Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 27 de diciembre de 2019

PATXI ANDIÓN, EL GUERRERO SOFISTICADO

Patxi Andión.


SALVO en contados casos, el morbo y el intento de uniformización de su larga y varia trayectoria musical son los juncos con que se han tejido las notas necrológicas sobre Patxi Andión. La prensa ha gastado mucha más tinta en recordar su efímero y accidentado matrimonio con Amparo Muñoz (Miss Universo 1974) que en poner de relieve sus cualidades como profesor universitario, investigador o intérprete cinematográfico y televisivo.
En una entrevista concedida a la revista musical Efe Eme (28/01/2009), el artista vasco-madrileño establecía una discutible pero sugerente diferenciación entre el ‘actor’ y el ‘intérprete’, afirmando que el primero "debe tener el deseo, el ánimo, el gusto de transformarse continuamente en otro". Patxi Andión se sentía "intérprete", al considerar que ante las cámaras no dejaba de ser "él mismo", incluso aunque sus papeles estuviesen alejados de sus actividades habituales. ¿Cómo se explica esta paradoja? Cuando Andión se acercaba profesionalmente al séptimo arte, rescataba a aquel muchacho que veía películas con verdadera devoción, aquel pequeño Patxi que —como él mismo contaría— asistía a las salas de cine madrileñas igual que otros acudían a la iglesia. En el intérprete confluían esa cinefilia con una curiosidad voraz por todo lo que le rodeaba, la misma que —convertido ya en cantante de éxito— le llevó a licenciarse en Periodismo y a doctorarse en Sociología. En los rodajes, el guipuzcoano era una especie de espectador activo. Ese gran respeto, ese no querer ensuciar una casa que consideraba ajena, le obligaba a estudiar profundamente las acciones de sus personajes y, sobre todo, le impedía caer en la grandilocuencia. Da igual que abordase un papel de detective (Asesinato en el Comité Central) o de empleado de una gasolinera (La otra alcoba); aunque adoptase comportamientos ajenos, desprendía —auténtico— tanta sobriedad como en la vida real. Si la voz y la mirada son signos distintivos de una persona, podemos decir que, profesionalmente, Andión no practicaba el engolamiento ni exageraba el gesto. En cierto modo, no dejaba de ser ‘él mismo’ en aquellas producciones cinematográficas y audiovisuales.
Aunque para mí actuación e ‘interpretación’ sean sinónimos, siempre defenderé el modelo estilístico de Andión (la contención) como el único verdaderamente efectivo para el cine y la televisión. Tengamos en cuenta que, en estos ámbitos, el abundante uso de los primeros planos magnifica cualquier matiz, por mínimo que sea; la desmesura difícilmente pasa la prueba del algodón. Era el vasco un actor al que no se le notaba que actuase; su naturalidad hacía honor a aquel memorable aforismo del cineasta Bresson: "Producción de la emoción, obtenida por un resistirse a ella". De la contribución de Andión a las pantallas, quisiera destacar su protagónico papel de periodista en ‘Página de sucesos’ (1985). Pueden ver esta interesante serie, que dirigió el cineasta Giménez Rico, a través de la web de RTVE.
Unos apuntes finales, a vuelapluma, sobre el famoso Andión cantautor. Resulta injusto que la mayor parte de mass media repare únicamente en su etapa inicial, la de las canciones protesta, que arranca con Retratos (1969). Son años productivos en los que nuestro protagonista —convencido antifranquista— canta fuerte y muy ronco, "como un guerrero", a decir de un crítico portugués. Pero en los albores de los 80, Andión lleva cabo —sin renunciar a su esencia— un giro expresivo que, guste más o menos, no merece ser pasado por alto. Es la época de Amor primero (1983), probablemente su disco más exitoso, donde colabora Mocedades. El cantautor abre su paleta temática a la intimidad sin dejar de cultivar la denuncia social, siempre escorado a la izquierda. Además, comienza a versionar en castellano éxitos de Lucio Dalla —MaríaTransbordo en SolOh, qué será…— y, bajo el influjo de este maestro italiano, refina su voz de barítono. El guipuzcoano sigue sonando desgarrado, pero adquiere una sorprendente riqueza de matices. Incluso se atreve con tonos bastante agudos, y acaso es ahí donde su arenoso timbre resulta más atractivo: por ejemplo, en el estribillo de María parece un cantante de soul: "Y soñé la libertad / y salir de aquí algún día, día, día". En esa secuencia suelta esquirlas de pasión… 
Me siento orgulloso de haber compartido espacio en una antología literaria, ‘Amores infieles’ (2014), con el Dr. Andión. Intelectual y obrero, tierno y áspero, soñador y rebelde, yo lo definiría como "el guerrero sofisticado".

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