Uno se encuentra fácilmente con esta tropilla en Madrid, en Asturias o en Galicia. Viven atados a un sueldo mísero, no tienen tiempo para el ocio, el viaje o el disfrute, hablan de acabar "con esos hijoputas de moros" y añoran al dictador. Evidentemente, estos individuos no ensalzan los servicios sociales básicos: tiran piedras contra su propio tejado.
Existen pocas cosas más desconsoladoras que un pobre de derechas. Valle-Inclán, al retratarlo, se hubiera frotado las manos, no hubiera dejado títere con cabeza...
2 comentarios:
¡Que razón tienes! Los pobres y los obreros de derechas si que son esperpentos.
Un pobre o un obrero de derechas es una contradicción absoluta e irrisoria.
¡Cuántos esperpentos nos rodean!
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