ambiente eclesial de mi pueblo ni con la mentalidad derechil de mis padres. La primera gran revelación de mi vida llegó gracias a un profesor valenciano. El día en que murió Ortega y Gasset nos leyó un fragmento de La rebelión de las masas y fue un impacto. Descubrí una forma de pensar y sentir el mundo que me hizo dudar de todo lo que hasta entonces me habían enseñado en lo político, religioso, moral, social... Comencé la larga operación de quitarme de encima la roña nacionalcatólica. Y aún a ratos creo seguir en ello.

-¿Qué importancia le das a tu infancia?
-Rilke dijo que el paraíso perdido es la infancia. Y me parece exacto. Incluso cuando se trata de infancias duras... La mía no lo fue. Mis padres eran funcionarios modestos. Vivimos sin angustias, aunque con ascetismo. De entonces me quedó la idea de que todo lo importante ocurre hasta los 10 años; es el tiempo en que se dan las epifanías que te marcan.

-La literatura.
-Tengo conciencia de ser algo llanero solitario. Nunca he intrigado en cenáculos ni he incordiado para recibir reconocimientos o premios. Voy a lo mío. Leo y escribo. Mis raíces se dividen entre el entusiasmo por la vanguardia y el carácter peleón (sobre todo en política). Y mantengo un gusto irrenunciable por lo clásico... Me asombra la cantidad de literatura decorativa que se genera.

-¿Por ejemplo?
-Desde hace mucho tiempo, las editoriales de tonelaje comercial han optado por la literatura fácil, por lo cómodo. La cosa viene de atrás, de cuando algunos autores comenzaron una cruzada contra la literatura experimental que representaban Benet, Juan Goytisolo, Julián Ríos y algún otro. Entonces decretaron manu militari que todo aquello debía de acabar en beneficio de una escritura de legibilidad absoluta.

-¿Quiénes fueron los autores de esa cruzada?
-El que entonces llamaban El joven Marías (Javier), Savater, Dragó...

-Y el resultado fue...
-Una narrativa facilona, primer peldaño de la literatura de usar y tirar que abunda hoy. Algunas editoriales grandes mantienen en sus catálogos alguna perla suelta como estrategia, quizá para aliviar sus malas conciencias, pero es igual que los bancos con sus fundaciones culturales. La mejor literatura de hoy la ofrecen las pequeñas editoriales.

-La más desobediente...
-Así es. Aquella que para muchos es una «literatura de la sospecha». La única válida en el tiempo.

Martínez Sarrión se quita y se pone las gafas. Se alivia con abluciones de agua mansa. Recuerda los días de militancia novísima, cuando los polluelos líricos se tiraban el rollo con su modernidad incalculable y, cuando les hablabas de ciertos autores españoles, mantenían la respiración como en los pasos de aduana. «Fue muy impactante lo que surgió alrededor de la antología de Castellet. Aunque hubo mucha quincallería de juventud. Eso sí, nos divertimos mucho y todos éramos amigos». Algún fleco de diversión puede quedar aún por ahí. Lo de la amistad entre los del grupo ya es más difícil. Martínez Sarrión mezclaba en sus poemas estelas de jazz, películas viejas, títulos muy cultos, Marilyn Monroe, Bob Dylan, pulgones de época, Cavafis, Palm Beach...

-¿La edad te ha hecho más escéptico?
-No lo sé... Lo cierto es que no tengo ninguna fe en el advenimiento de un hombre nuevo. Aunque sí mantengo cierta esperanza en que un día lleguemos a algo más vivible. Lo que hay que desmontar es el capitalismo. Por nocivo. Cada vez somos más los que nos opongamos a ese desastre comprobado.

-Ya pasó el 15-M, parece...
-Estuvo bien, sí, pero fue insuficiente... Lo que no quiero es que se confunda mi desencanto con nihilismo. El nihilismo acaba siempre en el fascismo. Todos los fanáticos son en último término nihilistas... Respecto a esta gran mentira en que vivimos, a la que llaman crisis, la trampa es difícil de resolver. Algunos de los que nos han conducido al desastre, los responsables de Lehmans Brothers y otras instituciones, todos delincuentes probados, han ocupado con Obama cargos de enorme relevancia en la política económica de EEUU. No se puede con ellos.

-Y la cultura, mientras, en paradero desconocido.
-La cultura seria, querrás decir. Porque el ocio cultural cada vez es mayor. La televisión es su mejor aliado. Ya no hay diferencia entre publicidad, noticia y ficción... Además, todo se vuelca en el deporte. La gente se agarra al fútbol como a la heroína. Estamos en el momento de alienación máximo de una sociedad que ha pasado de ser lugar de consumo a lugar de subsistencia.

-¿Para qué sirve la poesía?
-Seguramente para nada. Pero cuando leo ese intento de acercamiento a su sentido que trazó Borges creo que es el centro de todo: Ver en la muerte el sueño, en el ocaso/ un triste oro, tal es la poesía,/ que es inmortal y pobre».

Para ser invierno, llega hasta el salón un sol chorreante que aún no se ha transformado en frío. Martínez Sarrión tiene esa actualidad de los hombres sin tiempo, de los que han sido excluidos de las modas, de las nomenclaturas, del canon, de los cajones de premios pendientes del ministerio. Y está moderadamente feliz. Con el Retiro a la espalda, esa Meca de ardillas, corredores, brujas del naipe, bujarras y castañas malas.

Por Antonio Lucas (El Mundo, 05/02/2011)

jueves, 9 de febrero de 2012

La vergüenza

La justicia, del lado de los corruptos: Garzón, condenado; Camps, absuelto. Viviendo en este país, ¿cómo no voy a sentir hoy vergüenza ajena?

Al juez Garzón le dedico, con mucho gusto, dos cuartetos de Miguel Hernández que siempre me han recordado a él:

"Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos.

Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
que tu aliento llenara de movimientos bellos.
Quisiste apaciguar la sed de las panteras,
y flameaste henchido contra sus atropellos."


miércoles, 8 de febrero de 2012

Un poema invernal de Luis Rosales

Lean, al amor del fuego, el siguiente poema de Luis Rosales:
LA NIEVE NIÑA

Esta madera que es el sueño, acaso
sabe que huele a ti; sabe que creces
hacia tu infancia, y vives
de aquella claridad, de aquella nieve
niña como la sed, de aquella niña
vocación de llorar porque ibas siempre
de traje corto hacia el amor, y aún llevas
la luz que tuvo en el mirar que tienes.

Luis Rosales, Rimas, 1951

domingo, 5 de febrero de 2012

'The New York Times' defiende la absolución de Garzón

"Procesar a Garzón por investigar los crímenes del franquismo es una ofensa contra la justicia y la historia", leemos en un editorial que ha publicado hoy, en defensa de la absolución del juez, el diario neoyorquino The New York Times. Tal y como se dice en el citado editorial, si bien es cierto que existe una Ley de Amnistía de 1977, Garzón "alega con justicia que según el Derecho Internacional no puede existir amnistía para los crímenes contra la Humanidad y que las desapariciones no resueltas suponen un delito vigente".

Huelga decir que, desde esta humilde tribuna, también defendemos la absolución de Garzón.

viernes, 3 de febrero de 2012

Sobre una chica que aspira a presentar 'Gran Hermano'

El siguiente poema, que extraigo de mi ópera prima, Camas de hierba, podría servir para completar la lectura de "Bienvenidos al porno pop", la magnífica columna de Diego A. Manrique.
SOBRE UNA CHICA QUE ASPIRA A PRESENTAR “GRAN HERMANO”

No entiendo
a cuento de qué se acicala tanto
los sábados, si al rato
ya la habrá desnudado
(¡tanto!) uno de esos
macarras que visten de marca…

Me pregunto
(¿puedes creerlo?)
de qué color será su pijama.

Las 'vedettes' de hoy

Escribe el crítico musical Diego A. Manrique (El País, 23/01/2012):
"Repasando listados de grandes triunfadoras de los últimos tiempos, compruebo que la mayoría utiliza el sexo como argumento principal. Sexo en portadas, letras, vídeos, conciertos. (...) La presión competitiva o la vocación empujan a las cantantes a convertirse en sex bombs, a comportarse como tales: pienso en Christina Aguilera, Paulina Rubio, Shakira o Lady Gaga. (...) Con todo, el error consiste en valorarlas puramente como cantantes de pop. No, mire: son vedettes. Artistas de teatro musical, que destacan sus formas. Reinas de la picardía, los dobles sentidos, la belleza insolente. Embaucadoras de machos en celo, paradigmas para jovencitas con ambiciones."

No le falta razón a Manrique. La sugerencia, el misterio, la sorpresa..., son valores que se están perdiendo en el terreno artístico: ¡qué terrible paradoja! Como no se fomenta la imaginación, triunfa la pornografía en vez del erotismo. Lo chabacano, no lo elegante. Y lo peor de todo es que las estrellas del porno pop son seguidas por miles de jóvenes. Me entristece esa pérdida de referentes, de valores éticos y estéticos. Y es que la sugerencia requiere un esfuerzo; en cambio, lo zafio es análogo al triunfo rápido.

jueves, 2 de febrero de 2012

Javier Ferreiro: "REM' es una reflexión sobre el sueño, un canto a la infancia"

El director Javier Ferreiro (Lugo, 1989) es, por encima de todo, un cinéfilo voracísimo. Introspectivo pero locuaz, crítico y abarcador, ajeno a las modas, amigo de las particularidades —más que de las escuelas—, este joven es capaz de entusiasmarse por igual con Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959), con El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), con Todos nos llamamos Ali (Rainer Werner Fassbinder, 1974), con Europa (Lars von Trier, 1991) y con Mystic River (Clint Eastwood, 2003), por citar cinco filmes con poéticas bien distintas. La primera incursión de Ferreiro en el celuloide fue El padre (2010), un corto rodado bajo la supervisión del último ganador de la Concha de Oro de San Sebastián, Isaki Lacuesta. En su segundo trabajo, REM (2011), el lucense comparte las tareas de dirección con María Sosa. Este envolvente cortometraje —protagonizado por las novísimas promesas Marina Comas, Joana Vilapuig y Mireia Vilapuig— se estrenó el pasado mes de octubre en la XLIV Edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. En ABC.es, existe la posibilidad de visionar la película.


Pregunta: ¿Cómo surge el proyecto de REM?
Respuesta: Yo estudié Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. En diciembre de 2010 se nos planteó, a los estudiantes, la posibilidad de llevar a cabo el trabajo final de la carrera. La idea del mismo me surgió durante las navidades de ese año. Una noche estaba en mi casa, en Lugo, viendo un documental sobre trastornos compulsivos, donde hablaban de la narcolepsia. Las personas que sufren esta enfermedad se duermen al instante, cayendo rendidas… Tomando como punto de partida ese tema, empecé a escribir el guión del corto con María Sosa, Ana Cuba y Adriana Dumon, tres compañeras de la carrera con las que me entiendo muy bien. Además de la narcolepsia, surgió, paralelamente, otro tema: la infancia; enfrentándonos a lo que dijeron maestros como Hitchcock, y siguiendo la línea de Laughton, decidimos rodar con niños. Así tomó forma nuestro proyecto final de la carrera, REM, que yo definiría como un canto a la infancia, como una reflexión sobre el sueño…

P: Mientras que en REM el tiempo —sometido al poder del sueño— está descontextualizado, el espacio adquiere una importancia capital. Igual que en Tasio (Montxo Armendáriz, 1984), ¿podríamos decir que aquí el bosque, más que un microcosmos, es un personaje más? Yo, al menos, percibo su ánima…
R: Efectivamente. En REM, el bosque tiene tanta importancia, que casi habla… y, en cierta manera, juzga a las niñas narcolépticas, Alicia y Eva [interpretadas por Marina Comas y Mireia Vilapuig, respectivamente]. Sin embargo, el espectador, cuando se cuela por la puerta del sueño, percibe que ese espacio —reforzado por la fotografía— está lleno de luz. Hay mucha agua, y el manantial quizás sea el mismo que encuentra Blake en Last Days (Gus Van Sant, 2005)... Todo el espacio está en el sueño de las niñas, al igual que sus coloridos vestidos. Claro que nosotros no somos muy dados a hacer experimentos; yo creo que las películas hay que verlas para que se te metan en la cabeza, para disfrutar con ellas… y después, cuando uno escribe, pinta o hace cine, debe mirar más hacia la realidad.



P: En ese sentido, los grandes creadores de mundos fantásticos u oníricos suelen utilizar la realidad como contrapunto, otorgando, de este modo, credibilidad y tensión al relato. En el caso de vuestro corto, la única escena sangrienta acentúa el peligro que supone traducir, en un entorno cotidiano y sin ningún tipo de reservas, los sueños.
R: Así es. Las niñas Eva y Alicia se encuentran atrapadas entre el sueño y la vida real. Esa vida, que comparten con la hermana mayor [Ana, interpretada por Joana Vilapuig], es monótona, ni buena ni mala… El sueño tiene un sacrificio y una madurez. Las niñas han elegido vivir en otro mundo, y saben lo que deben hacer para llegar allí. Para la mayor parte de la gente, ese mundo es la muerte; para las niñas, hablaríamos del sueño eterno. Ana ha llegado al último escalón de la madurez, y entiende el sentido de la muerte. Esta mujer —que se va a quedar sola— cumple, en un principio, los caprichos de las niñas, pero luego se da cuenta, conforme avanzan los hechos, de que ha traspasado la delgada línea roja… Eso es lo que se evidencia en la escena que traes a colación, cuando las niñas se arrancan los dientes. La idea de nuestra obra se puede interpretar de muchas formas, pero a mí me gusta explicarla de forma poética, porque es así como la veo. Yo hablaría de un eclipse, de una noche durante el día. Y es que el común de los mortales —yo mismo— relaciona el dormir con la noche; sin embargo, para estas niñas, la noche sería el día, que es cuando duermen tanto. Ahí entra en juego lo paranormal, que desemboca en la salida de las niñas al sueño eterno.


P: En Cahiers du cinéma (número 85, julio de 1958), un joven y talentoso Godard escribió refiriéndose a su maestro Bergman: “El cine no es un oficio. Es un arte. (…) Siempre estamos solos: lo mismo en el estudio que ante la página en blanco. Y (…) estar solo es formular preguntas. Y hacer filmes es responder a ellas”. ¿Encontraste muchas respuestas creativas en el Pirineo de Lleida y en Sabadell, durante el rodaje de REM?
R: Efectivamente, en esa soledad te preguntas muchas cosas. Acabas tu primer día de rodaje, te acuestas, y piensas: “¿Es esto lo que quería? ¿A la historia le hace falta algo más?”. En el rodaje, la cámara, el sonidista, las actrices…, hacen la película. Y el director-guionista, como es el caso, puede ir un punto más allá, tratando de encontrar en la naturaleza una explicación a algo que quedaba pendiente en el guión. Así, María y yo tomamos la decisión de rodar unos cuantos planos de más, siguiendo la idea de la soledad bergmaniana. Esa soledad va, asimismo, en consonancia con el silencio de las niñas narcolépticas. Durante el rodaje, me di cuenta de que quería captar el rostro de una niña durmiendo. Sí, quería verla dormir, porque detrás de esa cabeza había un mundo entero: el de los sueños. Me gusta mucho la idea del rostro de esas niñas que se caen dormidas frente a la cámara. La película, en fin, no se hace sólo en la preproducción o en el guión, sino también durante el rodaje.

P: Hablemos del reparto del corto. Habéis tenido la suerte de contar con tres jóvenes promesas de nuestro cine: Marina Comas (ganadora de un Goya a la mejor actriz revelación por su papel en Pa negre, 2010, de Agustí Villaronga) y las hermanas Vilapuig: Joana (conocida por su rol protagonista en la serie Polseres vermelles, emitida por TV3) y Mireia (quien trabajó a las órdenes de Pau Freixas en Héroes, 2010).
R: Sí. María, Adriana, Ana y yo teníamos claro que nuestro trabajo no debía quedarse en un simple proyecto fin de carrera: de ahí la importancia del reparto. Joana, Mireia y Marina lo dieron todo; además, trataron al equipo de una forma excepcional. A pesar de tratarse de un corto, tuvimos la oportunidad de ensayar bastante, y todos esos ensayos fueron muy interesantes. Si bien es cierto que Joana y Mireia son hermanas, no me cabe duda de que entre las tres chicas se creó inmediatamente un vínculo. Esa confianza fue decisiva para que todos trabajásemos a gusto. Para mí, desde luego, es fundamental interactuar con los actores. Voy a poner un ejemplo que demuestra lo bien que interiorizaron las niñas la historia. Estábamos a punto de rodar la escena en que los personajes de Marina y Mireia pintan sus vestidos, y éstas, mientras bajaban las escaleras, se reían muchísimo… Yo estaba interesado en saber qué les ocurría, y entonces las niñas me dijeron: “Tenemos una sorpresa para ti”. Pues bien, comenzamos a rodar, y las dos —que son muy listas—, tras haber pintado los vestidos, cogieron los lápices… ¡y los tiraron a la vez! Nadie les había marcado esta pauta, pero ellas sabían que, al soñar lo mismo, era necesaria una combinación de sus actos. Para todo el equipo, en fin, fue muy gratificante el hecho de que las niñas interiorizasen tan bien sus personajes.


P: La mirada de Marina Comas me parece análoga, por su dolorosa hondura, a la de la niña Ana Torrent en El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), en Cría cuervos (Carlos Saura, 1976) o en El nido (Jaime de Armiñán, 1979). Ambas jóvenes consiguen que la tragedia más sangrienta alcance, en sus miradas, un fulgoroso recorrido hasta el fondo de su negrura. Una vez reivindicada esta expresividad, me gustaría saber si a Marina, a Joana y a Mireia les llegasteis a hablar de la citada obra de Erice, que, bajo mi punto de vista, es capital para entender REM: esa lucha entre el vibrante sueño y el terrorismo cotidiano.
R: Me alegra que un crítico haya visto la conexión de REM con El espíritu de la colmena. Tengo la sensación de que metimos a Ana e Isabel, las pequeñas protagonistas de este filme de Erice, en el mundo de Winter’s Bone (Debra Granik, 2010). Y los sueños de nuestras niñas probablemente sean similares a los de Donde viven los monstruos (Spike Jonze, 2009). Dicho esto, lo cierto es que a Joana, a Mireia y a Marina no les llegué a hablar de El espíritu de la colmena, pero, siguiendo tu sugerencia, lo haré con mucho gusto. Me atrevería a decir, de todas formas, que sí conocen esta obra: las tres ven no poco cine. Sus padres las cultivan mucho, y eso es fundamental en la formación de un intérprete. Te diré que el gusto cinematográfico de la chica mayor, Joana Vilapuig, es exquisito; su explicación de El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011) me dejó, la última vez que hablamos, anonadado.



P: ¿Qué es el cine para Javier Ferreiro?
R: El cine es sueño, es realidad, es imaginación... Es un arte que sabe hacer muy partícipe al espectador, llegando a muchos estratos sociales (la Red y la piratería son, en buena medida, culpables de ello). El cine —suscribo las palabras de Fuller— es, fundamentalmente, emoción. El poder emotivo del cine es tal que incluso sabemos qué películas debemos revisar cuando estamos tristes, cuando nos faltan las ganas de vivir… El cine es un arte en el que se funden muchas otras artes: pienso, por ejemplo, en El desprecio (Jean-Luc Godard, 1963), ese gran filme que lleva la literatura a la pantalla.

P: El desprecio lleva a la pantalla la literatura… ¡y la pintura! Cómo olvidar el arranque de esa película, cuando la cámara dibuja la sinuosa y esplendente anatomía femenina.
R: ¡Sí, la anatomía de Brigitte Bardott! El cine es, como tú dices, la verdad del detalle. Es también, por ejemplo, la sonrisa de un niño viendo El rey León (Rob Minkoff y Roger Allers, 1994). Por cierto, si el cine es el séptimo arte, ¿por qué no se estudia en los colegios?



(La Noche Americana, 01/02/2011)

miércoles, 1 de febrero de 2012

La poesía, una doncella tierna

"La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa".
Miguel de Cervantes