Después de haber leído los últimos apuntes (Las revistas literarias de posguerra) que colgó el profesor de Literatura en el campus, me vienen a la memoria las sabias palabras de Miguel de Unamuno:
No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas;
no la de pensar, sino dad pensamiento.
Y es que, desgraciadamente, el poder cercena la libertad, porque no le interesa el pensamiento: es decir, el espíritu crítico que ponga en duda las ideas de los que mandan. Que “adormezcan, que transfiguren, que apacigüen los ánimos…”, como decía J. A. Goytisolo, en una dictadura no nos sorprende –las armas siempre han tenido miedo a la palabra–, pero que, a día de hoy, nos intenten cortar las alas por pensar de manera diferente (el boicot del PP al Grupo PRISA) es algo intolerable. Si no hay libertad a la hora de crear, hay imágenes sin palabras; pero la imagen, claro está, no se pueden dar sin la palabra: el artista necesita el pensamiento para crear. Reivindico, una vez más, la idea de César Vallejo: “hacedores de imágenes, devolved las palabras a los hombres”. Y pido, como Blas de Otero, "la paz y la palabra".
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Imagen: MAGRITTE, El conocimiento absoluto.
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