Escribía, en buena lógica, Molina Foix (novelista, cineasta y uno de mis críticos de cine de cabecera) en la edición madrileña de El País de ayer:
La carta real sigue existiendo en cualquier caso, pues cartas son a mi juicio los correos electrónicos que nos cruzamos, sobre todo si se pone un poco de esmero en su redacción; hay que reconocer, sin embargo, que personas cultas que se cartean de tal forma no corrigen su ortografía cibernética, como si el modo de comunicarse a través de la Red diera bula a los usuarios para descuidar el idioma, cometiendo faltas garrafales.
Lean el artículo completo, que lleva por título "La carta robada" (como el relato de Poe), pinchando aquí: no tiene desperdicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario