La difícil narración (sencilla, sosegada, sin exceso de evidencias…) de Hillcoat en la apocalíptica The road me recuerda al Pollack de Jeremiah Johnson
En un mundo apocalíptico, poblado únicamente por contadas ruinas humanas, un hombre lucha contra las adversidades (devastada la naturaleza, apenas hay alimentos y los refugios son inseguros) y contra sí mismo, dudando en ofrecer a su querido hijo una vida enfermiza o una muerte digna: “Si él no es la palabra de Dios, entonces Dios nunca habló”. Dicho lo cual, creo que me quedo corto: The road (La carretera, de John Hillcoat, 2009), que adapta la novela homónima de Corman McCarthy –el autor de No es país para viejos–, es el eterno combate de esos entrañables seres por mantener un atisbo de humanidad en los estertores de un planeta regido por el canibalismo.
Tanto Viggo Mortensen (a estas alturas, tras el enjundioso maridaje con Cronenberg, ¿alguien sigue creyendo que sólo es una buena percha?), el padre, como el hijo Kodi Smith-McPhee (quien debuta en la gran pantalla) tejen, en ese sentido, una red familiar tan poderosa como tierna: tardaré mucho tiempo en olvidar las indefensas manos de Smith-McPhee sujetando la pistola de su padre. Y luego, para completar el trágico cuadro familiar, está la apariencia bergmaniana, fantasmal, dolorosa hasta la médula, a base de flashbacks, de la madre (Charlize Theron), quien eligió, al igual que muchos otros personajes, la nada en lugar de la pena, cuando el cataclismo mundial comenzó a hacer mella: “Se ha ido y su frialdad al hacerlo fue su último regalo”, dice McCarthy en la voz (en off) de Mortensen. Todo este universo espeluznante (el derribo proviene, claro es, de una meticulosa re-creación) ha sido fotografiado admirablemente (¡esos tonos grisáceos que desgastan, transcurridas dos horas, las pupilas!) por Javier Aguirresorabe.
Algunos críticos han hablado del paralelismo de The road con el Godard más extremo, quien en Week-End (1967) retrató, como si se tratase de un prefacio de la revolución del 68, los primeros síntomas del Apocalipsis capitalista: la pérdida de cualquier signo de afecto o compasión. Sin embargo, yo encuentro una correspondencia más clara (al menos formalmente) con un bellísimo western de Sydney Pollack, Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972), que acabo de revisar con goce.
En esta película (que retrata el voluntario exilio de un soldado estadounidense hambriento de aventuras, su huida a las montañas dominadas por los indios, los osos y los lobos) late, como en la itinerante The road, una difícil sencillez narrativa. Difícil porque ambos creadores cuentan magníficamente una historia cruenta sin caer en la afectación, dosificando meticulosamente la violencia a lo largo de la obra. Para no caer en la monotonía, y en lugar de recurrir al exceso de sangre, tanto Pollack como Hillcoat optan por dirigir a sus actores. Así, la acción (que es inevitable, en un contexto de constante amenaza) pasa, como en los mejores westerns, a un segundo plano, destacando las relaciones afectivas que se forjan –a lo largo del viaje a ninguna parte– con otros personajes, la responsabilidad familiar o colectiva. En ese sentido, en The road es memorable la secuencia en que el hijo se opone al padre cuando éste (destrozado psíquica y físicamente) humilla a un ladrón de viandas.
En el plano narrativo, también es destacable, como en Las aventuras de Jeremiah Johnson, el uso de los contrastes: la brevedad de las escenas de alegría (el confortable cobijo) consigue que el filme sea aún más doloroso, frío pero emocionante –como Theron–, sin la necesidad de recurrir a “esa inelegancia cinematográfica que es el subrayado, el exceso de evidencia” (infinitud de directores contemporáneos deberían tomar nota de esta obviedad tan olvidada), como escribió Ángel Fernández-Santos en su excelente ensayo Más allá del Oeste. El malogrado periodista y escritor se refería a la insolidaridad que critica Fred Zinnemman en el sobrevalorado filme Solo ante el peligro (1952).
Tráiler español de The road.
Escena familiar de Las aventuras de Jeremiah Johnson.
Robert Redford en una escena violenta del citado western de Pollack.
Por HÉCTOR ACEBO (La Huella Digital, 25/02/2010)
2 comentarios:
Gran artículo, primo. 'The Road' -la película- aún la tengo pendiente, a ver si me pongo. ¿Leíste 'Meridiano de sangre' de McCarthy?. Lo más grande que leí en mucho tiempo. Densa, oscura, violenta... y con un personaje, el Juez Holden, de los que no se olvidan.
Saludos!
Muchas gracias, primo.
No he leído, todavía, Meridiano de sangre: me lo apunto.
Yo te recomiendo la película criticada.
Salud.
Publicar un comentario