Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 4 de septiembre de 2009

Una sensualidad perdida


En mi penúltimo artículo publicado en esta misma revista decía, parafraseando al Che, algo así: ¡Qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo evidente! Sea o no éste un espacio de opinión (que lo es), aspiro de nuevo a cribar la realidad, a ser lo más preciso posible en la apasionante búsqueda del decir. Manifestar con las palabras adecuadas el pensamiento: he ahí la verdadera misión del periodista o el escritor.

Leía yo hace no mucho en la Red una entrevista a la exuberante (tanto que me da grima, lo cual no es ningún óbice para indagar) cantante portorriqueña Noelia. Tras la lectura de unas declaraciones pueriles (“El clímax es el punto más alto que puedes lograr después de una relación sexual, el momento en que se desborda el placer”) y endebles (“Lo he hecho en un avión privado, en un vuelo de Los Ángeles a Las Vegas… Fue excitante, pero me puse muy nerviosa”), me topé con una aserción cuando menos paradójica: “Me siento una mujer extremadamente sensual”. Tal calificativo creo que constituye el súmmum de la falta de rigor y precisión terminológica. Según la RAE, sensualidad es la “propensión excesiva a los placeres de los sentidos”. Sexualidad, en cambio, hace alusión al “conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo”. Otra acepción del mismo vocablo es la siguiente: “Apetito sexual, propensión al placer carnal”.

Esta Noelia (mundialmente conocida por haber protagonizado un vídeo pornográfico casero) podrá ser sexual o carnal, pero dudo mucho que desprenda algún tipo de sensualidad, que sugiera, que explore las fronteras de su cuerpo… Todo lo contrario: hablando o posando (el verbo sustituye aquí al gesto, y viceversa) siempre muestra. En el erotismo, se necesitan, en efecto, no pocas gotas de elegancia, imaginación, juego, seducción y misterio, a fin de alcanzar la voluptuosidad. ¿Un ejemplo literario? “Lúbrica polinesia de lunares / en la pulida mar de tu cadera.” (Ángel González). En la pornografía, por el contrario, vale lo chabacano, lo insulso, lo exagerado… Y ahí es donde se mueve Noelia, quien tal vez sea disléxica (es evidente la paronomasia que brota entre los vocablos sensual y sexual), inculta… o simplemente tenga mal gusto.

A propósito, Valle-Inclán prefería la incultura al mal gusto. En las páginas de la revista La Esfera (1905), el autor de Luces de bohemia se justificaba de la siguiente manera: “(…) Un público inculto tiene la posibilidad de educarse y ésa es la misión del artista. Pero un público corrompido (…) es cosa perdida”. Tan cierto como terrible.

Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 4/9/09)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso lo sabemos las mujeres desde hace mucho tiempo.
Terrible la visión coital del sexo que heredan los hombres en el mapa genético como el pecado original.

Dani dijo...

Mmmm no sé que me ha gustado más... si ese sensual entrecruzamiento de piernas de la acertadísima fotografía que acompaña al artículo o, por el contrario, las palabras que foman el mismo.

Eso sí...ni idea de quien es la tal Noelia.