Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 31 de diciembre de 2010

Llega la noche...



¡Ah, el estallido incontrolable de Morrison en It's too late to stop now, admirable fusión –y confusión– de géneros (no se puede hablar como tal de rock, de blues, de soul o de gospel, sino de MÚSICA)! Una versión muy parecida de la canción del vídeo está incluida en el citado álbum. A uno le gusta escucharla para cerrar el año, para demostrar a las altas esferas que no todos actuamos al dictado de las modas y de la fama.

Here comes the night! La noche, los sueños, el viaje...

jueves, 30 de diciembre de 2010

Octavio Paz y el erotismo


El erotismo es la dimensión humana de la sexualidad, aquello que la imaginación añade a la naturaleza. Un ejemplo: la copulación frente a frente, en la que los dos participantes se miran a los ojos, es una invención humana y no es practicada por ninguno de los otros mamíferos.

Octavio Paz, La llama doble, Ed. Seix Barral, Madrid, 2001

martes, 28 de diciembre de 2010

"Louro de Salceda": Otra historia de don Álvaro Cunqueiro


Louro vivía en Salceda, en una soledad montañosa, en lo alto de la sierra de la Corda, y su casa, siempre muy encalada, asomaba por encima de los nogales, con su gran chimenea siempre humeando. Louro era de mediana estatura, moreno, flaco, los ojos grandes inquietos, las manos muy vivas, acompañando el discurso, la colilla del pitillo de picadura siempre pegada al labio inferior, moviéndose y vertiendo ceniza y tabaco mientras Louro hablaba. Louro siempre hablaba de tesoros. Tenía un Ciprianillo y un mapa del ayuntamiento de Parga. Louro sabía de un tesoro en Fontela, cerca de Parga capital, que estaba solo, sin moro ni hada. Lo había encontrado ya hacía años un vecino de allí, un tal Cándido, que era componedor de huesos. El tesoro habló con Cándido:

–¡Don Cándido, por favor, déjeme quedar en mi casa! Si me lleva, me ha de gastar, y si me gasta ¿qué figura hago yo delante de los otros tesoros?

Cándido dedujo que los tesoros se reunían, o visitaban, con lo cual, estando atento, podía, en vez de un tesoro, hacerse con cuatro o cinco. Se dejó, pues, convencer por el tesoro, y no lo tocó. Eso sí, varias veces al año iba a echarle un vistazo al tesoro, y por San Bartolomé le pedía que le pagase los réditos. El tesoro le pagaba religiosamente. Con los réditos, Cándido se pagaba una cura de aguas en Guitiriz, en el balneario, todos los días comiendo pollo asado, y de postre, melocotones en almíbar. Yo le preguntaba a Louro qué figura tenía el tesoro de Cándido.

–Creo que era un montón de oro que estaba sentado de espaldas a la puerta de la cueva.

Louro estaba empeñado en aprender a leer de derecha a izquierda, para poder hablar con los tesoros que encontrase, a los que le había asegurado Cándido que hay que dirigirse en lengua gallega, con las palabras al revés.

–Verbigracia –me decía Louro–, roñes por señor, oruo por ouro, y oñiv por viño.
–¿No le parecerá mal a un tesoro que lo trates de roñes?
–¿Por qué? ¡Cada lengua tiene su natural!

Louro me contaba de un cura que hubo en Betanzos y que encontró un tesoro. El tesoro le dijo al cura que se pusiese de espaldas, que iba a vestirse de gala, que cuando lo encontró estaba con ropa de diario. El cura, con un espejito de mano que sacó a disimulo, vio el tocado del tesoro. Se quitó una capa parda y se puso una mitra blanca, y después cogió con sus dos manos su sombra y la comió, y con ella la de un árbol que estaba allí cerca. Entonces se mostró resplandeciente, rojo, rojo, en el crepúsculo vespertino, entre las rocas.

–Era un tesoro que se llamaba Paris.

El cura lo llevó para su casa y lo metió en una caja de cristal. El tesoro era una boca de oro, con siete dientes. El tesoro le dijo al cura que se alimentaba de palabras. El cura, todos los días de Dios, le metía al tesoro entre los dientes una página del diccionario latino-castellano de don Raimundo de Miguel, o de una “guía” de teléfonos, que la robó en un café en La Coruña, que a lo mejor el tesoro también quería saber de la gente. El cura tuvo que hacer un viaje a Madrid, y dejó el tesoro escondido en la cuadra. Cuando regresó de la capital, el tesoro había desaparecido.

–¡Es que a un caballero principal no se le puede dejar una semana debajo del estiércol, coño! –comentaba Louro.

Álvaro Cunqueiro, Xente de aquí e de acolá (traducido al castellano como La otra gente)

lunes, 27 de diciembre de 2010

Políticos

(...) o que clama ao ceo é que os señores parlamentarios, que tanto se devanan os miolos para pontificar sobre o que deben facer os votantes que os puxeron aí –no Congreso ou nesa cámara absolutamente inútil que éo o Senado–, teñan o privilexio de percibir a máxima pensión tras quentar o seu escano durante dúas ou tres lexislaturas (oito ou doce anos). E aínda se queixan de que os políticos están desprestixiados.

ELÍAS FERREIRO (El Progreso, 24/12/2010)

martes, 21 de diciembre de 2010

La vocinglería


Mientras nuestro mejor canal informativo, CNN+, está a punto de desaparecer de la parrilla, la telebasura sigue alcanzando enormes cotas de audiencia. He aquí un reflejo de esta sociedad, de nuestras demandas e intereses. El espectáculo barato frente a la profundidad y a la interpretación. El insulto y la vocinglería en lugar de la cultura del esfuerzo. «O curas hominum! O quantum est in rebus inane!» (¡Oh, afanes de los hombres! ¡Oh, cuán vacías son todas las cosas!), decía aquella sátira de Persio.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Homenaje a Luis Rosales (1910-1992)


Este año hemos tenido la ocasión de homenajear por todo lo alto al poeta universal Miguel Hernández, pero no debemos olvidar que también han pasado cien años desde el nacimiento de otro buen vate de su generación (la del 36), Luis Rosales. Es de recibo recordar al autor de La casa encendida a través de su obra:

AUTOBIOGRAFÍA

Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

***

SIEMPRE MAÑANA Y NUNCA MAÑANAMOS

Al día siguiente,
–hoy–
al llegar a mi casa –Altamirano, 34– era de noche,
y ¿quién te cuida?, dime; no llovía;
el cielo estaba limpio;
–Buenas noches, don Luis –dice el sereno,
y al mirar hacia arriba,
vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,
las ventanas,
–sí, todas las ventanas–.
Gracias, Señor, la casa está encendida.

Luis Rosales, La casa encendida / Rimas, Ed. Vitruvio, Madrid, 2010

sábado, 18 de diciembre de 2010

Las cartas de Molina Foix


Escribía, en buena lógica, Molina Foix (novelista, cineasta y uno de mis críticos de cine de cabecera) en la edición madrileña de El País de ayer:

La carta real sigue existiendo en cualquier caso, pues cartas son a mi juicio los correos electrónicos que nos cruzamos, sobre todo si se pone un poco de esmero en su redacción; hay que reconocer, sin embargo, que personas cultas que se cartean de tal forma no corrigen su ortografía cibernética, como si el modo de comunicarse a través de la Red diera bula a los usuarios para descuidar el idioma, cometiendo faltas garrafales.

Lean el artículo completo, que lleva por título "La carta robada" (como el relato de Poe), pinchando aquí: no tiene desperdicio.

martes, 7 de diciembre de 2010

Un 'twist' para la musa de Godard



Apreciado Godard: Te olvidaste de incluir este twist de Sam Cooke en alguno de tus primeros filmes (tan dinámicos), cuando todavía no hacías cine intelectual. Tengo para mí que Anna Karina (a la sazón tu esposa y musa) se hubiese deleitado bailando la canción. Las nacaradas piernas desnudas, el sombrero borsalino, la mirada entre desvaída y penetrante...


***

El fotograma corresponde a Lemmy contra Alphaville (1965), del propio Godard.

Karina. La alienada muchedumbre, en blanco y negro. Los dolorosos vacíos de la poesía de Paul Éluard: "Tus ojos han vuelto de un país arbitrario / en el que nadie supo lo que es una mirada". Godard. Llegar tan lejos por la Belleza...

sábado, 4 de diciembre de 2010

Rajoy, al lado de los controladores

Rajoy (el hombre que pretende gobernarnos) se pone al lado de los controladores aréreos. Él hubiera cedido al chantaje, faltaría más: todavía no se ha dado cuenta de que gobernar no consiste en esconderse debajo de la cama ni en llevar la contraria a Zapatero. Aquí tienen toda una alternativa al Gobierno.

Bardem, un creador de personajes

Por si alguien aún tenía dudas, Javier Bardem deja claro en Biutiful que no es un actor, sino un autor: es decir, el creador de sus complejos personajes. En esta ocasión, Bardem, premiado en el pasado Festival de Cannes, da vida a Uxbal, un antiguo camello que carga a cuestas con sus dos niños y con su bipolar esposa. El personaje, extraña mezcla, es etéreo (posee poderes para hablar con los muertos), pragmático y piadoso. Estas dos últimas actitudes se avienen en Uxbal cuando éste siente compasión por decenas de inmigrantes ilegales hacinados en una planta baja. Unas criaturas que consiguen por medio del propio Uxbal –el cual recibe la debida comisión– sus trabajos inhumanos. Jornadas maratonianas en condiciones insalubres…

Tras esta introducción, considero conveniente profundizar, sin salirme de los contornos de la película, en la capacidad compositiva de Javier Bardem. Desprovisto de esos ademanes y de esos tics con los que suelen adornarse los actores principales (vanos intentos de pasar a la posteridad), Bardem se apoya en su cuerpo, en su presencia desvanecida –la metástasis está devorando a Uxbal–, para expresar, con una precisión de cirujano o de heroinómano (maravillosa la escena en que encuentra rápidamente su vena, tras los intentos fallidos de la enfermera), las frustraciones, los arrepentimientos y los miedos de su personaje. Es un placer contemplar el minado mapa de su rostro, es un goce oír sus quejidos y sus gruñidos (contenidos, para que sus hijos no sufran la verdad) cuando orina sangre. Ese realismo, esa humanidad tan alejada de lo que entendemos comúnmente por declamación, emparenta a Bardem con los mejores actores argentinos (mi tocayo Héctor Alterio, Ricardo Darín, Cecilia Roth…).


Dicho lo cual, uno no sabe cómo trabaja habitualmente el protagonista de Mar adentro. Desconozco si acumula –a la manera de Marlon Brando, Jack Nicholson, Robert de Niro y demás actores metódicos– la máxima información de su personaje (está claro que eso hizo con el tetrapléjico Ramón Sampedro en el citado filme de Amenábar), para componerlo con seguridad. También es posible que Bardem, como el pasional Gérard Depardieu –por poner un ejemplo opuesto a Brando y compañía–, se encuentre con el personaje al interiorizar las emociones que desprenden los diálogos... Probablemente este Bardem no descarte ninguno de los citados métodos de trabajo. Lo fundamental, en cualquier caso, es que el cuerpo y la mente de este autor son lo suficientemente amplios como para dotar de credibilidad a los más complejos personajes (víctimas y al tiempo sanguijuelas), ofreciendo una inmensa gama de recursos, de detalles, de miradas, de respiraciones, de fraseos…

El director de Biutiful, Iñárritu, opta por reducir su mundo, prolongando la mirada de Bardem. Lo cual es arriesgado: sin ir más lejos, aquí uno tiene la impresión de que la narración y el montaje (un tanto atropellado) no crecen de consuno con la interpretación. Hay recursos, como la cámara en mano, que pretenden reflejar con veracidad las desventuras de los marginados, pero a Iñárritu le falta ritmo y nervio. Así, sale mal parado de la combinación de escenas estáticas y dinámicas, utilizando una misma cadencia musical (secos arpegios de guitarra) en momentos tan dispares como una rutinaria caminata del enfermo protagonista o una trascendental intervención policial. Cuando Iñárritu aminora el sonido ambiente en una escena dramática, aísla de la historia al espectador, en lugar de subrayar la tensión.

Aun sin la colaboración de su ex guionista Guillermo Arriaga, Iñárritu no ceja en su empeño de escarbar en las ruinas de nuestra sociedad capitalista (en este caso, una Barcelona corroída por la droga y la explotación), pero sus propuestas resultan planas. Muy lejos parecen haber quedado aquellos complejos y potentes dramas firmados por el citado guionista (21 gramos, Amores perros…), aquellos verdaderos ensayos de las relaciones humanas en donde el tiempo y el espacio retrocedían y avanzaban constantemente, sin que por ello se notasen las costuras de las vestimentas artísticas. Donde se aprecian las costuras es en Biutiful, una historia sencilla, si atendemos a su estructura narrativa, pero mal escrita (como su inocente título), cuyas pretensiones líricas –las referencias constantes, mal dosificadas, al rumor del violento mar– sólo funcionan en el preámbulo, que en realidad es el epílogo: la nieve como metáfora de la muerte, del dudoso alivio…

Biutiful, en fin, me deja la sensación de lo que pudo haber sido. Hay ideas, muchas ideas de calado emocional, que no tienen su correspondencia en las imágenes, en el guión y en los sonidos. Lo cual en el lenguaje cinematográfico es un naufragio.

(La Noche Americana, 4/12/2010)

viernes, 3 de diciembre de 2010

Aznar, el salvador


"Si veo a España desesperada, quizá tendría que volver a la política", dijo Aznar (el hombre que convirtió a nuestro país en objeto del terrorismo islamista) en 2007 al embajador de EE UU. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Un amor de fantasía


A mi madre, que hoy cumple años

Tantas veces recé para convertirme
en una niña, que ahora luzco
–como ella– lunares, sortijas
y un foulard azul celeste

encima de la camisa.

A veces, nos acostábamos juntos,
y lo que más me gustaba era pedirle
(cuando la madrugada arreciaba)
un vaso de leche con cacao.

Bien calentito.

No éramos novios: Yo tenía
–de puntillas– 10 años;
y ella tal vez 30, recostada.
Aida se llamaba

aquel amor de fantasía.

***
(La Huella Digital, 2/12/2010)