Teniendo en cuenta que es prácticamente imposible analizar, en menos de veinte minutos, la poesía de los últimos treinta años, me veo en la obligación de decir que María del Pilar Palomo hizo la mejor intervención de la jornada poética del mes pasado. Fue ella quien halló los parecidos (esto es, los códigos comunes) entre poetas de distintas generaciones.
Las generaciones –siempre lo he dicho– no son más que inventos de los críticos para analizar, a partir de una lista de determinados autores, las ideas de una época. Así pues, en el comentario de la obra de L. Pirandello, Así es (si así os parece) ya escribí lo siguiente:
(...) tanta palabra sólo pretendía justificar el hallazgo, por cierto, sorpresivo, de que los géneros literarios, al igual que la Verdad, son inútiles: sólo sirven para los críticos. En uno de sus internamientos manicomiales, Antonin Artaud clamaba: “¡Que me digan a qué genero pertenece la Divina Comedia! ¡Que me lo digan!...” El éxito de Así es (si así os parece) quizá resida en que es, ante todo, una rica coctelera. Así pues, a la hora de catalogar la obra, tan sólo podemos afirmar, en palabras del propio autor, que es una “farsa filosófica”. Farsa porque aborda de forma irónica el problema existencialista de la verdad. Ese equilibrio entre el drama de lo desconocido y la comedia de la curiosidad es difícil de conseguir, ya que camina sobre una línea muy fina que puede caer hacia uno o hacia otro, pero la puesta en escena se encuentra bastante lograda.
Ésta es no es otra que la conclusión a la que llegó María del Pilar Palomo: lo que hace rico a un escritor de cualquier escuela es la combinación, por eso nunca debemos caer en el craso error de desdeñar lecturas de épocas pasadas. Es por eso que los "Novísimos" se acercaban al lenguaje de los medios de comunicación o de la cultura pop desde una perspectiva surrealista. Sería algo así como combinar un poema de Mallarmé con un cuadro de Andy Warhol. Y en todos los poetas de la década de los 70 latía (y aquí se confirma la idea de María del Pilar Palomo) la combinación de los versos de Aleixandre y Baudelaire.
Eso sí, nosotros no debemos ni podemos cambiar los nombres de la Historia -es esto precisamente por lo que me ha indignado-, todo está escrito ya, sólo nos queda -que ya es bastante- buscar el significado oculto, reiventar, como María del Pilar Palomo, significados comunes. Pero esto, claro está, no debe conducirnos, ni por asomo, a incluir a M. Hernández en la Generación del 27 o a considerar a Luis Alberto de Cuenca como uno de los nueve Novísimos. No creo que a los propios integrantes o a Castellet -el antólogo de Nueve novísimos poetas españoles, y, por tanto, uno de los padres de la Historia reciente- les hiciese demasiada gracia escuchar algunas de las afirmaciones de la jornada poética...
Como ya he dicho en alguna ocasión, la literatura debe conducirnos a la disidencia porque cada lector sueña mundos distintos. Pero para vivir el presente hay que conocer y entender el pasado en todas sus vertientes y explicar (esto enlaza, en efecto, con lo explicado en el párrafo anterior) todas las escuelas o generaciones. Lo que pretendo es dar a conocer la Historia (con todos sus nombres, sin la inclusión de otros ajenos) a la muchedumbre, lo cual no se cumplió, como hemos podido comprobar, en la jornada poética del mes pasado.
____
Imagen: GIORGIO DE CHIRICO, Baños misteriosos. Fuga hacia el mar, 1968
No hay comentarios:
Publicar un comentario