UN ARTE DE VIDA
Vivir sin hacer nada. Cuidar lo que no importa,
tu corbata de tarde, la carta que le escribes
a un amigo, la opinión sobre un lienzo, que dirás
en la charla, pero que no tendrás el torpe gusto
de pretender escrita. Beber, que es un placer efímero.
Amar el sol y desear veranos, y el invierno
lentísimo que invita a la nostalgia (¿de dónde
esa nostalgia?). Salir todas las noches, arreglarte
el foulard con cariño esmerado ante el espejo,
embriagarte en belleza cuanto puedas, perseguir
y anhelar jóvenes cuerpos, llanuras prodigiosas,
todo el mundo que cabe en tantas euritmia.
Dejar de amanecida tan fantásticos lechos,
y olerte las manos mientras buscas taxi, gozando
en la memoria, porque hablan de vellos y delicias
y escondidos lugares, y perfumes sin nombre,
dulces como los cuerpos. ¡Qué frío amanecer entonces,
qué triste es, qué bello! Las sábanas te acogerán
después, un tanto yermas, y esperarás el sueño.
Del día que vendrá no sabes nada. (No consultas
oráculos.) Te quemarán hastíos y emociones,
tertulias y bellezas, las rosas de un banquete
suntuario, y las viejas callejas, donde se siente
todo, en el verano, como un aroma intenso.
Vivir sin hacer nada. Cuidar lo que no importa.
Y si todo va mal, si al final todo es duro,
como Verlaine, saber ser el rey de un palacio de invierno.
(De Hymnica, 1979)
***
SALAI
Sería tan hermoso tu irrumpir en mi vida…
Una mezcla muy dulce de fuerza y de ternura.
Esas palabras bruscas que dices a menudo
("muermo", "lefa", "de bute", "toña")
para hablarme luego de mí, pausadamente,
o contarme tus lances de estudio y deporte…
Podría alguna vez exagerar contigo,
y en íntimos momentos, cuando tu pelo baila
y tu cintura en la caliente sábana, decirte:
"No pareces real, y te brillan los ojos como una joya
antigua. Y tú me callarías, sonriente, en la penumbra.
No entiendes, a veces, por qué hago o digo algunas
cosas. Y lo que leo, otras, te parece tedioso...
Y yo tampoco sé por qué te gusta fingirte duro,
a ratos, tosco (que no lo eres) y hacer chanzas
obscenas con amigas, en noches imposibles...
Ocasiones te encuentro enfrascado en los libros,
y me dices que lees Las hazañas de Arturo y de sus
nobles pares. Eres una mezcla de rubíes y lodo,
de pasión y dulzura, y te amo sobre todo en esos
días claros, calurosos, en que tu cuerpo brilla como
un regalo soberbio junto al agua, y a tu andar
tienen sed los que bañan y mis ojos te tejen azoras
sin saberlo...
Joven rey en un país de muertos,
que vendrás a salvar, rudo y bello, mi vida.
(De Huir del invierno, 1981)
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