Este año hemos tenido la ocasión de homenajear por todo lo alto al poeta universal Miguel Hernández, pero no debemos olvidar que también han pasado cien años desde el nacimiento de otro buen vate de su generación (la del 36), Luis Rosales. Es de recibo recordar al autor de La casa encendida a través de su obra:
AUTOBIOGRAFÍA
Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.
***
SIEMPRE MAÑANA Y NUNCA MAÑANAMOS
Al día siguiente,
–hoy–
al llegar a mi casa –Altamirano, 34– era de noche,
y ¿quién te cuida?, dime; no llovía;
el cielo estaba limpio;
–Buenas noches, don Luis –dice el sereno,
y al mirar hacia arriba,
vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,
las ventanas,
–sí, todas las ventanas–.
Gracias, Señor, la casa está encendida.
Luis Rosales, La casa encendida / Rimas, Ed. Vitruvio, Madrid, 2010
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