Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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domingo, 13 de octubre de 2024

DEL MITO AL LOBO

Solo España e Irlanda han tenido el acierto de votar en contra de la propuesta de la Comisión Europea consistente en flexibilizar la protección del lobo, lo que conllevaría cambiar su estatus de “estrictamente protegido” a únicamente “protegido”. Esto abriría la posibilidad de recurrir a la caza para controlar las poblaciones de los cánidos salvajes. De todas formas, aunque el Comité Permanente del Convenio de Berna apruebe esa modificación en la norma —habrá que esperar a diciembre para saberlo, el lobo español seguirá blindado. Su pertenencia al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) le hace contar con un marco jurídico propio.


En Europa, durante el siglo XIX y buena parte del XX, el lobo sufrió la persecución obstinada del ser humano, que lo consideraba una reencarnación del mal. Ello conllevó una drástica disminución del animal salvaje (e incluso su extinción) en varios países. El Roto denunció toda aquella irracionalidad en una de sus memorables viñetas: “La escopeta creó al lobo” (El País, 19/05/2019). Lo más triste es que, en pleno siglo XXI, la derecha europea —y particularmente la española— utilice al cánido como munición política. Frente a lo que sostiene el diputado Ángel López Maraver (VOX), los lobos no matan “por placer”; lo hacen para sobrevivir. Su dieta la constituyen principalmente corzos, ciervos y jabalíes. Obviamente, atacan a ovejas o cabras cuando se les complica encontrar presas en sus territorios. Pero, como dijo Félix Rodríguez de la Fuente, “El lobo es la antítesis de la crueldad o la maldad gratuita. Representa la más alta expresión entre los seres vivos del cooperativismo comunitario, la fidelidad monolítica, la ternura, la protección a los cachorros y la defensa de los más débiles”. ¿Recuerdan el caso de Marcos Rodríguez Pantoja, quien fue criado por una manada de lobos en Sierra Morena? ¿Cómo es posible que unos animales ‘tan nocivos’ tengan ese grado de empatía?

A pesar de su actitud actual, la UE ha sido parte activa de la recuperación del lobo, una especie que no solo forma parte de nuestro patrimonio cultural, sino que también resulta indispensable para el equilibrio del ecosistema. El cánido —cima de la pirámide ecológica— controla las poblaciones de jabalíes o corzos. Además, la presencia del lobo propicia que los ungulados silvestres se estén desplazando continuamente; y de ese modo, el pasto se regenera para el ganado. Cabe resaltar que los lobos son sanitarios de la naturaleza: por ejemplo, cuando eliminan a jabalíes enfermos de tuberculosis, evitan que esa grave enfermedad se expanda entre las vacas de pastoreo.

Actualmente existen unos 20.300 lobos en toda la UE, de los cuales aproximadamente 2.800 habitan en España. La especie se encuentra lejos de un estado favorable de conservación; por ende, el posible levantamiento de la veda de caza no responde a criterios científicos o técnicos, sino populistas. Vayamos a la almendra del problema. En los países europeos más afectados, la queja generalizada de los ganaderos es que las reses domésticas a las que ataca el lobo se pagan tarde e, incluso, por debajo de su valor real. La entidad competente la comunidad autónoma, en el caso de España deberá destinar más guardas forestales a las zonas perjudicadas para agilizar la tasación de daños y el cobro de indemnizaciones. Además, es fundamental que esos profesionales reciban formación acorde al contexto rural en que actúan. Y para evitar que las indemnizaciones se tasen a la baja, la entidad correspondiente tendrá que modificar los baremos. Huelga decir que el conocimiento y la ética de los guardas resultarán determinantes para que no se sigan produciendo fraudes en los cobros.

Hasta ahora hemos hablado de lo más urgente, pero conviene poner de relieve que las políticas vinculadas a la coexistencia entre el lobo y los ganaderos no pueden centrarse únicamente en las compensaciones por daños o en acciones preventivas cortoplacistas, como proteger el ganado con mastines, implementar pastores eléctricos o construir cercados. Se necesita, además, que las entidades competentes lleven a cabo estrategias rigurosas para cuidar y regenerar la biodiversidad, pues, como subraya el biólogo vigués Pedro Alonso, el primer factor que provoca el aumento de los ataques del lobo al ganado es el deterioro de sus hábitats (a los incendios se unen las plantaciones masivas de eucaliptos). Primero dejamos al cánido sin presas silvestres, y luego nos quejamos de que vaya en busca de ovejas, cuando nosotros mismos lo estamos empujando a bajar a las aldeas.

(Publicado en El Progreso de Lugo, 13/10/2024).

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