Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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jueves, 28 de mayo de 2009

El científico veigueño Peña Garay visitará mañana el colegio de la villa

Vegadeo,

Héctor ACEBO (La Nueva España, 28/05/09)

El científico y profesor veigueño Carlos Peña Garay compartirá mañana una jornada con el alumnado del Colegio Público Jovellanos, de Vegadeo, a fin de celebrar el Año Internacional de la Astronomía.

Este proyecto, que sirve de acercamiento a la figura del investigador internacional Peña Garay, comenzó a gestarse el pasado enero gracias al empeño de la maestra y escritora Belén Rico Prieto. «Mis alumnos han aprendido a hacer una biografía, a conocer los planetas y el universo, a situarnos en la esfera terrestre, a calcular la edad de una persona a partir de la fecha de nacimiento o a redactar las preguntas para el coloquio de este viernes», apunta Prieto.

El alumnado de segundo de primaria del colegio también divulgará la figura de Peña Garay, que en su día fue alumno del Jovellanos, al instituto Elisa y Luis Villamil, también afincado en Vegadeo.

sábado, 23 de mayo de 2009

¡Hasta los guapos son vulnerables!

Revolutionary road parece haber nacido para el lucimiento interpretativo de la famosa pareja, descuidando el desencadenamiento argumental y las relaciones extramatrimoniales, que deberían servir de parapeto.


Muchos cineastas que comenzaron sus carreras en el teatro tienden a explorar los sueños rotos, los dobles significados, la violencia reprimida, los gritos y susurros, la resignación, el silencio, las mentiras, de las parejas (aparentemente) felices o especiales. Dicho esto, podría pensarse que cualquier director de cine lleva el serrín teatral en las venas: maticemos. Hay, por ejemplo, en los filmes del maestro Ingmar Bergman una pulsión que sostiene las expresiones del actor con un cuidado sumo, poniendo la cámara a su servicio (abundan los primerísimos planos: la boca y los ojos hablan al unísono, algo de lo que, obviamente, no puede beneficiarse el teatro) y huyendo de los movimientos extremos.

Sam Mendes, que comenzó su andadura en el teatro, muestra en el caleidoscopio dramático de Revolutionary road algunas de las mejores evidencias surgidas en el escenario. Parece haber nacido esta película para el lucimiento interpretativo de (¿no debería decir entre?) Kate Winslet (¡inmensa, deslumbrante, magnética, desgarrada…!) y un esforzado (cumple bien, pero a veces habría que exigirle una transición más visible en los cambios de humor) Leonardo DiCaprio. Es tan notoria la búsqueda de la tensión entre el joven matrimonio de este filme ambientado en la sociedad norteamericana de los 50 (opulenta pero castradora, más o menos como la nuestra) que Mendes parece olvidar la atención que requieren las vidas por separado. Así, la relación laboral del marido resulta tremendamente superficial, lo mismo que el brote sexual (que funciona de parapeto frente a la realidad, sí, pero cuesta percibir el supuesto deseo) entre la mujer y un vecino pazguato.

Al contrario de lo que sostenía en esta misma revista otro cinéfilo (mi apreciado Daniel Lobato), creo que el desencadenamiento de Revolutionary road es bastante tópico, forzado y oportunista: un tipo esquizofrénico (y, por ende, sin ninguna clase de inhibición) echa sobre la mesa las verdades que se resiste a escuchar cualquier matrimonio civilizado. Y digo que resulta forzado el recurso de un tercer portavoz loco porque muchas de esas reprimendas y represiones sociales ya tendrían que haberse resuelto, explícita o implícitamente (no olvidemos que las elipsis en el cine son tan importantes como los diálogos, pues sirven para avanzar y para ver lo que hay detrás de la pantalla) a lo largo de la trama, no de manera alborotada en el mismo ecuador. Queda para la posteridad el final, brutalmente bergmaniano, en donde el silencio se escucha más que cualquier grito, en donde incluso los guapos son vulnerables…

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 22/05/09)

sábado, 16 de mayo de 2009

«Quiero que la Escuela de Música de San Tirso sea un referente comarcal»

«Tenemos que trabajar en cuanto a difusión y captación de alumnos que garanticen la viabilidad del centro»

ABEL PÉREZ, Director de la Escuela de Música Tradicional «San Tirso del Eo», en San Tirso de Abres


San Tirso de Abres,
Héctor ACEBO
(La Nueva España, 16/05/09)



Necesita estar en continuo movimiento, llegando a implicarse en los más diversos proyectos de la comarca Eo-Navia (musicalización de poemas, docencia, bandas folk...), siempre arriesgados pero necesarios y originales. Abel Pérez (Vegadeo, 1976), licenciado en Historia y Ciencias de la Música, lleva patillas anchas, calada la boina y pasea por las calles santirseñas con su sempiterno acordeón a cuestas. No deja indiferente a nadie. Lo suyo sí que es una apuesta por el rock and roll. O, como él dice, «¡diversión y color frente a la tan nombrada crisis!».

-La Escuela de Música Tradicional «San Tirso del Eo» abrió sus puertas en el pasado mes de enero. ¿Satisfecho con el resultado?

-La verdad es que sí, aunque tenemos que seguir trabajando mucho en la línea de difusión y captación de alumnado para garantizar la viabilidad económica del proyecto. Todos los demás aspectos están respaldados.

-¿Ha supuesto un precedente esta escuela en el occidente asturiano?

-No sé si un precedente, pero me gustaría que fuese un referente en el panorama educativo-social-musical del Occidente asturiano. Somos pioneros en la impartición de un instrumento tradicional como la zanfona. También impartimos, además de otras materias (gaita, percusión tradicional, acordeón, canto y pandereta, solfeo y folklore), la disciplina de baile tradicional, nada instaurada en los concejos limítrofes, así como una visión lo más integral posible a los alumnos entre 5 y 7 años, con toma de contacto con el lenguaje musical, el canto, el baile y el ritmo. Todas estas materias son impartidas por el profesorado especialista de la escuela de música.

-¿En qué momento se ve involucrado en el proyecto?

-La voluntad de creación de la escuela sale del presidente de «San Tirso del Eo» (el colectivo que se encarga de su gestión), Ángel Prieto Souto. Se trata de un trabajo conjunto entre él y yo, más la aportación del resto del profesorado; todos juntos hemos ido diseñando lo que hoy tenemos en marcha y en eso estamos.

-¿Cuántos alumnos hay matriculados? ¿La mayoría son del concejo?

-El número está en torno a los 45 alumnos, desde los 5 años de edad hasta superados los 65. Efectivamente, la mayoría son del propio concejo, pero también tenemos gente de Vegadeo, Abres, Taramundi, A Pontenova, etc.

-¿Cuál es la materia con más adeptos?

-Sin lugar a dudas, canto y pandereta.

-¿Sigue abierto el plazo de matrículas?

-Nunca sobran alumnos: uno se puede apuntar en cualquier momento, enviando un mail a acsantirsodeleo@hotmail.com. Se está sujeto, eso sí, a unos horarios de presencia del profesorado que se fijan al comienzo del curso.

-Compagina su labor, como director y profesor en la Escuela «San Tirso del Eo» con la presidencia de «Polavila» (asociación cultural veigueña de reciente fundación). ¿Cuál de esas dos labores le roba más tiempo?

-Las cosas, para hacerlas lo mejor que uno sabe y puede, llevan su tiempo. No obstante, me considero un afortunado por trabajar en lo que me gusta y en mi entorno, así como por poder contribuir en un proyecto asociativo y de ocio como «Polavila».

-¿Aprovechará el filón para realizar algún proyecto conjunto entre santirseños y veigueños?

-Tanto por mi parte como creo que por parte de ambas asociaciones hay intención de colaborar en la realización de cuestiones que así lo requieran.

-¿Algún plan a corto plazo que tenga en mente?

-Seguir intentando que la gente que me rodea en mi vida me siga ayudando, matizando y tolerando en mis decisiones y proyectos.

-¿Y algo más concreto?

-Avanzar en el proyecto músico-poético-gráfico de «¡María, hai lume!» para poder realizarlo a finales de este año ya terminado ¡Ojalá en el futuro podamos editarlo!

-También lidera el conjunto musical «Os Folkgazais». Es un nombre original.

-Es mi faceta más cómica, pero a la vez acaso la más seria en cuanto a proyecto. Intentamos volver a recuperar el sonido, la estética, la sencillez y la ilusión de los cuartetos y quintetos tradicionales, así como de las pequeñas orquestas de baile de los años 50 y 60. Una apuesta personal pero respaldada por jóvenes músicos de los concejos limítrofes de Asturias y Galicia. ¡Diversión y color ante la tan nombrada crisis!

jueves, 14 de mayo de 2009

De nieve, huracán y abismos



Guitarras desnudas y limpias como vientres. Metáforas que asocian la ciencia con los precipicios. Soledades que ayudan a conocerse, a ser fiel con uno mismo. ¿Era Antonio Vega un cantautor, como se viene diciendo póstumamente, al uso? Si bien es cierto que componía melodías intimistas, nunca ocultó el madrileño su gusto por el pop-rock americano más elegante y vocal (Jackson Browne, Eagles, Byrds...). En ese sentido, estaría muchísimo mucho más emparentado con otro buque insignia de la «movida», su querido Enrique Urquijo, que con los cansinos acordes de Tontxu o Ismael Serrano. No obstante, acaso en su primer disco en solitario ( «No me iré mañana», 1991) sea más llamativa la confluencia entre las melodías pegadizas heredadas de «Nacha Pop» («Háblame a los ojos» o «Esperando nada») y el aludido intimismo («Se dejaba llevar por ti», «Tesoros»...).

Tras haber publicado un recopilatorio (supongo que sufragó su delicada salud con las excesivas colaboraciones y los «remakes»), Vega reclama en 1994 al ex Roxy Music Phil Manzaneda para producir «Océano de sol». El resultado, un tanto frío (tal vez fuera la frialdad -no el hermetismo- su principal defecto), no convencería al propio cantante, despojándose de cualquier intento de sobreproducción en el acústico «Anatomía de una ola» (1998). Tres años más tarde publicaría la que para mí es su obra cumbre, «De un lugar perdido», en donde expone como nadie la inmensa fragilidad de las vidas cotidianas. ¿A cuántas «Estaciones» misteriosas y disonantes dio voz el lánguido Vega? ¡A esto se le llama, como poco, reinventar los tópicos! O, mejor, recrearse.

Por HÉCTOR ACEBO (La Nueva España, 15/05/09)

domingo, 10 de mayo de 2009

Pensar en imágenes

Los abrazos rotos muestra a un Almodóvar incapaz de conectar la forma (tan impecable que resulta recargada) con un desarrollo argumental dramático que deja no pocos cabos sueltos.

Pedro Almodóvar, que es un director hábil a la hora de fusionar originalmente el surrealismo con la vida cotidiana (recuerden ¿Qué he hecho yo para merecer esto?), la experimentación formal con los diálogos callejeros (Todo sobre mi madre)…, piensa cada vez más en imágenes. Hay en Los abrazos rotos (su último filme) dos secuencias representativas de ese mirada que abunda en la profusión de citas, guiños y gustos por el metacine (a la manera de Hable con ella o La mala educación). En primer lugar, me refiero al doblaje que la barriobajera femme fatal Lena (interpretada por una trivial Penélope Cruz) hace de sí misma delante de la pantalla, metáfora efectista y efectiva de la multiplicación de su dolor (tanto la mujer real como la filmada son agredidas psicológica y físicamente por un magnate celoso y posesivo). Luego está esa despedida absolutamente brutal y conmovedora que se materializa en el beso del cineasta protagonista (interpretado por otro trivial Lluís Homar) a la imagen congelada y pixelada de su amada Lena que proyecta el televisor, algo que a mí me recuerda al portento visual de Videodrome (Cronenberg).

Sin embargo, en Los abrazos rotos la impecable forma resulta, a veces, recargada o inútil, pues no conecta con un desarrollo argumental que deja muchos cabos sueltos. Así, la supuesta pasión que quema a los dos amantes resulta inverosímil (o, cuanto menos, apagada). Y el guiño que hace Almodóvar a sus propias Mujeres al borde de un ataque de nervios (¿autohomenaje o nostalgia de aquellos tiempos tan sustanciosos?) no está bien suministrado a lo largo del filme, alargando en exceso, tras la tragedia de Lena, el final. Un final que hubiese ganado mucha más fuerza materializándose en el aludido beso congelado.

Hay precisamente en la última parte de esta película, que parece desarrollarse en torno a las confesiones de sus personajes (la idea es que expulsen, como en los primeros filmes de Saura, sus fantasmas internos), un giro desequilibrante del guión… o una especie de recurso explicativo cogido por los pelos para dar a los espectadores una información que todavía no conocen. En esta secuencia, ni siquiera los agudos movimientos de la cámara de Almodóvar (que siempre ha buscado en sus obras –hay que decirlo– los máximos recursos expresivos posibles) alrededor de sus personajes logran remediar la rotura definitiva de la película, personificada en la inevitable sobreactuación de esa estupenda actriz que es Blanca Portillo.

LOS ABRAZOS ROTOS. Dirección: Pedro Almodóvar. Intérpretes: Penélope Cruz, Lluís Homar, José Luis Gómez, Blanca Portillo, Tamar Navas, Ángela Molina, Lola Dueñas. Género: melodrama. País: España. Año: 2009. Duración: 126 minutos.



Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 10/05/09)

jueves, 7 de mayo de 2009

El vuelo de la Alondra


Tiene nombre de pájaro: y, como tal, un canto agradable, dulcísimo, elegante, largo, con el que defiende su territorio y atrae, al mismo tiempo, a los mortales de diferentes especies, lenguajes y tendencias. Alondra Bentley, británica veinteañera afincada en Murcia, acaba de editar su disco de debut, grabado en los estudios de Paco Loco (Nacho Vegas, La Costa Brava, Bunbury…), que lleva por título la calle de su infancia, Ashfield Avenue (Absolute Beginners).

La cándida muchacha forja un folk tan pastoral como sus vestidos. No ha inventado nada, es cierto, ni siquiera ha reinventado lo que ya hacían (¡y de qué manera!) Nick Drake o Joni Mitchel hace tres décadas. Un día más el ave nos canta, sin demasiadas pretensiones, sus vivencias y sensaciones… No iba desencaminado aquel hombre que gritó, durante el showcase (esto es: la pequeña presentación de un cantante, con el fin de promocionar su disco) ofrecido por Alondra Bentley en la sala Boite madrileña (de aforo reducido, acogedora, con aire ochentero…; ¡lo peor es que un Absolut con naranja cuesta 9 euros!) el pasado 16 de abril, gritó algo así como: “¡Alondra, la cantante de la aurora!”. Todos nos reímos; la cantante y compositora también. Pero llevaba mucha razón aquel tipo: a veces, merece la pena arrebujarse entre las sábanas para sentir la desnudez de piezas como “Sunglasses” o “Some things of my own”… Para olvidarse, por unos momentos, del sueño, el estudio o el trabajo.

En efecto, la crítica –y el público– ya compara a Alondra con el fenómeno indie del momento, Russian Red, por la proximidad de sus músicas (ambas cantan en inglés, hacen un folk acústico, son jovencitas, tímidas… e incluso tienen un timbre parecido). Indudablemente, a las dos chicas –que están tratando de encontrar sus propias voces sumergiéndose en los clásicos del género– les sobra talento. Tal vez sea más sólido el debut de Alondra que el de Lourdes (Russian Red), a pesar de que la primera todavía no tiene en su haber un hit del calibre de “Cigarrettes”. En cualquier caso (yo no voy a caer en el error de comparar a dos chicas que incluso se quieren y se admiran), ambas han de corregir cierta frugalidad o monotonía que empaña no pocos momentos de sus respectivos repertorios.


Volviendo al concierto privado de Alondra, cabe señalar que la sala del centro madrileño estaba atestada de comunicadores veinteañeros –como yo– y treinteañeros, lo cual indica que el joven pop-rock español está tomando un giro irreversible hacia el directo, ¿hacia el inglés (de entrada, esto no es ni bueno ni malo: manda la calidad y la expresión, no el idioma, si bien es cierto que en nuestro país la tradición del folk de autor es paupérrima)?, y hacia las formas más acústicas y confesionales.

Esas formas las conocen perfectamente los dos polifacéticos músicos que acompañaron a Alondra (guitarra en mano, percusión) en la Boite. Hablo de Xema Fuentes y Caio Bellveser, quienes lo tocaron –y corearon– todo: ukelele, teclado, contrabajo, banjo, un pequeño acordeón, guitarras… Y, desde luego, yo (que vi por vez primera a Alondra, a solas con su guitarra, en el prefacio del concierto que Nacho Vegas ofreció hace unos meses en la Joy Eslava) puedo afirmar que la chica, escudada por esta formación clásica, gana más fuerza y no pierde naturalidad, que es de lo que se trata.

¡Sigue volando, Alondra, y no permitas que te cazen, con espejuelos, los envidiosos! Muy pocos españolitos han asumido tan bien como tú, a una edad temprana, esas riquísimas influencias que no escondes…

Tras el showcase ofrecido el 16 de abril en la sala Boite, de Madrid, en mayo Alondra Bentley actuará en Teruel (día 9), en Valencia (día 14), en Madrid (día 21) y en Barcelona (día 30, Primavera Sound Festival). Regresará la cantante a Madrid el día 13 de junio.

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 07/05/09)


lunes, 4 de mayo de 2009

¡Todo un equipo!

El Barça de Guardiola –o el impresionante remake del Dream Team– es, hoy por hoy, el conjunto que más valores éticos y estéticos encarna (sin perder de vista la victoria) de Europa.


Practican un monólogo futbolístico de tanta altura que, a veces, se olvidan de disparar a puerta. Viven para el toque. Se permiten el lujo de ralentizar el regate, como si el equipo de enfrente disputase la Tercera División. No, perdón, eso suena a descalificación; recapitulemos: Son tan generosos que no se reservan ningún cartucho. Desean hacernos partícipes de su manera de trabajar (o, mejor, de divertirse trabajando) en equipo. Porque no podemos hablar por separado, para referirnos al Barça actual, de Iniesta, de Xavi, de Messi o de Eto’o (a pesar de todas y cada una de sus intervenciones o definiciones magistrales), sino de un estilo, de una manera de ver el fútbol.

Un entrenador en el césped
Por mucho que así lo atestigüe su trayectoria, el actual técnico culé no tiene ni un pelo de novel: cuando era un jugador profesional (y de esto no hace mucho) ya leía los partidos dentro del césped. Pep Guardiola era (y es), en efecto, la prolongación del más preciosista –y efectivo– de los maestros: Johan Cruyff. El entrenador más atractivo de la Liga gesticula ahora –fuera del terreno de juego– igual que entonces: arquea las cejas, se rasca la cabeza, levanta el brazo… y mide todos los espacios que aún no existen. Nunca poseyó una técnica exquisita este centrocampista organizador (en la Masía, Cruyff introdujo, personificándola primero en Milla y luego en Pep, esa posición eje con características diferentes al pivote defensivo y al mediapunta, a fin de garantizar una ordenada transición defensa-ataque), apenas llegaba a puerta, no era rápido con el balón en los pies, y, sin embargo, fue probablemente, durante no pocos años, el jugador más inteligente de Europa. Con el permiso de Redondo, nadie como él distribuía el esférico. ¡Y cómo corregía a sus compañeros sin perder de vista los futuros movimientos del rival!

¿Quieren que vaya al grano? Bien. El partido que enfrentó el pasado 2 de mayo al Real Madrid con el Barcelona (¡2-6!) fue un reflejo perfecto de la trayectoria de cada club en este curso que ya toca a su fin. Las individualidades a trompicones frente al trabajo en equipo con magias individuales. El oportunismo frente a la inteligencia. El empuje frente al enfoque… Ustedes, que presenciaron a un Gago eternamente desbordado, a un Messi convirtiendo en virtudes sus supuestos defectos (poca corpulencia), a uno de los mejores porteros del planeta (Casillas) desesperado, a un Xavi leyendo los pensamientos de su técnico –he aquí el remake de Guardiola y Cruyff–, a un Henry tan determinante como en los tiempos del Arsenal, saben de lo que hablo…

Un fútbol ideológico
Ya ven, pese a que no soy el fanático futbolero de mi infancia o adolescencia (cada vez soporto menos partidos completos), me siento orgulloso de seguir al conjunto que más valores éticos y estéticos encarna, sin perder de vista la victoria, de Europa. Cuando tenía unos cinco años (por aquel entonces ya empezaba a hacer mis pinitos periodísticos recomponiendo las características y la trayectoria de mis jugadores más admirados: Baggio, Stoichkov, Overmars…), recuerdo que le dije a mi padre: “¡Voy a ser del Barcelona!”. Y él (que siempre había seguido más a los equipos asturianos, especialmente al Real Oviedo), perplejo ante mi decisión, me dijo: “¡Estupendo!”. A partir de entonces él también se hizo –o se hizo más, si cabe– del Barça. ¡Aquel Dream Team me dejaba con la boca abierta! Laudrup (otro que se sabía de memoria el esquema) pasaba sin mirar la pelota a Romario: y éste se inventaba, con una calma envidiable, jugadas de dibujos animados, como hubiera dicho Valdano. Y si había rotaciones (que las había, y bastante más acusadas que en el Barça de hoy), apenas las notabas: la manera de encuadrar el fútbol se antepone a cualquier excentricidad individual.

“No podemos renunciar a lo que hemos sido”, apuntaba Guardiola en la víspera al exuberante partido. Y Metzelder, por su parte, espetaba: “El buen estilo de jugar al fútbol nos da igual”. Para que luego digan algunos que la ideología (que es un amplio sistema de conceptos y creencias: y, por ende, toda una manera de ver el mundo, no lo olviden) sólo se refleja en la política…

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 04/05/2009)


viernes, 1 de mayo de 2009

San Tirso acoge mañana el V «Encontro de Portadores de Tradición Oral»


San Tirso de Abres acogerá mañana, sábado, el V «Encontro de Portadores de Tradición Oral», un evento que organiza la Asociación Cultural «San Tirso del Eo» y que este año estará dedicado a la Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos y Terras de Burón.

El acto (que se enmarca, como la «Festa da malla» o la «Esfolla do maíz», dentro del Plan de recuperación de la cultura tradicional promovido por el colectivo santirseño) comenzará a las 12 de la mañana y se clausurará a las 21 horas. La tradición oral, según cuenta Ángel Prieto Souto (presidente de «San Tirso del Eo»), estará representada en cinco áreas: oficios (“ferreiros”, “cesteiros”, “verduleiras…”); costumbres (coser, lavar en el río, el estraperlo…); música; ocio (juegos populares); y literatura oral (cuentos y coplas).

El Grupo de Música e Baile Tradicional «Santaia», de Santa Cruz de Oleiros (A Coruña), amenizará el «Encontro, junto a los alumnos de la Escuela de Música Tradicional “San Tirso del Eo». Además, los amantes de la cocina tradicional podrán disfrutar de un suculento menú formado por empanada, jamón, chorizo y pollo asado con patatas (postre, bebida y café incluidos) a cambio de 12 euros.