Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 7 de enero de 2011

El «zoqueiro» de San Tirso de Abres


Trasdacorda (San Tirso de Abres), Héctor ACEBO

Antonio Bello Castaño, santirseño de 78 años, más conocido como «Toño de Sequeiro», ejerció activamente como «zoqueiro» (artesano de las madreñas o «zocas») durante casi toda la década de los cincuenta del siglo pasado y todavía reconoce la madera de abedul por su olor, muy fragante después de la lluvia.

«Aprendí el oficio a los 17 años, porque en mi casa necesitábamos dinero», confiesa Toño, quien recalca, al mismo tiempo, que lo suyo fue una vocación, que siguió de manera absolutamente autodidacta: «Me fijaba en todos los pies de mi familia, para hacer la plantilla y la forma. Pues en este oficio no hay más medidas que la largura, es decir, el número de calzado. El resto se hace a ojo. Pero, para adquirir soltura, ¡cuántas veces tuve que romperme la cabeza!», relata.

En aquella época, no había más «zoqueiros» en activo en San Tirso de Abres y Toño, que fabricaba tres pares de este rústico calzado de madera a cambio de 15 pesetas, comenzó a recibir encargos en numerosas aldeas (más de una veintena) del concejo. Sus clientes le facilitaban la materia prima necesaria (abedul y aliso) y, además, le daban comida y refugio. «Mientras otros se espinaban y se mojaban en el monte, yo estaba resguardado. Eso sí, muchas familias sólo me dejaban dormir en sus pajares y en sus cobertizos, pero yo era joven y no tenía frío», rememora. Así, Toño de Sequeiro pasaba varios días fuera de su hogar, al que regresaba para ayudar en las tareas más duras de la casa, como la siega de la hierba.

A este artesano -que atendía a las demandas de un público de ambos sexos- se le encienden los ojos al recordar que las mujeres tenían especial predilección por las «zocas de chinela», un modelo de madreña «escotado», sin tapa por arriba, que resaltaba la delicadeza y la blancura del pie.

Para fabricar unas madreñas que se llevaban con zapatillas, Toño de Sequeiro se armaba de paciencia. Después de tallar las piezas sobre la madera, se dedicaba a pintar las «zocas» (si la madera estaba verde, la demora crecía), las barnizaba y, por último, dibujaba en ellas rayas o flores. Para evitar la humedad, este modelo incluía tacos de goma, que Antonio Bello extraía de los neumáticos.

Cuando contrajo matrimonio, Toño de Sequeiro dejó de vender madreñas para dedicarse a la ganadería. Pero este tenaz artesano reconoce que, gracias a su primer oficio, no le faltaron nunca las pesetas.

La Nueva España, 6 de enero de 2011

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