Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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miércoles, 17 de junio de 2009

«En esta década podremos saber si hay otros mundos como el nuestro»

«Confío en que los adolescentes de ahora resuelvan los problemas fundamentales a los que nos enfrentamos»

«Cada vez que vengo a Vegadeo me siento en casa y muy bien tratado por el cariño de los veigueños»


CARLOS PEÑA GARAY (Físico, natural de Vegadeo)


Vegadeo, Héctor ACEBO

Más de cien alumnos de Primaria de Vegadeo le expusieron dudas, misterios y obsesiones sobre los agujeros negros, las explosiones de supernovas, la velocidad de neutrinos solares, el fin del sol... Carlos Peña Garay, físico veigueño de 41 años con gran proyección internacional, ha sido cariñosamente apodado, tras su paso por el colegio local Jovellanos, en el cual estudió, como «El Mensajero de las estrellas». Tanto éxito cosechó en su villa Peña Garay que, al término de la conferencia, en vez de correr camino del autobús, no pocos niños hicieron cola para que les firmase el tríptico de una jornada que celebraba el Año Internacional de la Astronomía.

-¿Es difícil explicar a un niño de Primaria el tamaño del universo?

-Hay conceptos que son difíciles de hacer comprender si no tenemos experiencia directa. Por ejemplo, distinguir «muy grande» de «muy muy grande». Pero no espero que lo comprendan en toda su profundidad, porque esto es algo que seguirán haciendo constantemente si tienen interés. Lo realmente importante es hacer despertar su curiosidad e interés por hacerse preguntas y tratar de responderlas con la razón. La astronomía es una de las áreas de la ciencia más cercana a los niños, porque presentamos algo que pueden observar directamente.

-¿Qué es lo que más le sorprendió de los alumnos veigueños?

-El interés por los misterios y por los nombres misteriosos. Su gran curiosidad por varias cuestiones fundamentales de la astronomía y, generalizando, de la física moderna. La jornada en Vegadeo ha sido muy estimulante.

-¿Guarda un buen recuerdo del su paso por el Jovellanos?

-Excelente. Tengo varios recuerdos imborrables. En el contexto de las jornadas, en este colegio nació mi interés por la ciencia. Recuerdo mi curiosidad por la naturaleza del átomo en el curso impartido por el profesor Eugenio Castaño (Don Eugenio, decíamos). A la parte práctica de formular en química, le unió unas notas sobre física cuántica y algunos de los actores principales. Me impresionó. He vuelto a ver a dos de mis antiguas profesoras, con las cuales me he fotografiado. He vuelto a un lugar familiar, en el que ahora soy un extraño. La primera característica que cambia tus recuerdos es el tamaño de las salas.

-También se trasladó, durante la misma jornada, al instituto local Elisa y Luis Villamil. Dijo de ellos (los adolescentes) que estaban en una edad extraordinaria, porque podían equivocarse y volver a empezar sin temores... ¿Confía en que lleven nuestro planeta a buen fin?

-La ciencia nos muestra que en muchos casos el camino no se recorre en línea recta y que hay muchas sorpresas, muchos giros, que llevan al éxito de descubrimientos fundamentales. En estos momentos, un bachiller tiene cierta tensión sobre si está tomando la decisión correcta. He intentado ilustrar con ejemplos en la ciencia y con mi propia carrera cómo no se va en línea recta en muchos casos. Sí, confío en que resuelvan algunos de los problemas fundamentales a los que nos enfrentamos.

-En algún momento de la charla, dijo que había vuelto a España desde Princeton (a donde le llevó su tesis doctoral sobre los neutrinos solares), porque quería devolver a su país lo que le había dado. Explíquese.

-Fueron varias las consideraciones a evaluar a la hora de decidir dónde establecerme, además de existir la posibilidad real de elegir. Además de la ayuda familiar, yo he disfrutado de las ayudas públicas en la segunda mitad de los años 80, con la gran expansión del sistema de becas, que permitió a muchos (o al menos disminuyó las dificultades) poder acceder a la Universidad. La Universidad sirvió para cribar a aquellos con más talento para la investigación. Si todo ese talento se va a países más desarrollados, como EE.UU., a ellos les sale muy barato pero a nuestro país les sale bastante caro. Es bien cierto que aún estando fuera de tu país se puede contribuir a su desarrollo. Pero me parece más cierto, que se contribuye más desde dentro.

-En 2007, obtuvo el galardón de Veigueño del Año. ¿Motivo de orgullo? ¿Se siente bien tratado en su tierra?

-Sí, es un gran orgullo. Lo es especialmente porque lo recibo en nombre de mi madre. Celia Garay Cotarelo es la merecedora del premio, por liderar una familia de quince hijos en una vida con muchas dificultades. Cuando vengo a Vegadeo, me siento en mi casa, con mi familia, con mis recuerdos de infancia. Me siento muy bien tratado por el cariño de los veigueños.

-Miembro del IFIC, científico titular del CSIC, profesor titular en la Universidad de Física Teórica de la Universidad de Valencia, Premio Novel de la Real Sociedad Española de Física... ¿Qué le falta por conseguir en su carrera científica?

-Lo realmente apasionante es comprender una nueva idea, generar una explicación, explorar un nuevo territorio en el conocimiento. Saber formular la pregunta correcta y descubrir la respuesta. Cuando esto ocurre, y es bastante frecuente en los pequeños pasos que tenemos que dar para afrontar las cuestiones importantes, has conseguido un nuevo éxito. Desde el punto de vista del reconocimiento exterior, todavía quedan muchos logros que alcanzar.

-Una de sus líneas de investigación gira en torno a la pregunta: ¿Existen más planetas en otros sistemas solares? Sáquenos de la duda.

-Un área de investigación fuente de nuevas noticias diariamente es la identificación de planetas fuera del sistema solar. Ya se han identificado más de 300, aunque en general son grandes y cercanos a la estrella porque así se les ve más fácilmente. Un objetivo de la humanidad es poder ver planetas (con tamaño parecido a la Tierra) separados de la estrella a la distancia Tierra-Sol, para encontrar posibles mundos como el nuestro. Además, el estudio espectroscópico de estos planetas permitirá descubrir si tienen estructuras similares a nuestra Tierra: roca, agua, vegetación... Veremos los resultados en esta década.

-Actualmente está inmerso, junto con otros científicos del mundo, en un proyecto que tiene como fin la construcción de un telescopio que permitirá observar lejanas galaxias y estrellas. ¿Puede contarnos algo al respecto?

-Sabemos desde hace casi un siglo que el Universo está creciendo en tamaño. La nueva sorpresa, descubierta recientemente, es que crece aceleradamente, cada vez más rápido. Esto no era lo esperado, porque la materia que ejerce una fuerza atractiva neta a grandes distancias, la gravedad, debería hacer que la expansión fuese reduciéndose. Necesitamos entender este fenómeno, porque nos muestra que no conocemos los componentes de nuestro Universo que lo generan. Entre las posibles técnicas para estudiar este fenómeno, se encuentra catalogar millones de galaxias lejanas. Esta es una de las áreas más activas de investigación y en la que un grupo español al que me he unido se está consolidando. Si conocemos la posición de estas galaxias lejanas, podremos caracterizar cómo ha comenzado esta expansión acelerada del Universo.

La Nueva España, 17/06/2009

miércoles, 10 de junio de 2009

De repente, la poesía


Por mucho que un artista avance (y ha de ser así), siempre acabaremos reteniendo en la memoria (o en el oído) algunas sensaciones impagables que van ligadas a nuestra propia calentura, madurez o decadencia. En 2004, el que escribe no era más que un adolescente rebelde. Pero no un rebelde al uso: en esas edades tan crueles y superficiales, me parece mucho más meritorio luchar por hallar tu voz (sea melancólica, pasional o jaranera) que fomentar el odio al otro, al diferente, en la clase. ¿Un rebelde tedioso? En fin, a lo que iba: cuando llegó a mis manos Leopoldo María Panero (el libro-disco de poemas del autor madrileño musicados por Carlos Ann y Bunbury e interpretados, además, por el poeta y crítico musical Bruno Galindo y el cineasta pornográfico José María Ponce) me sentí comprendido.

Yo, que siempre había refutado el lenguaje autómata (e incluso el más académico, con tantos cerrojos), vislumbré en la poesía paneriana nuevas formas de expresión. De repente, se podía escribir, exquisitamente, sobre el acto del amor sin caer en los tópicos más típicos de la leche y de la miel. “No es tu sexo lo que en tu sexo busco / sino ensuciar tu alma: / desflorar / con todo el barro de la vida / lo que aún no ha vivido”, reza un poema de Panero incluido en el libro-disco. La atmósfera musical (una fortísima electrónica de vanguardia ideada por Ann) se imbricaba perfectamente entre los perturbadores textos de Panero. Las voces (cantadas, recitadas o alucinadas) daban otra dimensión a la ya de por sí espaciosa obra de un poeta que habla, sin tapujos, sobre “ángeles y cosas que cuestan la vida al ojo humano”. Y yo, por qué no decirlo, me sentía mucho más cerca de algunos docentes (recuerdo que di a descubrir el libro-disco a mi querido profesor de Latín y Cultura Clásica, Arturo Peralta) que de los soeces compañeros –incluyo aquí también a la mayor parte de chicas– de mi instituto…


Todas estas cosas se las comentaba yo a Carlos Ann y a Bruno Galindo (un tipo curtido, ocupado y creativo que sabe escuchar con atención a un periodista novel, lo cual se agradece) al término del concierto que Santa N (el dúo formado por Ann y Mariona Aupí) ofreció en la sala madrileña Boite el pasado 4 de junio. Ann, agradecido, me confesó que a él también le costó mucho aparcar el jugoso y absorbente disco de Panero: “Pese a que el proceso de realización ocupó unos tres años de mi vida, una vez grabado el disco, ¡también lo escuchaba –como tú– antes de irme a dormir…!”. Se diría, a la manera del crítico y semiólogo estructuralista Roland Barthes, que la actividad de leer conduce, inexorablemente, a la de escribir. O que el creador es, por encima de todo, una persona que se asombra. He ahí el auténtico germen de cualquier forma de expresión artística.

Y yo, que tenía pensado centrarme hoy en el concierto de Santa N, retorno (y eso que casi nunca he sentido nostalgia de la cruenta adolescencia) al pasado… Habida cuenta de que escribí hace no mucho en esta misma revista una crítica del disco de Ann y Aupí (lo definí como una unión entre la limpísima canción francesa y la fanfarria), espero que ustedes, estimados lectores, disculpen mis digresiones… El concierto, en fin, fue muy acogedor. Y no sólo porque no hubiera demasiada gente (el aforo de la sala Boite es limitado): cabe destacar la heterogeneidad (y la familiaridad) del ambiente. Además, Ann (bullicioso y expresionista) solicitaba constantemente nuestra participación. Mariona Aupí, por su parte, demostró que sus elegantes (y sosegadas) cualidades vocales no son producto del estudio de grabación.


Claro que el repertorio de Santa N –lo diré una vez más– se hace bastante monótono. Es cortito (tocaron las trece canciones del disco, y en los bises repitieron una: deberían haber adaptado algún tema del Ann solista al formato, un cuarteto acústico sin batería) y el andamiaje de no pocas canciones peca de previsibilidad. No obstante, hay en Santa N varios momentos notables: “Todo para mí” (que en el concierto echó en falta el acordeón), “No me quejo” (definido por Ann como un “alegato de la vida”) o el tema más aplaudido de la noche, “Labios” (cuya letrista estaba en primera fila, a mi lado), interpretado por una Mariona muy dócil. Aparte de esas piernas infinitas, de esa voz susurrante y de esos ojos reptilianos, tiene un no sé qué esta chica… Ahora entiendo por qué Ann decía que algunas musas también son, al adoptar un papel tan elevado, artistas. No me explico, en fin, por qué no hablé con Mariona…

Por cierto, Carlos Ann también me comentó que ya estaba terminado su disco (a dúo, de nuevo, con Mariona Aupí) de poemas musicados de Juan Gelman. Estoy ansioso por comprobar el resultado. Por dar otra dimensión a algunos versos que conozco. Ese es el motivo de la musicalización. Escuchar lo que pide el texto. Vestirlo. Acariciarlo. Volver a desnudarlo. Hasta que, por fin, descubramos (y con eso es más que suficiente: ¿se puede mejorar al mejor Panero o a Gelman?) una sensación distinta. E impagable. “Cómo será pregunto. / Cómo será tocarte a mi costado. / Ando de loco por el aire / que ando que no ando.” (J. Gelman).

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital,10/06/09)





miércoles, 3 de junio de 2009

Príncipes de la ternura

Lucas 15 es una épica (¡y fresca!) revisión del cancionero tradicional asturiano en clave folk-rock


Tino Pertierra, clarividente crítico cinematográfico de La Nueva España (diario asturiano en el cual tengo la suerte de escribir), me dijo en una ocasión: “Sólo deberíamos consentir las florituras al artista que es capaz de contar una historia sencilla con precisión”. El (a priori) insondable Nacho Vegas demuestra esta premisa, junto a su fiel escudero Xel Pereda y otros tres notables músicos asturianos, en Lucas 15 (Lloría Discos, 2008), una original adaptación en clave folk-rock del rico (y, sin embargo, olvidado) cancionero asturiano. Un principado de pasión y rudeza, en donde los labradores buscan a Cristo y a su andarina (golondrina, en bable), mientras el temido sacaúntos –hombre del saco– gallego asesina “sin cuchillo ni navaja” a su propio hijo.

Lejos de caer en los tétricos arreglos de viento, Xel Pereda, Nacho Vegas y compañía se revelan, durante los 50 minutos de Lucas 15 (nombre del grupo y del álbum), tan fieles a la frescura como a la épica –es bastante difícil conseguir ese amasijo de contrastes sin que chirríe la versión– del cancionero de mi tierra. Claro que Vegas ya había hecho incursiones tradicionales en sus discos en solitario (“La canción de la duermevela”, de sus Cajas de música difíciles de parar, 2003, es una buena muestra), con lo cual no me sorprende que haga suya la bellísima y cruel “historia de los príncipes de España” que lleva por nombre “Teresina”.

Pereda es quizás un músico más curtido en el folk (además de ser la mano derecha de Vegas en solitario, forma parte, también como guitarra solista, de un grupo del género, Llan de Cubel). En Lucas 15 Pereda aporta su tibia voz en dos temas imprescindibles: “Los fayeos de mayo” (buena versión del temazo de Felpeyu) y la añada final “Con tomillo y romero”, toda una súplica a los paxarinos (pajaritos) de la enramada: “Nun despertéis al neñu, / que ya apigaza”. (Apigazar significa, en bable, dormir).

Y luego está la magnífica colaboración de los gijoneses Coro Voces de Cimadevilla, quienes añaden el punto épico adecuado –no hay recargamiento– en esta revisión de nanas, cantares de ciego y romances.

Me consta que en su momento sorprendió a no pocos seguidores de Vegas el hecho de que Lucas 15 se publicase casi a la par que el fallido álbum a dúo con Christina Rosenvinge (Verano fatal, 2007). Eugénio de Andrade, uno de los poetas más líricos de los últimos tiempos, decía que los versos deben leerse “con la naturalidad que tienen el correr del agua y el ritmo del habla.” Creo que esa es la milagrosa poción que emplearon Vegas, Xel y compañía en su proyecto, domesticando las guitarras eléctricas, estimulando los pianos y cuidando las armonías vocales: “Cantaben los ruiseñores: / y pensé que me llamabes…”. Como si el viejo Neil Young acampase en los Picos de Europa. Como si los siglos pasasen en un momento…



Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 03/06/09)