Escoges
las palabras
con la misma lentitud
escrupulosa
que unas cortinas diurnas
de principios de siglo.
Pero, a veces, cerca
del decir te estancas,
incapaz de entender
por qué sus lunares
nunca se mojan,
pese a que están dispuestos
estratégicamente
sobre armarios
o probadores
de ropa o maletas
o senos… o lo que sea
esta zona común
tan húmeda.
Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 11/02/2010)
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