Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
-Correo: acebobello@gmail.com
-Instagram: @hectoracebo
-Twitter: @HectorAcebo

miércoles, 3 de junio de 2009

Príncipes de la ternura

Lucas 15 es una épica (¡y fresca!) revisión del cancionero tradicional asturiano en clave folk-rock


Tino Pertierra, clarividente crítico cinematográfico de La Nueva España (diario asturiano en el cual tengo la suerte de escribir), me dijo en una ocasión: “Sólo deberíamos consentir las florituras al artista que es capaz de contar una historia sencilla con precisión”. El (a priori) insondable Nacho Vegas demuestra esta premisa, junto a su fiel escudero Xel Pereda y otros tres notables músicos asturianos, en Lucas 15 (Lloría Discos, 2008), una original adaptación en clave folk-rock del rico (y, sin embargo, olvidado) cancionero asturiano. Un principado de pasión y rudeza, en donde los labradores buscan a Cristo y a su andarina (golondrina, en bable), mientras el temido sacaúntos –hombre del saco– gallego asesina “sin cuchillo ni navaja” a su propio hijo.

Lejos de caer en los tétricos arreglos de viento, Xel Pereda, Nacho Vegas y compañía se revelan, durante los 50 minutos de Lucas 15 (nombre del grupo y del álbum), tan fieles a la frescura como a la épica –es bastante difícil conseguir ese amasijo de contrastes sin que chirríe la versión– del cancionero de mi tierra. Claro que Vegas ya había hecho incursiones tradicionales en sus discos en solitario (“La canción de la duermevela”, de sus Cajas de música difíciles de parar, 2003, es una buena muestra), con lo cual no me sorprende que haga suya la bellísima y cruel “historia de los príncipes de España” que lleva por nombre “Teresina”.

Pereda es quizás un músico más curtido en el folk (además de ser la mano derecha de Vegas en solitario, forma parte, también como guitarra solista, de un grupo del género, Llan de Cubel). En Lucas 15 Pereda aporta su tibia voz en dos temas imprescindibles: “Los fayeos de mayo” (buena versión del temazo de Felpeyu) y la añada final “Con tomillo y romero”, toda una súplica a los paxarinos (pajaritos) de la enramada: “Nun despertéis al neñu, / que ya apigaza”. (Apigazar significa, en bable, dormir).

Y luego está la magnífica colaboración de los gijoneses Coro Voces de Cimadevilla, quienes añaden el punto épico adecuado –no hay recargamiento– en esta revisión de nanas, cantares de ciego y romances.

Me consta que en su momento sorprendió a no pocos seguidores de Vegas el hecho de que Lucas 15 se publicase casi a la par que el fallido álbum a dúo con Christina Rosenvinge (Verano fatal, 2007). Eugénio de Andrade, uno de los poetas más líricos de los últimos tiempos, decía que los versos deben leerse “con la naturalidad que tienen el correr del agua y el ritmo del habla.” Creo que esa es la milagrosa poción que emplearon Vegas, Xel y compañía en su proyecto, domesticando las guitarras eléctricas, estimulando los pianos y cuidando las armonías vocales: “Cantaben los ruiseñores: / y pensé que me llamabes…”. Como si el viejo Neil Young acampase en los Picos de Europa. Como si los siglos pasasen en un momento…



Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 03/06/09)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece fenomenal que aparezcan cada vez más historias como ésta de Lucas 15, mirando de alguna manera a las diversas tradiciones musicales y/o folklóricas regionales de nuestra Spain is pain, y combinándolas con la influencia anglosajona de siempre o de ahora. Como hicieron Lagartija Nick y Morente en 'Omega', ejemplo que se me antoja insuperable, un inmejorable referente para todas estas propuestas. Hay que explotar esa vena y buscar una voz más propia, que tradición tenemos a quintales. Estamos cansados de fotocopias de lo de siempre y de fuera.

Te recomiendo, un poco en esta onda, y siguiendo por el sur, el LP 'Si bajo de espalda no me da miedo y otras historias', de los sevillanos Pony Bravo. No demasiado folklóricos, sino más bien recuperando un poco el espíritu del rock andaluz de antaño, de Triana a Smash y tal, el rock aflamencado o coplero, y lo mezclan todo con reggae, ritmos krautrock, blues dislocado, western, rock desértico, música africana y casi lo que se te ocurra. De lo mejor de por aquí que escuché en tiempo.

Buen artículo el tuyo. Abrazo.

Héctor Acebo dijo...

Omega es un ejemplo insuperable, sí. Como dices, deberíamos profundizar en nuestra propia tradición: ¡ya cansan tantas fotocopias!
Me haré con el LP de Pony y Bravo, a quienes, por cierto, desconocía.
Gracias por la lectura, por la recomendación y por el comentario.
Abrazos.