Uno no se cansa de leer este entrañable poema de José Agustín Goytisolo:
CONCHITA ERA SU NOMBRE
Le cuidaba y temía acercarse a los hombres
que le decían cosas porque era muy bonita.
Y le hablaba de Asturias: aún recuerda
su acento. Y lo que más él deseaba
era oírle decir: a la camina.
Y le ayudaba a desvestirse al punto.
Luego abría su blusa. Los durísimos
botones de sus pechos en los labios:
una mano servía a cambiarlos
y la otra se hundía entre la falda.
Cada noche seguían con el juego.
Neno: no digas nada. Le daba gusto y miedo.
Él tenía seis años y ella tal vez catorce.
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