Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 27 de marzo de 2009

Honor de los vencidos

Luis Antonio de Villena (gran poeta, novelista, ensayista, columnista y crítico literario) suele colgar en su web los artículos más logrados, personales o representativos (no todos; si no, la página sería extensísima) que tratan su obra. Autores tan reconocidos como Fernando Savater, J. M. Caballero Bonald, Felipe Benítez Reyes, Víctor García de la Concha, Luis García Montero o Antonio Colinas desfilan por este apartado de la web de Villena.
¡Albricias! El autor de La prosa del mundo también ha colgado (gracias, Luis) mi artículo "Villena, un suicida que ama la vida" (publicado en su día en la revista La Huella Digital) en su web. Para leerlo de manera directa, pulse aquí. Si prefiere ver mi artículo ordenado alfabéticamente, junto al de otros autores, pulse aquí. (Esta sección de la página de Villena consta de dos partes. Primera: Trabajos ordenados cronológicamente de más a menos reciente. Segunda: Referencias a artículos ordenados alfabéticamente. Precisamente en la segunda parte, OTROS ARTÍCULOS SOBRE EL AUTOR Y SU OBRA. Por orden alfabético, figura mi artículo: -Acebo, Héctor. "Villena, un suicida que ama la vida". La Huella Digital, 06/03/09.)

sábado, 14 de marzo de 2009

Conoce a… Valentí Morató, de Los Negativos: “Sólo utilizamos los iconos de la cultura pop para expresar sentimientos”


Han vuelto Los Negativos, el grupo más sesentero y culturalista de los ochenta. En pleno siglo XXI, se identifican con el título de su nuevo disco, Dandies entre basura, que acaba de editar Bittersweet Recordings. Echan de menos a Brian Jones, es cierto, pero suenan bastante más frescos y coloridos que muchos conjuntos del pop actual patrio. He hablado con Valentí Morató, el sempiterno batería de la banda mod barcelonesa.

Pregunta. Dandies entre basura se grabó entre 1986 y 2008, según rezan los créditos del libreto. ¿A qué se debe un intermedio tan prolongado?
Respuesta. Nuestro productor habitual, Enrique Lindo, solía grabar temas sueltos o jams cuando volvíamos de los bolos; mientras remasterizábamos el Piknik caleidoscópico [el primer álbum de Los Negativos, de 1986, reeditado por Mushroom Pillow en LP el año pasado], nos hizo escuchar el master… y aquellas grabaciones –que recordábamos como neblinosas– resultaron estar llenas de luz. Tomando esas grabaciones como punto de partida, incluimos algunas aportaciones nuevas. Así es como nació el Dandies.

P. Sin embargo, ¡el sonido no presenta altibajos!
R. Esa ha sido, sin duda, la parte más difícil. Nos planteamos el disco como un collage sonoro: los sonidos de una canción pasaban a otra, y cualquier añadido nos servía para redondear el concepto del álbum.

P. Precisamente le iba a decir que, a pesar de la variedad de registros cultivados en el disco, he percibido una especie de hilo conductor…
R. El hilo conductor ha sido precisamente el collage, estando presente no sólo en la parte sonora, sino también en la gráfica (desde el mandala-pop de la portada a cada página del libreto). Toda esa basura que nos rodea representa tanto lo positivo como lo negativo.

P. Y da la impresión de que, a veces, el presente se confunde con el pasado…
R. El disco pretende ser una imitación de la vida en su vertiente cotidiana y POPular.

P. ¿Cualquier tiempo pasado –como los 80– fue mejor?
R. Sonará raro en un grupo como Los Negativos, pero no somos nada nostálgicos…

P. ¿Grupo de culto? ¿Clásico? ¿O del presente?
R. ¿Pueden ser las tres cosas?

P. Claro que sí. ¿Cómo ve nuestro panorama musical?
R. El nivel técnico ha mejorado, por suerte, mucho. Las ideas dependen de cada caso en concreto…

P. ¿Y qué me dice de los hits actuales que atiborran las emisoras?
R. Que adolecen, por lo general, de producciones muy similares.

P. A pesar de que muchos de los chavales de mi generación (yo nací en el 87) ni siquiera han oído hablar de la elegantísima Catherine Deneuve o del cine de autor de la Nouvelle vague, ¿llegarán fácilmente a ellos? ¿Con qué público se encontrarán?
R. Nosotros hacemos un esfuerzo para descubrir la música que amamos, y no pedimos mucho más de lo que damos. De todos modos, sólo utilizamos esos iconos de la cultura pop (que en muchos casos son sustituibles por los iconos personales de cada oyente) para expresar sentimientos.

P. Hay, bajo mi punto de vista (o de mi oído, mejor dicho), un par de temas muy emocionantes que justifican por sí mismos la grabación del disco: “Parque portugués” y “La buhardilla del Lirón”…
R. En ambos casos se prescindió de la batería para crear ritmos aleatorios con sonidos, gotas de agua, cucharillas de café, el teclado de una maquina de escribir, etcétera. La idea no era otra que acentuar, en la parte final del disco, esa sensación de ensoñamiento e irrealidad.

P. En los 80 experimentaron con instrumentos impropios del pop estatal, como el clavicordio. Y ahora, cuando muchos artistas viven de las rentas y exprimen la misma fórmula de siempre, ustedes sientan un precedente con ese mágico ukelele…
R. No nos gustan las fórmulas. Y el ukelele, además, nos parece la máxima expresión de la modestia y sencillez.

P. También noto, en comparación con sus canciones editadas en los 80, un mayor trabajo de las letras…
R. Creo que siempre nos hemos preocupado por ofrecer buenas historias que se complementen con la música. Aquí también.

Los Negativos actuarán este mes en A Estrada (A Coruña) –día 20–, Valencia –sala Wah-Wah, día 27– y Pedreguer (Alicante) –día 28–, y el 3 de abril estarán en La Casa del Loco de Zaragoza, entre los bolos ya confirmados.

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 14/03/09)

viernes, 6 de marzo de 2009

Villena, un suicida que ama la vida


“¡Tú eres más joven que cualquier universitario de mi pandilla!”. Se lo dije a mi amigo el poeta Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) en una ocasión nocturna. Recuerdo que él, después de haber bebido un trago, se río y me dijo: “Bueno, querido, yo ya tengo una edad…”. Sin embargo, en los asuntos literarios, para mí un joven es alguien que no deja de cuestionarse todo lo que le rodea, incluso sus propias ideas o convicciones. Eso es precisamente en lo que ahonda más que nunca Villena: háganse con La prosa del mundo (Visor), cuya segunda edición (que incluye no pocos poemas inéditos) acaba de publicarse.

Estamos ante un libro hondo, sabio, ameno, coral, compuesto por poemas en prosa que dan voz a personajes de todas las raleas y tendencias: parados, adolescentes, archiviejos (el “Cementerio de elefantes”, que reivindica la eutanasia como un derecho de todo ser humano, es bellísimo), padres de familia, indigentes, homosexuales… A mí me emociona, sobre todo, el Villena acaso más realista (evidentemente, a lo largo del poemario hay mucha ficción, como suele ser habitual en todas sus obras): ese humanista que, vencido por las circunstancias históricas (“Familia”, “Pilar”…), recupera la memoria como un refugio honorable y justo: la mejor manera de oponerse a esos gobernantes que propagan el olvido. ¿Olvidar qué? ¿Que venimos del fascismo? ¿Para volver a cometer errores tan vergonzosos? ¿Para absolver a los culpables? ¡Ni en broma, señores! Estos sentidos versos de La prosa del mundo están dedicados a la figura materna:

(…) No has conocido otra derrota que el tiempo, tan común. Yo dudo (y siempre dudé) de cualquier victoria. No valgo. Soy menesteroso, donde tú abundante. Soy noche, donde tú alba. Gato donde águila tú. Mis palacios son ocaso, los tuyos eran fulgor de cabalgadas en coraje. No llegaré a tu orilla. Desvalido, no sé ayudarte. Roca mía, ola gigante, raíz de alegría. No te alarme saber que sólo poseo cuando me es ofrecido. Amo el fulgor. Y me da miedo alcanzarlo. Miedo es mi voz. Vuelo la tuya. No aguantaré tanto. Saber caer quizá valga (de otro modo) tu temple, tu amor, tu valentía. Saber caer: ya sé, no lo has oído.


“Poeta cursi”, “proyecto de dandy”, “obsceno”, “demasiado clasicista”… Vapuleado por aquellos que se enfrentan a un poema con las gafas de una tesis doctoral o de un bestseller (de poco sirve la cultura si no va unida al sentimiento), Villena es una de las pocas voces de su generación (la de los Novísimos) que ha sabido reinventarse en cada libro, buscando nuevas formas, recursos y matices en su empeño por imbricar (alejado siempre de lo políticamente correcto, como buen creador) el lenguaje de la calle (no hay más que pensar en ese hito de la poesía neosocial que fue Marginados, 1993) con el propiamente poético: dos roturas lingüísticas que renuevan los significados para acabar dibujando un cuerpo (quizá adolescente, rubio trigueño, desnudo…):

Sería tan hermoso tu irrumpir en mi vida…
Una mezcla muy dulce de fuerza y de ternura.
Esas palabras bruscas que dices a menudo
(muermo, lefa, de bute, toña)
para hablarme luego de mí, pausadamente,
o contarme tus lances de estudio y deporte…


Estos versos tan representativos y embriagadores están extraídos de Huir del Invierno (Premio de la Crítica 1981). Villena leyó precisamente otro poema precioso (“El verano”) de ese libro en el recital que ofreció el pasado 24 de febrero en la Residencia de Estudiantes. El poeta (presentado por su colega Luis Muñoz, quien se refirió también a la unidad que engarza toda la obra de Villena, a pesar del cultivo de tantos registros diversos) estuvo, como siempre, ágil y armonioso. Al principio de cada poema (recitó catorce en total, entre ellos tres de La prosa del mundo) hizo una breve introducción para que el público se colase en su particular universo. Villena dijo, a propósito, que leer su poesía siempre le produce “mucha vergüenza”, porque eso significa, en cierta manera, “hacer un striptease”: he aquí otra razón por la que el poeta (circundados de anillos sus dedos, como esas damas extrañas que tanto aprecia) acostumbra a alargar los comentarios. Ni rastro, en cualquier caso, de pedantería. “No es que yo sepa mucho: es que usted no sabe nada”, cuenta, entre las risas de los presentes (muy atentos todos; el aforo estaba prácticamente lleno), que le espetó a más de un iluminado.

Vivir sin hacer nada

Villena me dijo en otra suerte de cita nocturna que él iba para profesor; sin embargo, al terminar la carrera (Filología Románica), se topó con un porvenir literario (no casualmente: su primer libro, Sublime solarium, lo publicó con 19 añitos) y periodístico jugosísimo al que dedicó todo su tiempo. Indirectamente, al término del recital en la Residencia de Estudiantes reflexionó acerca del tema: “Cuando yo era un universitario, muchos de mis compañeros se dedicaban únicamente a memorizar apuntes: ¡y sacaban, así, matrículas de honor! Hablo de una época (los 70) que ya considerábamos mala, pero desde entonces todo el mundo dice que el ambiente universitario es muchísimo peor... Claro, muchos de esos alumnos horribles habrán sido catedráticos, y serán catedráticos espantosos, porque no tenían ningún conocimiento de su tema: sólo memoria. La Universidad, en fin, es un lugar para gente interesada en el saber, no en la titulitis”. (Tomen nota algunos de mis aburridísimos docentes). ¡Qué estupendo profesor hemos perdido! Pero, ¡qué placer se desprende de la lectura de tantos himnos deliciosos, excitantes, veraniegos, impuros… (¿sigo?)! Mejor, entonces, que se haya dedicado a “vivir sin hacer nada” y a “cuidar de lo que no importa”, como apunta en “Un arte de vida”, de Hymnica (1979):

Dejar de amanecida tan fantásticos lechos,
y olerte las manos mientras buscas taxi, gozando
en la memoria, porque hablan de vellos y delicias
y escondidos lugares, y perfumes sin nombre,
dulces como los cuerpos. ¡Qué frío amanecer entonces,
qué triste es, qué bello! Las sábanas te acogerán
después, un tanto yermas, y esperarás el sueño.


Un poeta libertino y refinadísimo que no admite etiqueta alguna (como tampoco admite un sí o un no su forma de entender el mundo y de escribir: siempre hay que profundizar en los motivos y en las sensaciones que conforman la intrahistoria, pese a quien le pese), pues en él se condensan (y vamos a decirlo de una forma clara) los mejores valores de la poesía clásica y contemporánea. Ética y estética. Sensualidad y sexualidad. Cantos y cuentos. Cavafis y Gil de Biedma. “Suicidas que aman la vida tanto que no deben suicidarse”. ¿Alguien da más?

Y yo, tras haber besado a Villena, salí de la Residencia de Estudiantes oliéndome las manos…

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 06/03/09)